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Nuestro Mundo Inquebrantable

Gloria

Gloria

May 29, 2025

A la cuenta de tres, vas a abrir los ojos. Todo estará en orden, y no habrá nada de lo qué preocuparse. 

Escucho a los niños gritar desde temprano. 

Uno. 

Dos. 

Tres. 

Alguien se cayó y está llorando. 

Hoy hay que preparar a los niños para la misa, luego tienen que desayunar y al final organízales alguna actividad para que luego estén por ahí. Es domingo, día del señor, vamos a celebrar y luego a descansar. 

Pero nunca hay descanso. 

Ya despertaste a Enrique y Josué. María y Anita no fue necesario, las encontraste conversando, son buenas niñas, menos mal. La hermana Ángela te ayudó con Emilia y Rosa. Te faltan Andrés y Sebastián. 

Pero no quiero. 

Anoche se durmieron tarde, lo sabes porque cuando te levantaste al baño los escuchaste riendo y conversando. Como lo hacían bajito no les dijiste nada, ahora sientes en la boca del estómago el peso de la culpa. 

Debí regañarlos. 

La incertidumbre te nubla el juicio, en la yema de los dedos sabes que en cualquier momento vas a perder el control. Cuando se trata de ellos dos, siempre pierdes el control.

Son peligrosos.

Estás frente a la puerta de la habitación de los niños. Revisas los letreros de foami que tú misma hiciste, el nombre de Andrés está en naranja y el de Sebastián está en azul. 

No estás ahí para revisar los letreros. Son nuevos, tú sabes que no tienen nada de especial. 

No quiero abrir la puerta. 

Respiras profundo, ves al techo, luego a un lado y otro del pasillo. Algunos niños caminan por ahí, un par de monjas están pendientes de ellos. A tí sólo te falta despertar a Andrés y Sebastián. El día no puede avanzar hasta que los despiertes. 

No quiero. 

Te das la vuelta, saludas a una niña nueva que no recuerdas su nombre y le ayudas a peinarse. Quedó preciosa. Lástima que tiene el cabello tan liso que con un par de saltos todo se le va a desarmar. Cuando se fue notas que se está pelando la pintura de la pared, verdad que la madre superiora había comentado algo de repintar… 

¡No te distraigas! ¡Tienes que despertar a los niños! 

Me da miedo. 

Estás viendo la puerta de la habitación de nuevo. Revisas los letreros de foami que tú misma hiciste, el nombre de Andrés está en naranja y el de Sebastián está en azul. Desenfocas los ojos y ambos nombres se mezclan. El resultado es un verde feo. Enfocas los ojos y los colores regresan a donde estaban. No se oye nada desde adentro, definitivamente están durmiendo.  

No quiero.

El pulso se te acelera, te hormiguean las manos, cada vez es más difícil respirar, como si algo dentro de ti te aplastara el pecho, o te empujara el corazón hacia el estómago. Recuerda que no puedes hacer más nada hasta que este par esté despierto. 

Deja de rascarte la mano, no tienes nada.  

No quiero saber qué voy a encontrar. 

Te pica la cabeza, detrás de la oreja. Tratas de rascarte pero el velo no te deja. La comezón se te extiende hacia los ojos y la frente. Luego pica el cuello. Pero sabes que no tienes nada. La cintura del vestido molesta. Los zapatos aprietan. Las medias de nylon dan calor y raspan. Ahora pican las palma de las manos, justo en el centro, luego entre los dedos. Sientes las medias ásperas en los muslos. Tienes el pulso en la garganta. 

Me da miedo. 

Tienes que entrar y despertar a Andrés y Sebastián, o van a llegar tarde a la misa. Tú también vas a llegar tarde. Y te van a regañar, como siempre, por culpa de ellos dos.  

¿Y si están durmiendo juntos? 

Tragas en seco, te rascas el espacio de piel en tu frente que cubre el velo, por andar moviéndolo sientes un alfiler que se mueve, probablemente debas de acomodarte todo de nuevo. La hermana Ana pasa caminando rápido detrás de ti y te avisa que se está haciendo tarde. Te muerdes la mejilla, masticas algo imaginario, tragas saliva, respiras. 

Me da miedo. 

Con la piquiña en las manos agarras la manija. Estás viendo la puerta de la habitación de nuevo. Revisas los letreros de foami que tú misma hiciste, el nombre de Andrés está en naranja y el de Sebastián está en azul. Toda la incomodidad que sientes te irrita. 

¿Por qué me da miedo? 

Abres la puerta de golpe, los niños saltan en la misma cama. Estaban durmiendo juntos. Tus miedos se hacen realidad, te nubla la mente. El peso en el pecho y el estómago ahora arde, la ira te calienta la cara y el cuello. Otra vez pierdes el control. Tu deseo más profundo en ese momento es que ambos niños sean de trapo para poder sacudirlos y tirarlos contra el piso.

Porque son unos salvajes.

A Sebastián lo agarras del cuello de la camisa y como si fuera un animalito lo tiras en su cama. A Andrés lo agarras del brazo y lo pones frente al clóset para que se vista. Los dos se quejan de que estás siendo muy brusca y que les duele. Algo sobre la cabeza, algo sobre rasguños. No te importa, porque cuando pierdes el control no piensas, después te confiesas y Dios te perdona. 

Tú les dices que todos están apurados y que van a llegar tarde. No importa peinarse, lavarse los dientes o darse los buenos días, los tres deben de estar en la capilla lo antes posible. 

Porque hacen lo que quieren. 

Sebastián se pone a llorar y Andrés empieza a contestarte. Todo te arde, no tienes tiempo para resolver el problema que tú misma armaste, no tienes tiempo para respirar un momento y recuperar el control, no tienes tiempo para consolar a Sebastián, no tienes tiempo para dialogar con Andrés para que se calme, no tienes tiempo de vestirlos bien, no tienes tiempo de acomodarte el velo, pero después de misa ya tendrás tiempo para solucionar tus problemas. Todo se soluciona después de misa.  

Pero en realidad sí tenías tiempo, es solo que lo perdiste, frente a la puerta, viendo los letreros de foami que tú misma hiciste, el nombre de Andrés está en naranja y el de Sebastián está en azul.

¿Y si ya se besan?


marialhpotter
Iann Lundberg

Creator

Me tardé mucho escribiendo esto porque es dificil conectar con Gloria XD pero ya volvi ;w;

#IannLundberg #nuestromundoinquebrantable #novela #drama #romance #lgbtq

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