Desperté con la sensación de que alguien había estado observándome toda la noche.
El cuarto estaba sumido en una penumbra tibia, como si el amanecer no se atreviera del todo a entrar. Había un par de cortinas rojas entornadas, y el aire olía a madera vieja y algo más... ¿incienso? No lo reconocía del todo. Era sutil, pero lo suficiente para hacerme sentir fuera de lugar.
La cama era demasiado cómoda. El tipo de comodidad que se vuelve cruel cuando sabes que no la mereces.
Me senté con lentitud. Todo mi cuerpo crujió como si llevara años sin moverse. La falda aún colgaba de mi cintura, arrugada por la noche. El dije del collar seguía ahí, marcando cada latido como si pesara una tonelada. Y las alas... las alas me dolían menos, pero todavía estaban ahí, extendidas, adoloridas, recordándome que seguía siendo "eso".
Me levanté. Con cuidado. Con miedo.
No había nadie en la habitación, pero eso no significaba que estuviera solo.
Avancé hacia la puerta, descalzo. Cada paso era un eco contra el suelo de piedra. No sabía si estaba haciendo bien. No sabía si estaba permitido caminar. Pero algo me arrastraba a salir.
El pasillo era largo. Silencioso. Frío. A los lados, puertas cerradas, cuadros antiguos, un reloj sin manecillas y luego, lo sentí, esa presencia no la escuché. No la vi. Pero la sentí, estaba ahí.
Él.
En algún lugar detrás de mí.
No me giré. Seguí caminando, aunque las piernas me temblaban.
Llegué hasta una galería. Una pared de vidrio que daba hacia el jardín. Afuera, el campo de rosales seguía cubierto de nieve, pero ahora los tallos eran más visibles. Algunas flores se habían congelado a medias. Otras habían muerto.
Me acerqué al cristal.
—¿Dormiste bien? —preguntó su voz desde detrás.
Mi alma se heló. No por el tono. No había amenaza. Pero tampoco había ternura.
Solo esa quietud tensa que me erizaba la piel.
No respondí. No sabía si quería que pensara que sí o que no.
—Tienes buen equilibrio. Me sorprende que no hayas intentado huir —añadió, caminando hasta quedar a mi lado.
—¿A dónde iba a ir? —murmuré. No lo pensé. Solo lo dije.
Él sonrió. Pude verlo con el rabillo del ojo. No era una sonrisa burlona. Era algo peor: una sonrisa tranquila.
—Eso es lo que me gusta de ti. sabes que no hay salida, y aun así... seguís parado.
Me miró de arriba abajo. Otra vez esa mirada que no desnudaba, pero que tampoco respetaba. Como si yo fuera un objeto sagrado que se exhibe, pero no se toca.
Excepto cuando sí.
—Vas a venir conmigo —dijo, con la naturalidad de quien dice "pásame el agua".
No pregunté a dónde.
Solo asentí.
Porque algo en su tono me decía que no había opción.
Y porque una parte de mí, muy dentro, necesitaba entender.
Necesitaba saber por qué me trataba como si me odiara... y a la vez, como si fuera lo único que no quería romper del todo.
Lo seguí hasta una habitación amplia, como un despacho. Estanterías con libros, pergaminos, símbolos raros dibujados con tinta negra. Una mesa al centro. Y sobre ella, papeles y mapas que parecían muy antiguos, demasiado importantes como para estar ahí sin vigilancia.
—Siéntate —ordenó, sin mirarme, el se alejo un poco pero no pude ver adonde se dirigía.
Lo hice, con cuidado. Me acomodé en una banqueta frente a la mesa.
Mi vista cayó sobre uno de los papeles. Era hermoso. Tenía escrito un lenguaje el cual no podía reconocer, había también símbolos que se parecían a los del Serial Gun. No sabía por qué, pero me incliné ligeramente, queriendo entender. Extendí la mano, con un impulso absurdo. Solo iba a mirar mejor.
Pero justo antes de tocarlo, alguien habló detrás de mí, sin que lo hubiera sentido llegar
—¿Esa porquería te llamó la atención? —
Me giré de golpe, sobresaltado. Estaba parado junto a la puerta, con una ceja arqueada y una expresión de fastidio burlón. Su voz hizo que me erizara la piel era diferente. Más afilada.
—¿Quién te puse esa ropa tan horrenda? —dijo, sin hablarme directamente, como si yo fuera apenas una lámpara encendida por accidente.
—t-tu— mi mente no podía concebir otra opción se acercó a mí con esa mezcla extraña de desprecio y costumbre.
—Vamos a cambiarte de nuevo. No pienso verte ni un segundo más con esa cosa —añadió con absoluta decisión.
Me jalo del brazo para llevarme de nuevo a esa habitación, no me moví solo dejé que me llevara. No entendía, su actitud era distinta.
Tomó el borde de la tela con gesto de asco y murmuró algo en un idioma que me heló los huesos. Luego, chasqueó los dedos.
La falda que llevaba desapareció como humo. Y en su lugar, un nuevo peso cayó sobre mis hombros.
Toqué la tela.
Seda negra. Gruesa. Elegante. Mis hombros estaban descubiertos, y una cadena dorada cruzaba mi pecho con la precisión de un ritual.
Un cinturón bordado descansaba en mi cadera. Me sentía desnudo y majestuoso a la vez. Incomprensiblemente expuesto... y sin embargo, cubierto por algo que no entendía.
No dije nada, el solo desapareció de mi vista de la nada, pero trate de no darle importancia.
Solo me senté, otra vez, aún más extrañado que antes.
Y entonces, todo siguió como si nada hubiera pasado.
Mi vista volvió al papel.
Pero lo toqué.
Apenas lo toqué.
—¿¡Qué carajos estás haciendo!? —gritó.
Sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies.
—Y-yo solo... quería ver —balbuceé, como un niño atrapado haciendo algo prohibido.
—¡No toqués mis cosas, maldito estorbo! —Su mano golpeó la mesa con tal fuerza que los papeles se movieron. Yo me encogí, por reflejo—. ¡No sos más que una carga! ¡Una puta molestia con alas inútiles!
Sus ojos ardían. Su voz temblaba de furia.
—¡Fuera! ¡Fuera de aquí! ¡No te quiero ver! ¡Largate antes de que te saque yo mismo!
No lloré.
No podía.
Pero algo dentro de mí se rompió con un ruido que nadie oyó, excepto yo.
Me levanté como un reflejo. Ni siquiera vi por dónde salí. Tropecé, empujé puertas, crucé pasillos hasta que el frío me tragó.
La nieve me mordía. La falda, empapada, me pesaba como una sentencia. Mis pies se hundían en la tierra congelada, pero yo seguía. Corrí hasta que los pulmones ardieron y los árboles borraron la silueta de la casa.
Y ahí, justo donde no había nada, me dejé caer.
Un árbol seco. El campo muerto. Rosas blancas congeladas.
Y yo, un error con alas rotas.
Temblaba. Pero no era por el clima.
Era por dentro.
Por la grieta abierta que se expandía en mi pecho.
¿Por qué me dolía tanto?
¿Por qué dolía más que cada golpe?
Más que el primer grito.
Más que la mordida. Más que las noches sin nombre.
Porque por un segundo... creí que era real.
Creí que tal vez, solo tal vez, alguien me había visto.
No como un objeto.
No como un experimento.
Como yo.
Como Leviatán.
Pero era mentira.
Todo era mentira.
Siempre lo fue.
No soy más que lo que todos dicen que soy:
una cosa.
una carga.
una presencia incómoda.
Y esta vez, ni siquiera tengo adónde ir.
No tengo un pasado al que volver.
No tengo un futuro que me espere.
Solo tengo este cuerpo temblando bajo la nieve.
Y esta alma que no sé si ya se fue.
Me abracé. No por calor.
Por instinto.
Porque era lo único que podía abrazarme sin apartarse.
Cerré los ojos.
Me obligué a respirar.
A recordar.
Lo que fui.
Lo que me arrebataron.
Lo que nunca tuve.
Y cuando el dolor bajó como una marea lenta...
Cuando el viento dejó de gritar...
Me puse de pie.
Deshecho. Roto. Pero aún de pie.
Volví.
No porque me perdonaran.
No porque me esperaran.
Sino porque no tenía nada más.
No podía permitirme desaparecer.
Entré en silencio. Los muros me devolvieron ecos que ya no me asustaban. Crucé el pasillo. Me asomé a la sala.
Él seguía allí.
De espaldas.
Frío.
Silencioso.
Los papeles seguían donde estaban. Intactos. Como si mi presencia no hubiera dejado rastro.
No me dijo nada.
No se movió.
Y sin embargo, no me echó.
Así que me quedé.
De pie.
En silencio.
Como una herida abierta esperando cerrarse sola.
Como un rezo sin dios.
Y sin fe.
Pero dicho igual,
porque es lo único que me queda.
NOTA DE LA AUTORA
Hola mi gente hay una disculpa pero como lo prometido es deuda aquí está el doble cap espero que les guste y aque las mamahuevicas caras de chiva y pendejas de la locaporairbag me insultó y me pelee con ella al igual que con pato pero e fin ahora otras personitas las cuales quiero mucho me ayudan a hacer esta historia, el próximo cap trataré de hacerlo el viernes no prometo nada.

Comments (0)
See all