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Voracity's End [ESP Novel]

Un ayer nostalgico pt 6

Un ayer nostalgico pt 6

Feb 07, 2023

Por otra parte, Masaru yacía explorando uno de los pasillos con una gran bolsa de harina de hotcakes, una bolsa de azúcar glass, mantequilla, miel de maple, mermelada de fresa, dos docenas de huevos y dos galones de leche.

“Hmm… ‘Devil’s Vanilla’”murmuró el pelinegro mientras paseaba la mirada por las cajas de mezcla para pastel. En la portada se veía la imagen de un rey demonio caricaturizado mientras se saboreaba un bizcocho de vainilla, Masaru no pudo evitar sonreír. “Ehh, es tan extraño ver al señor del inframundo siendo tan amable. Me pregunto qué diría Mitsuru”

El niño sujetó la caja para ver al rey demonio de más cerca y notar un castillo sencillo.

“Me pregunto si se sentirá solo en un lugar como ese…” murmuró para sí mismo antes de mirar hacia la parte superior del estante contrario. ¿Por qué? Es sólo que el pelinegro había tenido la sensación de que algo o alguien lo estaba observando; sin embargo, no parecía haber nada. El de ojos verdes intentó encontrar lo que fuera que había percibido, pero el interés le duró poco al repentinamente escuchar a unos niños hablar.

“¿Viste como el tonto hermano de Ira estaba junto con su disque hermano en la entrada?” dijo alguien de repente. Masaru buscó el origen de la voz, percatándose de que estaban en el pasillo adyacente al suyo, justo del otro lado del estante que estaba viendo.

“Sí, se veían muy fuera de lugar. ¿a quién estarían esperando?”

“Seguramente Ira los hizo esperar obedientemente por él, no me sorprendería que intimide a su propia familia. ¿O quizás a sus padres? De ser así deberíamos avisarle a-” al escuchar esto, Masaru apretó la quijada con pura irritación.

“No lo creo, escuché que los abandonaron y ahora viven solos” 

“Eh… Seguro que no querían tener hijos así de inútiles”

“¡Sí, no saben más que causar problemas a donde sea que-!” exclamó otro, siendo interrumpido por Masaru, quien había llegado corriendo para darle un puñetazo en la cara. El otro niño se apartó al ver esto y en cambio miró al pelinegro con aversión.

“Vaya, vaya… Sí que tienen agallas para decir estupideces al aire libre” dijo Masaru al golpear la palma de su mano con la otra en forma de puño repetidas veces. 

“¡Es el bicho raro del infierno!” exclamó uno. Masaru lo miró con incredulidad ante el apodo estúpido. 

“¡¿Qué hace la criatura del averno aquí?!”

“Criatura del averno… Bicho raro del infierno… ¿Se puede saber qué les dio por llamarme de formas vergonzosas? Hacen que quiera pegarles por la pena ajena que dan”

“¡¿Qué es lo que quieres?!”

“¿Hm? Bueno… Que dejen de decir tonterías sobre mi familia, a menos de que quieran ser la excusa de hoy para darle una paliza a alguien” sugirió Masaru al verse muy dispuesto a golpearlos.

“¡Sólo nos amenazas porque sabes que es verdad!” Masaru suspiró e inmediatamente dio un paso hacia adelante de forma amenazante, se veía a nada de soltar puñetazos.

“¡¿Quién fue el que dijo que nuestros padres nos abandonaron?!” exclamó el pelinegro mientras los niños daban un paso atrás con nerviosismo.

“¡Eso fue-!” antes de poder contestar, Masaru abrió los ojos de par en par al ver un líquido dirigirse hacia él.

“Fui yo, ¿algún problema?” dijo una voz femenina. Masaru apretó los ojos por reflejo e instantáneamente se los cubrió mientras agonizaba por el ardor provocado por unas gotas que habían entrado en sus ojos. 

 Erika se había acercado a donde estaban con un bote de vinagre de alcohol, lo había abierto y con un movimiento lo había arrojado hacia Masaru para hacerlo retroceder.

“¿Y bien? ¿Encontraron la salsa picante que les dije que buscaran?” preguntó ella al ver a los dos niños con impaciencia.

“Uhm, nosotros…” 

“¡Ugh…! ¡Esto quema…!” exclamó Masaru sin poder evitar lagrimear en consecuencia. Erika volteó a verlo con diversión, no podía perderse el ver a uno de los hermanos de Ira agonizar patéticamente. 

La niña sujetó una de las muñecas de Masaru y prontamente lo jaló de forma que dejara de cubrirse para poder verlo sufrir.

“Aw, ¿qué pasa? ¿Acaso la mascota está llorando porque extraña a su dueño?”

“¡No es así, esta cosa arde! ¡No tienes idea de lo que me lanzaste!”

“Dime, perrito, ¿qué haces lejos de la copia barata?”

“¡Cállate! ¡No le digas así, eres una…!” al escucharlo gritar, Erika rápidamente lo jaló del cabello y lo observó de más cerca.

“¿Y qué piensas hacer al respecto? Estás cubierto de vinagre de alcohol y yo tengo una caja de cerillos. Si tienes cerebro sabrás lo que quiero decir” dijo ella al sonreír con satisfacción viendo al otro quejarse.

“¡Tú…!” Masaru entreabrió los ojos como pudo, luciendo tal y cómo si en verdad estuviera llorando por aflicción debido a no poderlos abrir bien. La castaña sonreía con malicia, no obstante, tras observar su expresión con detenimiento…, ésta pronto se vio confundida debido a una emoción que en ese momento no podía identificar; sin embargo, no tuvo tiempo de interpretarlo al ser golpeada por algo duro y polvoso por un lado de la cabeza.

Erika volteó en dirección del golpe e inmediatamente fue recibida por una nube espesa de azúcar glass que le cubrió el rostro y el cabello. Tosió, parpadeando con furia mientras el polvo dulce se le metía en la boca y la nariz. Frente a ella, con la bolsa aún abierta en las manos y restos de azúcar cayendo de los bordes, se encontraba Daitaro, quien la miraba con severo disgusto.

“¡Masaru! ¿Estás bien?” preguntó Daitaro al acercarse rápidamente a Masaru. Luego de verlo asentir pese a su dolor actual, procedió a ponerlo detrás de él. Los otros dos niños ignoraban la escena mientras buscaban la salsa que Erika quería, por lo que Daitaro optó por sólo enfocarse en ella.

“Qué sorpresa que tengas cara para verme luego de que te descubriera espiandome”

“¿Eh…?” murmuró Masaru aún con los ojos cerrados. ¿Ira había hecho qué?

“Piensa lo que gustes, pero, ¿acaso planeabas encender un cerillo?”

“Duh, ¿acaso tenías que decirlo para que tu hermano entendiera?”  

“¿Y qué esperas?” preguntó el pelirrojo con una sonrisa ‘amable’.

“¿Qué?”

“Te estás tardando” 

“¿Crees que no soy capaz de encenderlo? No me culpes si tu hermano arde en llamas por tu tonta provocación”

Ante la amenaza, Daitaro soltó una risita la cuál parecía expresar diversión y burla a la vez.

“¡¿De qué te ríes?!”

“Ahaha, lo siento, es sólo que…” el pelirrojo se secó una lágrima brevemente antes de entrecerrar los ojos y mirar a Erika con lástima. 

“Sí sabes que el azúcar en polvo es altamente inflamable…, ¿verdad?”

“¿Ira…?” murmuró Masaru sin entender la razón de que estuviera hablando así. Sabía que quería intimidarla, pero…

“¿Qué dices? Pero qué tontería, cómo va a ser-” mientras la castaña intentaba burlarse, ésta observó la forma en que Daitaro sacaba un encendedor tipo zippo de uno de sus bolsillos.

Perpleja, la niña miró al pelirrojo ponerse un puñado de azúcar en la boca para entonces estirar el brazo con el encendedor lo suficientemente lejos con tal de escupir el azúcar a la flama, resultando en un breve estallido instantáneo de chispas y una pequeña llamarada que iluminó el ambiente.

Los dos niños que antes buscaban la salsa, presenciaron esto y prontamente salieron corriendo asustados de la evidente amenaza del de ojos rojos. Masaru había intentado ver lo que estaba pasando, pero todavía le costaba abrir los ojos debido al dolor, mientras que Erika se había quedado helada.

“Entonces… estabas por encender un cerillo, ¿cierto?” preguntó Daitaro con curiosidad.

“Yo…”

“Oh, ¿acaso no tienes ninguna caja?”

“E-Eso es…”

“¿Necesitas que te ayude?” ofreció Daitaro mientras le enseñaba el encendedor.

“¿Me estás amenazando a mí? Pero qué tierno-”

“3…”

“¿Q-Qué?”

“2…” 

Sin demora, Erika se retiró molesta del lugar, cosa que hizo que Daitaro sonriera complacido.

“Ira…, no ibas en serio, ¿o sí?” preguntó Masaru al ver a su hermano con los ojos todavía lagrimeando, había logrado abrirlos un poco pese a que todavía le ardían.

“Masaru, no fuerces tus ojos” 

“¿El azúcar en polvo de verdad es inflamable?” Ante la pregunta, Daitaro asumió que su hermano no había visto la demostración.

“¡Por supuesto! No vayas por ahí encendiendo cosas, es peligroso”

“¿Y por qué es que aún tienes ese encendedor?...” preguntó el pelinegro sin entender qué hacía su hermano paseando con eso en el bolsillo.

“¿Realmente importa? Mejor vamos al baño a que te laves los ojos” sugirió el pelirrojo al sujetar a su hermano de la mano con tal de guiarlo.

“De acuerdo…”

“¿Te duele mucho?”

“Molesta mucho pero estaré bien dentro de poco”

“Siento mucho no haber llegado antes…”

“Está bien, imagino que pudiste desquitarte aunque sea un poco, ¿No es así?” sugirió Masaru al sonreír. “Su reacción hizo que valiera la pena, ¿verdad?”

“Nada haría que valga la pena que sufras, Masaru… Ah… Quizás debamos buscar a Daiki después de que te laves e irnos a casa”

“¡¿Qué?! ¡No! ¡Necesitamos esos ingredientes, estaré bien!”

“Pero…”

“Ya tenía varias cosas en el carrito, lo dejé en el pasillo de al lado, en donde está el cereal. Me falta ir por helado y preguntarles a los dos si quieren algo más”

“Está bien…, yo aún tengo que comprarte el pan salado que te prometí” dijo Daitaro mientras consideraba comprar la galleta además del pastel de Daiki. Masaru asintió mientras se dejaba llevar por su hermano al baño.

enthriex
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Mermaidbird
Mermaidbird

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Ay no, pero que ignorante esa tal Erika, si de por sí el azúcar se carameliza a altas temperaturas y al contacto con ésta duele terrible, no digamos si el azúcar entra en contacto directo con el fuego. Daitaro es todo un basado. xD

Y ehmm..., si Masaru quiere aprender a cocinar, sobre todo postres, debe tener muy presente ese pequeño pero importante detalle. 😅

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