cierro los ojos
tan fuerte cómo me lo permiten
mis propios músculos
y hago lo mejor que puedo
para imaginarme
a alguien de quien enamorarme.
un chico,
de pelo corto, marrón,
tímido, pero no tanto,
y lleva gafas
encurtidas de un azúl ultramarino.
toca la guitarra,
y me escribe canciones,
y poemas,
y cartas de amor.
pasa las tardes en la biblioteca,
pero no estudia,
porque se distrae demasiado
pensando en mi.
me llena el teléfono
a notificaciones
porque me manda un mensaje
cada vez que piensa en mí.
cuando sale al frío
se le sonrojan las mejillas
y una parte de la punta de la nariz
ideal para plantarle un beso.
el otro día me llamo
y me pidió quedar
en un sitio solitario
en el que sólo estuviéramos los dos.
yo pensé
que se arrodillaría en frente mía,
y lentamente, y poco a poco,
confesaría sus sentimientos
y su irradiante amor por mí...
...pero se echó a llorar.
se echó a llorar,
y entre lágrimas,
me cuenta que su mayor miedo
es perderme,
pero no puede vivir
toda su vida con miedo
así que es mejor
partir desde aquí,
por no querer arruinar
lo que ya tenemos
y quedar mejor
cómo amigos.
y de la misma forma
que todos los que vinieron
antes de el,
me da un abrazo fuerte,
un beso en la mejilla,
y se va.
así que cierro los ojos
tan fuerte cómo me lo permiten
mis propios músculos
y hago lo mejor que puedo
para imaginarme
a alguien de quien enamorarme.

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