Apenas cerró la puerta del baño, Seiji se apoyó contra ella y cerró los ojos con fuerza. Sus dedos se deslizaron hasta su frente, masajeando la tensión acumulada en su ceño, pero no sirvió de nada. El nudo en su garganta seguía ahí, oprimiéndolo, arañando su interior como un animal desesperado por salir.
El sonido del agua llenó el cuarto cuando abrió la ducha, dejando que el vapor comenzara a envolver el pequeño espacio. No se molestó en quitarse la ropa de inmediato. Su cuerpo se sintió pesado, sin fuerzas, como si su propia existencia le pesara demasiado. Se deslizó lentamente hasta quedar de rodillas en el suelo frío del baño.
Fue entonces cuando las primeras lágrimas cayeron. Sin previo aviso, sin contención. Se cubrió la boca con ambas manos, ahogando el sollozo desgarrador que amenazaba con escapar. Su pecho subía y bajaba en espasmos irregulares, y su visión se volvió borrosa por las lágrimas.
Todo lo que había intentado ignorar, todo lo que había enterrado en su mente, ahora lo golpeaba sin piedad. Había perdido todo.
Pasó toda su vida planeando su escape de esa casa. Soportando cada golpe, cada insulto, cada noche en vela diciéndose a sí mismo que algún día sería libre. Se esforzó hasta el límite para graduarse, para conseguir un empleo, para ahorrar cada centavo en secreto. Su plan estaba casi completo. Solo necesitaba un poco más de tiempo.
Pero ahora... ahora no tenía nada.
Todo se había reducido a cenizas junto con esa casa infernal. Su dinero, su trabajo, su futuro. Sus esperanzas de una vida tranquila lejos de ese infierno habían ardido en el mismo fuego que se llevó a su padre.
Un escalofrío recorrió su espalda.
"Estoy atrapado", pensó con desesperación.
Las lágrimas continuaron cayendo, y aunque su cuerpo temblaba, se obligó a seguir cubriéndose la boca. No podía permitirse ser escuchado. No podía mostrarse débil. No cuando sabía que Kaoru estaba ahí afuera, esperando cualquier signo de quiebre, cualquier cosa que lo hiciera parecer más culpable.
Se obligó a respirar. Un sollozo más fuerte se filtró entre sus dedos, pero el sonido del agua corriendo lo ahogó lo suficiente. Seiji se abrazó a sí mismo, sintiéndose miserable. Se quedó así por un tiempo indefinido, dejando que su llanto fluyera hasta que su cuerpo estuviera demasiado agotado para seguir.
Justo cuando comenzaba a recuperar el control de su respiración, un golpe seco en la puerta lo hizo sobresaltarse.
—Oye —la voz de Kaoru se filtró a través de la madera—. Llevas mucho tiempo ahí dentro.
Seiji sintió su corazón acelerarse por el pánico momentáneo. Se apresuró a limpiarse la cara con la manga de su camisa, asegurándose de eliminar cualquier rastro de su descontrol.
—Estoy aquí —respondió, esforzándose por mantener su voz estable.
Hubo una pausa. Kaoru no parecía convencido.
—No te he escuchado moverte.
Seiji cerró los ojos, tragándose el resentimiento que amenazaba con asomarse. No podía perder la calma. No ahora.
—No he escapado por el desagüe, si es lo que piensas —dijo con un deje de burla en su tono, aunque su garganta seguía ardiendo por el llanto reprimido.
Otro momento de silencio. Finalmente, Kaoru soltó un resoplido, como si estuviera fastidiado.
—Apúrate.
Los pasos del alfa se alejaron, y Seiji se permitió un último suspiro profundo. Se incorporó lentamente, tambaleándose por el entumecimiento de sus piernas, Se despojó de la ropa con movimientos lentos y entró en la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su cuerpo. El calor relajó sus músculos tensos, pero no podía eliminar el vacío dentro de él..
Sabía que este era solo el comienzo de su lucha.
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