Aún recuerdo esa segunda vez que nos vimos. Fue un fin de semana al medio día. El clima era algo caluroso ya que, en ese entonces, era verano. Yo acababa de terminar de hacer mis compras para toda la semana. Recuerdo que iba camino a casa cuando te vi.
Desde que te vi por primera vez, supe que serías alguien que destacaría entre la multitud; ese día pude comprobarlo. En esa ocasión, te pude identificar fácilmente a pesar de que sólo nos habíamos visto una sola vez. Tú también te habías dado cuenta de mi presencia, pues volteaste a verme al mismo tiempo en el que yo te miré. Te acercaste a mí con una cálida sonrisa en tu rostro y me dijiste:
— No creí que la segunda vez que te vería sería aquí.
En ese momento te devolví la sonrisa por amabilidad, aunque admito que sentía algo de emoción al verte.
— Yo tampoco lo esperaba — te dije — ¿Y qué es lo que haces por aquí?
Soltaste un ligero suspiro y me miraste. Después de unos cuantos segundos me dijiste:
— Sólo pasaba por aquí... Y veo que estas de compras, déjame ayudarte — tomaste las bolsas que cargaba con lo que había comprado — ¿Y ahora qué piensas comprar?, ¿o qué harás ahora? —
Sólo negué con la cabeza, te miré fijamente a los ojos y te contesté:
— Eso es todo, ahora me dirijo a casa... A no ser que quieras acompañarme.
Sonreí un poco con la idea que después de haberme saludado te irías. No creí que realmente aceptarías acompañarme.
Me sorprendió un poco, pero recuerdo que mientras me acompañabas, yo pensaba «¿qué tan amable, educado, o cortés tienes que ser como para no haber dejado a alguien sola, si es una persona que sólo viste una vez?»; pues si hubiera sido yo, probablemente hubiera cortado la conversación en ese momento y me hubiera ido. Muchos dirían que soy grosera o, quizá, me criticarían por la espalda. Pero esta ocasión fue diferente, contigo no pude negarme.
Fue así como me acompañaste a casa y, debo decir, que ese día fue realmente entretenido para mí. Estuviste conmigo un par de horas, o tal vez menos, pero sólo eso bastó para hacer mi día entretenido. Si ese día desperté con el pie izquierdo, no iba como quería o sucedió algo que pudo arruinarlo, yo no lo recuerdo en absoluto; cada vez que recuerdo ese día, sólo llega a mi memoria ese poco tiempo que pasaste conmigo. Así como, ahora, los demás días que pasas junto a mí.
Creo que fue en ese segundo encuentro cuando empecé a enamorarme. A veces, en los días calurosos de verano, pienso en ti. Hoy es uno de esos días en los que mi mente recuerda eso e imagina como hubiera sido nuestra historia si nunca hubiese sucedido aquel segundo encuentro.
Ana.

Comments (0)
See all