Es extraño, nunca antes se me hubiera ocurrido tal cosa. Hubo un día en el que voltee sin pensarlo y apareciste tú. No tenía pensado mirarte, pero no podía apartar la mirada.
Tu
risa me atrajo, me hizo voltear a verte. Luego, miré tus ojos, eran tan
comunes, pero había un brillo peculiar en ellos que, con dos joyas, me gusta
compararlos.
De vez en cuando, te encuentro en mi camino. Te miro a la distancia y no me
atrevo a hablarte.
Últimamente
he notado que te has empezado a dar cuenta. Me miras justo cuando yo lo hago,
luego, volteas y continúas como si no hubiera sucedido.
Es extraño, mi corazón se ilusiona y se lastima al mismo tiempo. Ruego volverte
a encontrar al siguiente día, pero siempre huyo una vez que te veo.
Desearía no ser tan cobarde. Desearía por una vez deshacerme de este miedo. Quisiera acercarme a ti por un instante. No pido mucho, solo deseo que algo haga que nuestros caminos se crucen. Me gustaría que me amaras, pero es un pensamiento egoísta que guardaré hasta que se consuma.
Es extraño, me he enamorado, pero ni siquiera conozco tu nombre. En ocasiones te veo, aunque casi siempre busco la manera de encontrarte, aunque sea a la lejanía. Estoy deseando que me mires, pero no me atrevo a aparecer frente a ti.
A veces me gusta imaginar escenarios en los que pudiese acercarme a ti. Nunca logro convencerme, pero, en esas ocasiones, siempre apareces por ahí. Soy un cobarde que prefiere callar. En muchas ocasiones anhelo que tú cariño llegue a mí. Te miro a la lejanía y otra vez vuelvo a mi realidad.
Un
día me encontraba sentado en alguna banca de algún lugar; no recuerdo que
estaba haciendo ese día ni por qué estaba en ese lugar. Era un día de
primavera, el pasto era verde y los árboles, también. El clima era agradable. El
lugar era lindo.
Puede que tal vez solo sea mi imaginación, la verdad, casi no recuerdo nada de
ese día; mi memoria lo borró y guardó solo lo importante. Era un día agradable,
mi mente así lo cree.
No
recuerdo que hacías, pero si te recuerdo a ti. Ese día lucias radiante como
siempre. Mantenías una sonrisa en el rostro. Era una sonrisa tan dulce, tan
hipnotizante. Caminabas por el lugar buscando a alguien, yo también lo hacía.
Caminaste hasta que lo encontraste y sonreíste. Estoy seguro que eso estaba
detrás de mí, así que voltee a ver qué era aquello que te hacía sonreír así.
Mi corazón se entristecía, pero no lo suficiente, no le dio tiempo suficiente para eso. Te acercabas a mí. Caminaste y te acercabas rápidamente hacia donde estaba. Los latidos de mi corazón se aceleraban con cada paso tuyo que, en el momento en que te desviaras, moriría de un infarto.
Te detuviste. Tus ojos parecían dos obsidianas o un par de jaspes marrones. Tu cabello era largo y castaño. Tu sonrisa era tan cálida. Tú, eras como un sueño. Estabas tan cerca que realmente creí que era otro invento mío.
— Te he visto últimamente — dijiste.
— ¿De verdad? — no podía ocultar mi alegría por más que tratara.
Tú soltaste una ligera risa y me miraste.
—
¿A quién estabas buscando? — dije con toda la valentía que nunca había tenido.
— A ti — respondiste.
Cristian.

Comments (0)
See all