Hace unos días llovió cuando salí del trabajo. Ese día había salido temprano y, no sé porque, tenía muchas ganas de irme caminando. Me sentía como si estuviera representando un escenario trágico. Tú sabes que no son cosas que haría, regularmente termino riéndome al final; eso fue lo que sucedió, por primera vez pude reír tanto como en algún tiempo lo hice.
Reí tanto que se dibujó una sonrisa en mi rostro por un largo rato. Fue una sonrisa tan grande, tan sincera y tan alegre que... Cuando llegué a casa Cris estaba muy sorprendido por verme de esa manera. También, estoy segura que todos los vecinos se han de haber sorprendido. No podían evitar verme con asombro mientras seguramente pensaban que había llegado el día en el que me había vuelto completamente loca.
Y, tal vez, ese día fue así, me sentía tan feliz que sentía que había regresado a aquella época en la que me gustaba jugar con la lluvia. Me sentía igual que era una niña, e igual que en aquellos años de mi temprana juventud. No es un ayer muy lejano, pero le siento como si lo fuera. Llevo poco más de tres años padeciendo mi dolor. Es un dolor tan grande que yo nunca pude sonreír sin soltarme a llorar.
Por primera vez en muchos años mi tormento cesó por unos instantes; por un momento dejé de pensar. Mi mente se puso en blanco; no había nada, ni un solo pensamiento, ningún recuerdo, nada. Solo era yo en medio de la lluvia caminando a casa. Era tal y como lo hice hace años atrás, tal y como cuando él estaba.
No me importó llegar muy tarde a casa. No me importó el estar empapada por la lluvia y poder resfriarme, nada. Por primera vez, después de tanto, me sentí en paz. Me sentí bien, igual que cuando él estabas a mi lado.
Me es imposible no poder dejar de comparar ese tiempo con el de ahora, pero fue una sensación tan agradable. No me sentí sola a pesar de que la calle estaba completamente vacía. No me sentí triste a pesar de que estaban todas las condiciones para poder estarlo.
Sentí como si me hubieras acompañado por todo el camino. A pesar de llegar mojada hasta los huesos, sentía una calidez igual que la de un abrazo. Sentía como si me hubieras dado un abrazo, pero no uno de despedida, no. Era reconfortante como cuando me calmabas o tomabas mi mano para decirme que nada malo iba a pasar y siempre estarías conmigo.
Ese día el cielo lloró por mi corazón para que después de mucho tiempo volviera a ser feliz; aunque solo fuera por un par de horas, aunque solo fuera hasta el final del día. Fue una lluvia cálida, de esas que calientan el corazón. Realmente hubiera gustado que me acompañaras todo el camino. Seguramente te hubiera dicho: ¿lo viste?, ¿sentiste lo mismo que yo?
Sé que no me responderás, pero yo aún ansío escuchar cada una de tus respuestas. Quiero escucharte como si tú estuvieras aquí, aunque, ahora estoy segura, solo escucharé al viento responder.
No me molesta en absoluto. Estoy en paz. Mi sonrisa ha vuelto a mi lado. No quiero que te preocupes por mí, ya estoy bien. En estos momentos te escribo para que sepas que ya estoy bien. Sé que no me responderás, estás muy ocupado, ya lo sé. Pero dejaré esto para ti, porque quiero que te sientas orgullosa de cuanto he progresado. Gracias por amarme a pesar de estar rota.
Con cariño, Lía.

Comments (0)
See all