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El Espectro Negro [BL]

IV. Un alguacil de sangre y piedra.

IV. Un alguacil de sangre y piedra.

Jun 20, 2025

This content is intended for mature audiences for the following reasons.

  • •  Abuse - Physical and/or Emotional
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El cacareo de un gallo anunció la mañana en Arcelia, algunos despertaron con el canto del animal, pero, no el alguacil Giovanni, él tenía la habilidad de llegar a la comisaría cuando el gallo cantara. La jefatura de Arcelia era un edificio sencillo, pero resistente, construido con adobe y vigas de madera, con un techo de teja roja que ya mostraba signos de desgaste por el sol implacable. Estaba ubicada cerca de la plaza principal, un punto estratégico desde donde Giovanni y sus hombres podían vigilar el movimiento del pueblo.

En su interior, el aire era fresco gracias a las gruesas paredes de adobe y el aroma a cuero, pólvora y tabaco impregnaba el ambiente.

El espacio estaba dividido en tres áreas principales:

La oficina de Giovanni: Un escritorio robusto de madera oscura, con papeles desordenados, un tintero y una lámpara de aceite. En la pared, detrás de su silla, colgaba un viejo mapa del estado y un fusil bien cuidado. Una estantería que contenía archivos de casos sin resolver y un par de botellas de mezcal, para las noches más difíciles.

El área común: Un par de sillas y una mesa donde Noé y Rafael solían jugar cartas cuando no había trabajo. En una esquina, un banco de madera servía para interrogar o hacer esperar a los detenidos antes de encerrarlos.

Las celdas: Tres pequeñas celdas de barrotes de hierro, apenas iluminadas por una ventana pequeña. Eran lo suficientemente espaciosas para retener a un borracho escandaloso o a un bandolero desafortunado que hubiera sido capturado en el camino.

Afuera, un poste de madera con un lazo servía para atar a los caballos de los oficiales. En la parte trasera, un pequeño establo donde entrenaban a los caballos de la jefatura, junto a un depósito modesto que albergaba algunas escopetas, municiones y esposas oxidadas.

A pesar de su modesta apariencia, la jefatura era el corazón de la ley en Arcelia, y Giovanni, con su carácter firme y mirada inquisitiva, mantenía el orden con la ayuda de Noé y Rafael.

Al llegar a su oficina, vio una pila de documentos en su escritorio, documentos que seguramente eran denuncias que Noé y Rafael habían reportado, su trabajo era simple, leerlas, dar una solución y si era el caso, dar seguimiento.

Antes de sentarse en la incómoda silla de madera, Giovanni se estiró con pereza, su cuerpo de metro noventa no había descansado la noche anterior, pero no podía permitirse faltar a sus labores. En este trabajo era vital reaccionar antes que el enemigo, ¿Qué sucedería si Giovanni se ausentaba, aunque sea un día? No quería ni pensarlo.

Aunque, admitía que, lo más intenso que ocurría en el pueblo, eran las disputas de Doña Claudia y Eufemia, le seguían las riñas entre borrachos y después venían los eventos inusuales, pero ocasionales como robos, algún secuestro de alguna señorita para casarse, y por supuesto, los asaltos en los caminos.

Giovanni tomó asiento en su silla, y empezó con la tarea de revisar las denuncias, y organízalas dependiendo la relevancia, pesé a que su principal tarea era mantener el orden en el pueblo y hacer cumplir la ley, también tenía otras obligaciones como: Estar informando a la capital del estado del pueblo, y aunque en su mayoría Giovanni siempre podía resolver los altercados antes de que se volvieran más grandes.

No dejaba de existir la posibilidad de que las cosas se salieran de su control, por eso estaba tan pendiente de Nil, porque un forastero con un pasado incierto puede ser un problema en un lugar tan pequeño. Especialmente, porque el susodicho no daba señales de dar su brazo a torcer.

Giovanni hojeó con calma los reportes, separando los más triviales de aquellos que podrían requerir su intervención directa. Disputas entre vecinos, peleas en la cantina, ganado extraviado... lo de siempre. Sin embargo, su atención se detuvo en un documento más reciente.

Un atraco en los caminos a las afueras de Arcelia.

Frunció el ceño y leyó con más detenimiento. Según el informe, una diligencia fue interceptada por una gavilla armada, quienes robaron el cargamento y dejaron a los pasajeros ilesos, aunque aterrados. No era raro que los bandidos merodeaban los caminos, pero un detalle en la descripción de los asaltantes hizo que su mano se tensara sobre el papel.

"El líder era un hombre de estatura promedio, de porte seguro, con el rostro cubierto... pero lo que más destacaba eran sus ojos. Tenía ojos de color."

Los ojos de Nil aparecieron en su mente fugazmente.

Giovanni sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No podía asegurarlo, pero esa simple mención era la prueba que necesitaba para interrogar a Nil, la justificación perfecta para hacerle las preguntas que llevaba tiempo guardándose.

Dobló el documento con cuidado y lo dejó sobre su escritorio. Se reclinó en la silla, tamborileando los dedos sobre la madera. Nil había llegado al pueblo herido, alegando haber sido atacado en el camino. ¿Era posible que él hubiera sido parte del atraco? ¿O peor aún, su líder?

Suspiró, pasándose una mano por el rostro. No podía apresurarse a sacar conclusiones, pero algo dentro de él le decía que Nil no era un simple boticario errante. Y si lo era, entonces el destino tenía un sentido del humor bastante cabrón.

Se puso de pie, tomó el reporte y salió de su oficina. Necesitaba respuestas y estaba decidido a conseguirlas.

Al abrir la puerta que daba a la sala común, Noé y Rafael ya estaban en sus respectivos asientos, — Tenemos algo. — Dijo el alguacil antes de volver a entrar a su oficina.

Al momento, los otros oficiales entraron corriendo y esperaron a que Giovanni diera los detalles. — Hace unos días, una gavilla ataco en las afueras, según esto, no hubo heridos, pero, el que parecía ser el líder, tenía ojos de color.

— Me recuerda a cuando encontré a Nil en el camino de vuelta, también dijo que fue atacado por bandidos, ¿Tendrá relación? — Preguntó Noé sentándose en una de las sillas de la oficina.

— ¿Qué te dijo cuando le preguntaste? — preguntó esta vez Rafael, dirigiéndose al alguacil.

— No mucho. — admitió cruzándose de brazos. — Mejor dicho, nada.

Noé y Rafael se miraron — En esa ocasión estaba más muerto que vivo, después ya no lo interrogaste, ¿Verdad? ¿Quieres que lo traigamos? — preguntó Rafael girando su cuerpo en dirección a la salida.

Giovanni asintió — Me gustaría, pero no tengo pruebas contra él, lo único que tengo y eso a medias, sería que ambos sospechosos tienen ojo de color.

— ¿Qué color? — preguntó Noé.

Giovanni negó — No lo especifica.

Noé y Rafael suspiraron entendiendo el problema. — Entonces, podrías traerlo con la excusa de preguntar más sobre el incidente, ambos pueden estar relacionados y le guste o no, Nil es el único testigo que tenemos.

Antes de que la conversación continuará, de la nariz del alguacil escurrió sangre. El carmesí contrastaba contra su piel bronceada. Giovanni frunció el ceño al sentir como de su nariz escurría líquido, pasó el dorso de la mano por su nariz y vio la mancha roja extenderse en su piel.

—Carajo, ¿Otra vez? —masculló.

—¡Alguacil, está sangrando! —exclamó Noé, incorporándose de inmediato.

—No es nada. —Giovanni intentó restarle importancia, pero su visión se sintió extrañamente borrosa por un segundo. — Debe ser por el calor.

Noé y Rafael intercambiaron una mirada preocupada, siempre decía lo mismo.

—¿Desde cuándo no duermes bien? —preguntó Rafael, cruzándose de brazos.

—Duermo lo suficiente.

—Ja, sí, claro —bufó Noé—. ¿Suficiente para quién? ¿Para un muerto?

Giovanni resopló y tomó un pañuelo de su escritorio para presionarlo contra su nariz.

—Noé, ve por el doctor Salvador. No quiero que se desmaye aquí y tengamos que arrastrarlo hasta el consultorio.

—¡No es para tanto! —protestó Giovanni, pero Noé ya había salido corriendo.

Rafael, aún de brazos cruzados, lo miró con el ceño fruncido.

—Mi madre dice que cuando la gente se pone necia con su salud, es porque no tienen a nadie que los regañe en casa.

Giovanni bufó.

—Dile a tu madre que no me adopte todavía.

—Por favor, si también fuera tu madre, ya te habría dado un chanclazo.

Antes de que Giovanni pudiera responder, el sonido de pasos apresurados se escuchó en la entrada de la jefatura.

—¡¿Dónde está ese muchacho terco?! —la voz grave y autoritaria del doctor Salvador resonó antes de que la puerta se abriera de golpe.

Giovanni cerró los ojos con resignación. —Aquí.

El anciano entró con un ceño fruncido y sin perder tiempo, lo sujetó del mentón para revisarle la nariz.

—Tu madre estaría preocupada si te viera trabajar hasta el cansancio.

Giovanni se tensó ligeramente.

—Estoy bien, tío.

—Claro, claro, siempre estás bien, hasta que un día te caigas muerto en medio de la plaza —refunfuñó Salvador mientras sacaba un pañuelo limpio y empezaba a revisar el daño.

Noé y Rafael se miraron de reojo, tratando de contener la risa.

—Aún no es nada serio, pero te falta reposo. Hazme caso necio, no te vas a morir por echarte una siesta en las tardes, ¡Mejor aún! ¡Te vendría como agua en sequía! Te exiges demasiado, muchacho.

—Es mi trabajo.

—¿Y qué? ¿Vas a cuidar el pueblo desde la tumba? Cuando pase, te van a reemplazar, ¡Así! —Enfatizo su tío chasqueando los dedos.

Giovanni no respondió. Solo presionó más fuerte el pañuelo contra su nariz.

El doctor Salvador suspiró y sacudió la cabeza.

—Cuando dijiste que no querías ser como tu padre, no pensé que te referías a esto.

El aire en la oficina se volvió denso de golpe. Giovanni se quedó inmóvil, y Rafael y Noé lo notaron de inmediato. La tensión era la calma antes de la tormenta. Sin decir palabra, salieron de la oficina y cerraron la puerta tras ellos, dejando al viejo doctor a solas con el alguacil.

No era un secreto en el pueblo que mencionar a ese hombre frente a Giovanni era tentar al diablo. Nadie salía ileso después de pronunciar su nombre como si no significara nada.

—No soy como él. —La voz de Giovanni fue más una advertencia que una respuesta.

Pero Salvador lo había traído al mundo con sus propias manos. Para él, Giovanni seguía siendo un niño, atrapado en el cuerpo de un hombre de veintiocho años. No se intimidaba con lo que, a sus ojos, no era más que la rabieta de un niño que no sabía manejar su enojo.

—¿Y qué es diferente? —vociferó el doctor.

Su voz retumbó en la habitación antes de que continuara, implacable:

—Tu padre murió por este trabajo... y tú vas a morir por el trabajo.

Giovanni sintió que algo en su interior se rompía. La furia lo cegó.

Golpeó su escritorio con los puños.

—¡Yo no soy corrupto! —rugió—. ¡Y si me esfuerzo tanto es porque ese pinche cabrón no hizo su trabajo en treinta años!

El doctor Salvador lo miró con pena. Con un suspiro, levantó su portafolio y caminó despacio hacia la salida.

—Si tu madre estuviera aquí, te rogaría que descansaras.

Se detuvo un instante, con la mano en la perilla de la puerta.

—Pero yo no soy tu madre. Así que solo te lo pediré una vez... Descansa, hijo. Aún eres joven. No acortes tu vida más de lo necesario.

Y sin decir más, salió y cerró la puerta tras de sí, dejando a Giovanni solo.

Solo, como siempre.

Giovanni apretó los dientes, tensando la mandíbula. Su pecho subía y bajaba con fuerza. Intentaba calmarse.


sammcarb
Histuji-sam

Creator

El capítulo me quedo largo :c entonces lo dividí en dos.

#mexican_BL #bl #yaoi #drama #alguacil #mercenario #mexico_1920

Comments (2)

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rosavmedina43
rosavmedina43

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Ya no puedo esperar para el siguiente capítulo 😭

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