Yuri está en su habitación, investigando sobre las familias yakuza en su computadora portátil. Su expresión es preocupada.

Encuentra un viejo artículo sobre una masacre en un bar, donde todos los presentes fueron asesinados. La policía nunca encontró al culpable.

Yuri frunce el ceño, sintiendo que esta historia está conectada con algo más grande.

Taro camina por una calle solitaria, con las manos en los bolsillos. Un recuerdo fugaz de la noche en el bar pasa por su mente.

En un flashback, se ve a un hombre borroso matando a varias personas en un bar, pero la escena está borrosa.

Taro sacude la cabeza y murmura: "Otra vez no…"

En una oficina oscura, un hombre de mediana edad fuma un cigarro. Su escritorio está lleno de documentos sobre la familia Matsumoto.

"Entonces el chico quiere salir del juego… No lo dejaremos", dice con una sonrisa cruel.

Un subordinado asiente y sale de la habitación con una expresión sombría.

Yuri se encuentra con su amiga, Lila, en un café.

“He estado investigando a la yakuza… y creo que Taro está involucrado más de lo que parece”, dice Yuri.

Lila la mira con preocupación. “¿Estás segura de que quieres seguir adelante con esto? Podrías meterte en algo peligroso”.

Taro llega a su apartamento y encuentra una nota deslizada por debajo de la puerta.

La nota dice: “Encuéntrame en el muelle a medianoche. O los fantasmas del pasado te devorarán”.

Su expresión se endurece. “Así que finalmente vienen por mí…”

Taro se sienta en su apartamento, sosteniendo la nota que encontró.

La luz de la lámpara ilumina su rostro en las sombras.

Se levanta, agarra su chaqueta y murmura: “No hay vuelta atrás”.

Afuera, la ciudad bulle con luces de neón y ruido, pero Taro se dirige decidido hacia el muelle.

Yuri, en su habitación, mira fijamente la pantalla de su portátil. La noticia de la masacre en el bar sigue en el aire.

“Ese bar… sucedió hace años, pero nadie sabe quién lo hizo…”, murmura.

Encuentra una lista de nombres de sospechosos de pertenecer a la yakuza, y el apellido “Matsumoto” aparece entre ellos. Su expresión se endurece.

En el muelle, Taro camina con las manos en los bolsillos, pero sus ojos escudriñan cada sombra.

Una figura con un cigarrillo encendido lo espera, apoyada contra una barandilla de metal.

“Ha pasado un tiempo, Taro”, dice la figura.

Se revela un hombre alto con cicatrices en la cara: Kaito, un ex miembro de la familia Matsumoto.

“Sigues vivo después del bar… Pero eso no significa que puedas escapar de tu destino”.

Taro aprieta los puños. “No tengo nada que ver con eso”.

Kaito sonríe. —Claro… pero todos sabemos la verdad.

De entre las sombras, aparecen dos hombres armados, bloqueando la salida.

Taro suspira. —Supongo que hablar no era una opción.

En casa, Yuri busca más información y encuentra otro artículo:

“El único sobreviviente de la masacre del bar desapareció sin dejar rastro”.

“Esto es más grande de lo que imaginaba…”, murmura Yuri.

Mira su teléfono, dudando en llamar a Taro.

En el muelle, Taro esquiva el primer golpe de un enemigo y contraataca con velocidad.

Kaito observa, sonriendo. —Aún eres rápido… ¿Pero puedes con todos ellos?

Aparecen más hombres, rodeando a Taro.

Taro respira profundamente. —No tengo elección…

Se lanza contra el primer enemigo con una velocidad mortal.

Su expresión es fría y calculadora. El asesino que una vez fue ha despertado.

Fin del capítulo.