«Ya es verano»

La ligera brisa movía los cabellos de Selene mientras ella observaba desde la lejanía a los dos amantes besarse en el balcón.

— ¿Qué te sucede? — dijo Débora.

— Nada — suspiró — es solo que el no salir por un tiempo me hace sentir             abrumada.

— Sí, me imagino — con una expresión seria miró a la lejanía hasta encontrarse con Tyler y Amira, lo que le hizo fruncir el ceño levemente.

— ¿Él te dijo algo? — insinuó.

— ¿Quién?, ¿hablas de Katari? — la miró — Porque él no me ha dicho nada.

— Espero que siga así — dijo en voz baja.

Selene se recarga en la barandilla del balcón y vuelve a mirar en dirección a Tyler y Amira.

— Sólo espero que este amor no se marchite en invierno — murmuró mientras los observaba detenidamente.

Débora alcanzó a escuchar aquel murmullo, pero se mantuvo en silencio fingiendo que no escuchó absolutamente nada — ¿Realmente estás bien? — dijo algo preocupada.

— Lo estoy — dijo mientras miraba a la distancia.

Débora soltó un suspiro — Creo que continuaré con el trabajo.

Selene continuó mirando a la distancia. Débora, al ver que no obtuvo respuesta, continuó con su camino hasta uno de los estudios. Los pasillos se encontraban vacíos y silenciosos, mas daban una gran sensación de calma. Lo había notado, desde el regreso de Amira muchas cosas han cambiado, incluso la misma Selene.

Ingresó al estudio y al primer vistazo notó que había alguien en ella. Portaba una capa de color negro que impedía que la gente pudiera verlo al rostro, emanaba un aura aterradora que podría sofocar a cualquiera. Débora trató de mantener la calma, pero vino a su mente lo que vio el día que regresó Amira.

— ¿De casualidad estás aquí por su alteza? — dijo después de volver a su calma habitual.

— Sí — respondió de forma seca y fría.

— Tal vez tarde en venir.

— Esperaré.

— ¿Puedo irme?

— No

— Lo imaginé — se sentó en un sofá alejado de él —, ¿se conocieron en su último viaje?

— Sí.

— ¿Qué es de ella? — dijo algo intrigada.

— …

— Esta bien, no conteste — dijo mirando en otra dirección —. Creo que lo vi en este último evento, así que no puedo evitar sentir algo de curiosidad.

Después de esas palabras la habitación permaneció en silencio, en donde lo único que se escuchaba era el sonido de un reloj, aparentemente, dentro de la habitación. Débora no se atrevía a mirarlo directamente, así que solo continuó en silencio, ya que algo le decía que moriría si se atrevía a verlo.

— Guarde en secreto lo que sabe.

— Lo haré — respondió con una voz más tranquila que como acostumbra.

— ¿Sabes cuánto tardará en venir?

— No.

El silencio volvió a hacerse presente nuevamente. Los minutos parecían eternos, hasta que Selene entró al estudio. En cuanto abrió las puertas pudo encontrar a esta persona que ocultaba su identidad en medio del estudio y, algo alejada de él, a Débora. Una ligera sonrisa se hizo presente en su rostro y dijo:

— Débora, ya puedes irte.

Débora sin emitir sonido alguno, salió rápidamente del estudio. Selene la vio irse y cerró las puertas del estudio. Se acercó a él y le quitó la capucha que ocultaba su rostro. La sonrisa de Selene se hizo más grande y resplandeciente al mirar el rostro oculto.

— Te extrañé.

Él la miró fijamente mientras decía esas palabras; tomó un mechón de cabello y jugó con este por un rato. Volvió a mirarla por un rato y le dio un corto beso, una sonrisita se mostró en su rostro y dijo:

— ¿Mi reina podría ocultarme? — dijo Gunter sin dejar de mirarla a los ojos.

— ¿De quién?

— De todo el palacio, pues puede que ella hable.

— ¿Débora? — dijo extrañada —, no, ella no dirá nada, no es imprudente, y creo que sabe muy bien guardar secretos.

— ¿Cómo puedes asegurarlo?

— La conozco desde hace varios años — lo miró y sonrió —. Creí que no volvería a verte en mucho tiempo.

— Yo creí que nunca te volvería ver.

Selene permaneció en silencio mientras lo miraba a los ojos. Igual que todas las veces anteriores, nunca podía descifrar lo que pensaban esos ojos, solo podía sentir su calma. Gunter formó una sonrisa en su rostro y colocó su mano en la mejilla de Selene. Ella se recargó sobre la mano de Gunter mientras soltaba un suspiro.

— Realmente me hacías falta — dijo entre murmullos.

Gunter mantenía una leve sonrisa en el rostro.

— ¿Debes de irte?

— Debería — dijo sin apartar la mirada.

— Si te pido que te quedes…

— ¿Cuánto?

— Lo que sea necesario — se alejó de él y se sentó en el asiento del escritorio — ¿Podrías? — sonrió con astucia.

— ¿Qué estás pensando? — la miró.

— Es un secreto — dijo aun sonriendo.

— Entonces no me dirás — se acercó a ella.

Selene lo tomó del mentón — No, aun no — su mirada mostró un brillo misterioso —, a no ser que quieras convencerme.