"Bien, soy más rápida y fuerte que ella” pensó Meave mientras una sonrisa ladeada se dibujaba en su rostro, como una marca de triunfo anticipado. Quizás era su ego alimentándose del dominio que estaba mostrando en la batalla, o quizás era el placer de saber que Leon había confiado más en ella que en Pax. La certeza de su superioridad era un combustible ardiente que la impulsaba a seguir adelante, segura de que esta pelea ya estaba decidida a su favor.
Pero esa sonrisa resultó ser un error. Pax, desde el suelo, la observó con ojos encendidos de rabia. Esa expresión de suficiencia, esa arrogancia en el rostro de Meave, era suficiente para encender una chispa en su interior. Apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en sus palmas. Una vibración comenzó a surgir desde lo más profundo de ella, como un rugido contenido que finalmente escapaba.
De repente, una poderosa aura emergió a su alrededor, desbordándose con un brillo cegador que distorsionaba el aire. La furia de Pax se materializó como pura energía, su presencia ahora opresiva, cargando el ambiente con una intensidad que hacía que incluso Meave retrocediera instintivamente. Entonces, portales comenzaron a formarse a su alrededor, oscilando con la misma energía que ella emanaba. Las figuras ondulantes y oscuras de estos portales irradiaban un poder que parecía conectar con algo más allá de este mundo.
Pax, sin embargo, no se detuvo ahí. Cerró los ojos, concentrándose en la energía que fluía desde los portales. Con cada segundo que pasaba, la absorbía como si fuera un torrente interminable, canalizándola hacia su propio cuerpo. Su aura creció, expandiéndose hasta ser completamente visible, pulsando con una luz intensa que casi dolía mirar. El suelo bajo sus pies comenzó a agrietarse por la presión.
Meave, quien hasta ahora había mantenido la calma, frunció el ceño al observarla. Algo no cuadraba. Entonces cayó en la cuenta: los portales de hace un rato no eran obra del ser del bajo astral como había asumido, sino de Pax. El conocimiento la golpeó como un balde de agua fría.
La rubia dejó que su cuerpo flotara ligeramente en el aire, encogiéndose sobre sí misma como si estuviera reuniendo toda su fuerza en un solo punto. En un abrir y cerrar de ojos, salió disparada hacia Meave, como un proyectil cargado de ira y poder, con su codo adelantado como una lanza letal. El golpe rompió la guardia de Meave, haciéndola tambalear. Antes de que pudiera recuperar su postura, la energía acumulada por Pax explotó en un estallido feroz, lanzando a la pelirroja lejos mientras ondas de choque se extendían por el suelo, levantando polvo y fragmentos de roca.
Meave aterrizó con fuerza varios metros más allá, rodando antes de detenerse con un gruñido de dolor. A pesar de la intensidad del ataque, se levantó rápidamente, limpiándose la sangre de la comisura de los labios con el dorso de la mano. Su mirada azul se encendió con una mezcla de furia y determinación.
El intercambio de ataques continuó, con ambas contrincantes lanzándose golpes y contraataques con velocidad y fuerza abrumadoras. Sin embargo, en casi cada ocasión, Pax terminaba recibiendo más daño. A pesar de esto, su ventaja radicaba en los portales que había invocado. Cada vez que se acercaba a uno, su cuerpo se regeneraba instantáneamente, como si estuviera absorbiendo energía ilimitada de ellos. Su respiración se estabilizaba, sus heridas cerraban, y volvía a la carga con renovada ferocidad.
Meave, aunque agotada por la intensidad del combate, ya había notado este patrón. No era una lucha equitativa. Pax podía permitirse ser imprudente, regenerándose al acercarse a los portales, mientras que Meave debía ser precisa y cuidadosa. No podía permitirse errores. Consciente de esto, comenzó a centrar sus movimientos en mantener a Pax lejos de los portales, usando su velocidad y ataques estratégicos para forzarla a luchar en campo abierto.
Sin embargo, algo inesperado sucedió. Un destello brillante se materializó sobre el campo de batalla, y en cuestión de segundos, una barrera translúcida rodeó a ambas combatientes. La barrera pulsaba con una energía desconocida, como una cúpula que las aislaba del exterior. Meave, sin apartar los ojos de Pax, rápidamente evaluó la situación. Esto no era parte de su poder ni del de Pax.
Pax, por su parte, notó la barrera unos segundos después, pero su atención permaneció fija en Meave. La rubia estaba demasiado absorta en su furia y ansias de victoria como para detenerse a analizar. En cambio, decidió aprovechar la aparente distracción de Meave. Reuniendo su energía una vez más, se lanzó al ataque, su cuerpo rodeado por una aura ardiente que hacía temblar el aire a su alrededor.
Meave, sin embargo, no se dejó engañar. Sus ojos se afilaron, y aunque la barrera despertaba preguntas, no podía permitirse desviar su atención de Pax, que ahora parecía más peligrosa que nunca. Lo que fuera que estaba sucediendo, tendría que enfrentarlo mientras seguía luchando.
Pax empuñó su arma con determinación, sus manos firmes y su mirada fija en Meave. La energía se acumulaba rápidamente en el núcleo de su arma, en un resplandor que prometía devastación. La intención era clara: un disparo cargado y rápido que terminaría con su oponente. Meave, ya había anticipado el movimiento y se preparaba para esquivarlo, pero justo cuando estaba a punto de moverse, algo la detuvo.
Una fuerza extraña la inmovilizó. Al mirar hacia abajo, Meave vio cómo una especie de gusano hecho de energía brillante había enredado su cuerpo, atrapándola. “¿En qué momento!?”, pensó con incredulidad mientras luchaba por liberarse, pero el gusano era sorprendentemente resistente, apretándose más con cada intento.
No tuvo tiempo para más pensamientos. En un instante, el disparo de Pax se liberó, un haz de energía tan poderoso que atravesó el aire con un rugido ensordecedor. El impacto golpeó directamente a Meave, rompiendo la atadura de energía y lanzándola hacia atrás con una fuerza devastadora. Su cuerpo fue arrastrado por la explosión, rompiendo árboles y arrasando con todo a su paso hasta que finalmente se detuvo en lo profundo del bosque. El silencio momentáneo que siguió fue pesado, como si la misma naturaleza estuviera conteniendo el aliento.
Pax, aún con su arma lista, respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando mientras trataba de calmarse. Antes de que pudiera procesar completamente lo ocurrido, una voz profunda y calmada resonó detrás de ella, haciendo que todo su cuerpo se tensara.
—Jamás pensé que te vería aquí.
La voz era masculina, familiar, pero completamente inesperada. Pax giró rápidamente, apuntando su arma en dirección al sonido, lista para cualquier amenaza. Sin embargo, cuando vio el rostro de quien hablaba, sus ojos se abrieron con sorpresa, y su expresión cambió de agresividad a incredulidad.
—¡Issac!
El hombre frente a ella sonrió ligeramente, con una expresión tranquila pero intensa, como si estuviera midiendo cada detalle de la situación. Su presencia era imponente, su postura relajada pero cargada de confianza, y el brillo de sus ojos parecía reflejar tanto familiaridad como algo más profundo. Pax bajó lentamente su arma, aunque su cuerpo aún estaba en guardia, incapaz de procesar cómo él había aparecido aquí, en este lugar y en este momento.
—¿Recuerdas que te dije que habitaba mucho por aquí? —dijo Issac, su voz calmada pero cargada de intención—. Reconocí la energía emitida hace un rato, era la misma que emitías en el instituto y quise comprobar.
Pax asintió, su mente trabajando rápidamente para evaluar la situación.
—Mira, necesito tu ayuda, te explicaré todo después —respondió, su tono urgente.
—¿Contra la pelirroja? No hace falta, ya conozco a esa embustera —replicó Issac, su rostro ensombreciéndose al mencionar a Meave. Pax lo observó, notando la tensión en su expresión, pero decidió no preguntar por el momento. En cambio, buscó a Meave con la mirada, consciente de que cualquier distracción podría aumentar su ventaja.
—Ten cuidado, es muy hábil —advirtió Pax mientras su arma cambiaba de forma, transformándose en algo más parecido a una escopeta, lista para el combate.
Issac asintió y tomó posición de combate junto a ella, su propia postura demostrando años de experiencia. Pero justo cuando ambos parecían preparados, algo completamente inesperado sucedió. En un parpadeo, Meave apareció en medio de ellos, moviéndose con una velocidad sobrenatural. En sus manos sostenía una hoz hecha de la misma energía carmesí de sus espadas, pero mucho más afilada y mortal. Antes de que Pax o Issac pudieran reaccionar completamente, la pelirroja ya había balanceado la hoz con una habilidad impresionante.
El ataque fue certero. La hoja carmesí trazó un arco letal en el aire, el filo cortó el aire con un silbido mortal, y antes de que pudieran hacer algo, el brazo derecho de Issac fue cortado limpiamente. Un grito de dolor escapó de sus labios mientras caía de rodillas, presionando el muñón sangrante con su mano izquierda. La sangre salpicó el suelo, Pax reaccionó instintivamente, pero cuando disparó, el movimiento ágil de Meave desvió el tiro con el mango de la hoz, haciendo que la bala de energía se perdiera en el aire. —¡Issac! —gritó Pax, apretando los dientes mientras levantaba su arma. Pax no se dejó intimidar. En cuestión de segundos, reajustó su postura y disparó de nuevo, esta vez con más precisión.
El disparo logró rozar el torso de Meave, arrancándole un pequeño gruñido mientras una línea roja aparecía en su costado. Meave soltó un breve quejido de dolor cuando el disparo rozó su torso, pero no dejó que eso la detuviera. En un movimiento fluido, balanceó su hoz en un arco que atravesó el espacio entre ella y Pax, cortando limpiamente el arma de la rubia en dos. Sin darle tiempo para reaccionar, Meave siguió con una patada directa al rostro de Pax, que impactó con fuerza, haciéndola retroceder.
Sin embargo, antes de que Meave pudiera capitalizar su ventaja, sintió un tirón en su otro pie. Fue atrapada por un agarre invisible y poderosa, y en un instante, fue azotada contra el suelo con una fuerza brutal. El impacto la dejó aturdida, y antes de que pudiera recuperarse, fue azotada nuevamente, el dolor reverberando por todo su cuerpo.
Desesperada por liberarse, Meave luchó contra el agarre, cortándolo finalmente con un movimiento rápido de su hoz. Pero antes de que pudiera levantarse, un par de gusanos de energía la atraparon de nuevo, inmovilizando sus manos y pies con una fuerza implacable.
—Estilo vacío, gusanos... “cough” astrales —dijo Issac con voz rota por el dolor. Estaba de pie, tambaleándose mientras levantaba su mano hacia Meave, concentrando su magia en mantener los gusanos firmemente anclados. Su rostro estaba empapado de sudor, pero su determinación era evidente. Con un esfuerzo lento, comenzó a caminar hacia un portal cercano, su brazo cortado sangrando profusamente mientras lo sumergía en el portal, como si buscara algo en su interior.
Pax observó la escena, limpiándose la sangre de su rostro mientras recobraba el equilibrio. Su mirada se movió entre Issac y Meave, evaluando rápidamente la situación. La pelirroja gritaba de dolor, su cuerpo estirado al límite mientras los gusanos astrales la jalaban en direcciones opuestas, como si quisieran partirla a la mitad. El suelo alrededor de ella comenzaba a resquebrajarse bajo la presión, y su grito resonaba como una mezcla de furia y desesperación.
Issac observó su nuevo brazo con una mezcla de satisfacción y cansancio. El miembro regenerado, aunque no de carne, pulsaba con energía astral, un tono morado brillante que irradiaba un leve resplandor. Flexionó los dedos, probando su funcionalidad antes de hablar, su voz cargada de una mezcla de explicación y advertencia.
—Mi magia me permite controlar los entes del bajo astral, encantar objetos y curarme con energía negativa.
La declaración resonó en el ambiente mientras retiraba completamente el brazo del portal, ajustándose a la nueva extremidad. Pax, al escucharlo, dejó escapar una risa corta, casi emocionada. Su mirada se iluminó, como si la revelación de Issac despertara una conexión más profunda entre ambos. —Yo también me curo con energía del bajo astral. —Un destello de emoción cruzó su rostro mientras dirigía la mirada hacia Meave, atrapada y vulnerable —Entonces tenemos una ventaja aquí, ¿no?
Una sonrisa peligrosa se formó en sus labios mientras ajustaba su postura, concentrando energía en sus manos. La esencia de su magia crepitaba en el aire, como si el entorno mismo respondiera a su llamado. Sin perder tiempo, Pax comenzó a formar una nueva arma: una lanza afilada y larga y delgada, que brillaba con un tono oscuro intercalado con destellos púrpuras. Sin dudarlo, lanzó la lanza con precisión mortal.
La lanza atravesó el aire con un silbido agudo, impactando en uno de los muslos de Meave. El dolor fue inmediato y desgarrador, arrancándole un grito que resonó en el aire. La herida ardía, y la sangre comenzó a manar, empapando la tela de su ropa.

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