[Los presentes en la sala se levantan.]
-Oh, bueno, y dinos, después de tantos años,
y conferencias, y lecciones, y tantas clases
y tantas palabras…
[La oradora planta sus palmas encima de la rectora.]
Cuéntanos, cómo lo hiciste para hacer que tus
conocimientos llegasen a tanta gente?
[La rectora suspira, girando los ojos. Se levanta.]
-Bueno, pues si a mí me hubieran dicho que
esto hubiera sido a lo que me iba a dedicar
hasta el día en que me muera,
me hubiera sido más productivo
haberme rajado la tráquea
con la cubierta del libro delante!
moriré y habrán sido las palabras que más odio
las que yo misma puse en ese folio
y el arma más letal
los lápices que usaba para hacerlo!
y no por fuerza ajena,
sino porque no puedo ni tocarlos
sin ser invadida por el repentino sentimiento
de querer clavármelo en la yugular!
esa pobre oficina,
con mis sesos esparcidos por la mesa,
y venga folios, y folios, y folios,
y tinta, y tinta, y tinta!
normal que haya muerto pareciendo una loca de los gatos!
lacerándome el cuello con el primer cable que encuentre,
y con 30 hijos, y 30 tacos, y 30 novios, y 30 gatos, y-
[Se escucha a una cabeza caer seca en el suelo.]

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