~•~• MEFIS •~•~
Mefis tiene lecciones con su padre de vez en cuándo. Quizá es el mejor momento del día para él, y después están las tardes de juegos con el humano que se han vuelto parte importante de su rutina a la cuál no piensa faltar nunca.
Mientras avanza detrás de su padre, por un largo pasillo de la mansión, piensa cómo reaccionaría este, ante la idea de que tenga un amigo humano a escondidas suyas. Mefis pensó que no era el momento adecuado para confesar ese tipo de cosas, ya que a su padre no le gustaba que lo interrumpiera durante una lección. Así que guardó silencio y prefirió prestar atención a lo que su padre iba a enseñarle.
Llegaron a un pasillo por el cuál Mefis no se había aventurado todavía. La mansión era tan grande que ni siquiera él conocía todos sus recovecos, porque le parecía demasiado aburrida, pero al ver los retratos con demonios parecidos a su padre, captaron su atención en seguida. Los retratos mostraban a un demonio y a un humano, el humano estaba sentado en una silla y detrás de este posaba el demonio de diferentes formas en cada cuadro. Los humanos eran los que parecían cambiar más entre cada retrato, aunque si compartían ciertos rasgos parecidos que apenas Mefis pudo notar. Él se acercó a uno de ellos y leyó la inscripción que había debajo del cuadro, esta ponía:
Heinrich Faust & Mefistófeles.
Su padre notó la curiosidad de su hijo y esbozó una sonrisa de satisfacción. Llegaron a un despacho al final del pasillo, el cuál tenía un retrato más grande que los demás, este si tenía al padre de Mefis en él y a un humano joven, bastante grande y fornido, que por algún motivo se le hacía extrañamente familiar, aunque no le dió mucha importancia debido a que no había visto a muchos humanos en su vida. Mefis se acercó para leer la inscripción y esta ponía:
Frank Heinrich Faust & Mefistófeles III
Mefis miró a su padre quién lo invitó a sentarse en uno de los sofás del despacho. El señor demonio no tomó asiento, se quedó frente a su cuadro, contemplándolo con una gran sonrisa mientras empezaba a hablarle a su hijo.
- Verás, los humanos son avariciosos, Hijo. Eso ha sido uno de sus más grandes pecados y por eso, es que nosotros los demonios tenemos que aprovecharnos de las debilidades de los mortales para sacar provecho de sus almas.
<< Al que vez aquí - Continúo diciendo mientras señala a su retrato, acompañado de un humano que aparecía en primer plano- Es sin duda un humano inteligente pero al mismo tiempo ingenuo, que firmó un contrato conmigo, hace mucho tiempo.... Nuestro linaje, querido Mefis, es muy importante. Parte de nuestros poderes se basan en otorgarle a alguien un deseo, un don, a cambio de su alma. Lo que desea no es lo que nos importa, sino su alma. Cómo demonios, nos alimentamos y vivimos por ellas, las usamos aquí en el infierno cómo queramos y somos libres de establecer contratos a conveniencia para nuestro propio beneficio. El humano en cuestión no sabe lo que hace y firmará sin importar lo que sea, solo son egoístas y buscan hacerse más poderosos, sobrepasar el otro y ser mejores que los demás.
"Quizá son muy parecidos a nosotros" pensó Mefis en su momento, ya que todo lo que describía su padre era cómo si estuviera hablando de si mismo, aunque Mefis no se atrevería a decirle algo así a él.
- Mira hijo. Este es Heinrich Faust- Mefistófeles movió su mano de uñas largas y ennegrecidas, haciendo que uno de los cuadros del pasillo se descolgara de la pared y se acercara flotando a ellos. Era el cuadro que Mefis vio al principio del pasillo- el humano que cambió su alma por él conocimiento infinito. A partir de aquí es que nuestra historia...¡Nuestra familia! Surgió de las tinieblas del mismísimo infierno y conseguimos adueñarnos incluso de uno de los círculos del infierno. Ni siquiera el propio Lucifer puede interferir en nuestros negocios, lo que dictamina lo poderosa que puede llegar a ser nuestra familia.
El demonio volvió a mover su mano en el aire cómo si empujara algo invisible. El cuadro que atrajo regresó a su posición original en el pasillo.
- El descendiente de Fausto, cayó en la misma trampa que su padre- Prosiguió Mefistófeles-.Nació en cuna de oro gracias a que su padre fue un genio e hizo cosas increíbles para el mundo humano. Su hijo al ver el éxito en la familia, gracias al poder del contrato demoníaco, decidió establecer uno él también y el don que pidió fue uno incluso más impresionante que nos posicionaría cómo una de las mejores familias del mundo monstruo. Él pidió que toda nuestra descendencia, tanto humana como demoníaca, se vieran obligados a firmar el contrato para que ambas familias siguieran disfrutando del poder y el reconocimiento.
<< Cómo puedes ver - Mefistófeles levantó los brazos y miró al gigantesco cuadro que tenía en su despacho, y luego señaló los que estaban en el pasillo- estos cuadros representan a cada uno de esos humanos y a cada uno de nuestros predecesores que han firmado el contrato para mantener el estatus de ambas familias en ambos mundos. A cada uno de estos humanos se les otorgó algún don, que potenciara sus habilidades en las artes y las ciencias, para que pudieran mantenerse en su mundo cómo una familia prestigiosa, pero con un secreto oscuro que nunca se lo revelaron a nadie. Mientras que nosotros, nos nutríamos de sus almas y nuestros poderes se hacían más fuertes a medida que nos alimentábamos de dichas almas prodigiosas.
El señor demonio se acercó a su hijo y se inclinó hacía su él con una sonrisa para verlo directo a los ojos.
- ¿Ves?- dijo después de una pausa-Todo esto será tuyo también. Serás un gran señor demonio cuándo crezcas, así cómo yo y tu abuelo y tus antepasados. Por ende, llegará el momento en el que te reunirás con él humano con él cuál formarás el contrato. Podrás usarlo cómo desees, incluso cómo tu esclavo si eso deseas. Su alma será tuya de todos modos.
- Eso significa que tendré a alguien a mi lado, que me haga compañía. Así cómo tu dijiste que pronto dejaría de estar solo - dijo Mefis con una sonrisa. Su padre hizo una mueca de desaprobación, aunque realmente pensó que quizá cuándo crezca su hijo su perspectiva cambiaría a cómo el esperaría.
- Recuerda que tu deber está aquí abajo, hijo - Mefistófeles cargó a su hijo en brazos y lo sacó del despacho. Volvían a recorrer el pasillo de los cuadros por el que habían venido- Los humanos son herramientas para nosotros, no son compañía, no nos sirven para nada más ¿Entendido?
Mefis no entendía porqué simplemente no podía tomar a su humano cómo la compañía que tanto había querido, no veía nada malo en que fueran amigos. Además, se preguntó si el humano del cual se había hecho amigo era el mismo con quién tendría que firmar un contrato; para él, y si era así, Mefis no podía estar mas contento al respecto pues le agradaba su compañía y quería seguir siendo su amigo hasta la eternidad. Aunque aún existía la posibilidad de que quizá fuese otro humano...

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