Aquel pulcro escritorio ahora era un caos total, Víctor había arrojado todo a un lado sin importar que, lo único que le interesaba era ver el cuerpo de Ian sobre aquella mesa.
Ian sentía su cabeza más ligera conforme su respiración se agitaba, sintió como los labios del alfa empezaron a besar su cuello y avanzaban hacia su clavícula, no sabía cuándo los botones de su camisa fueron desabrochados.
—Es... espera agh —Víctor continuaba abriendo la camisa del beta y besando la piel que quedaba expuesta. —dije que esperes. —espetó jalando hebras de la cabellera azabache.
—Auch —decía vistiendo una sonrisa.
—Aquí no, no.
—Lo dices ¿en serio? —asintió lentamente. —Entiendo, pero en verdad no creo que seas capaz de salir estando así. —añadía agarrando con su mano izquierda por encima del pantalón, donde estaban las partes sensibles de Ian. —o ¿prefieres encargarte de esto en tu auto? —tales palabras hicieron que las mequillas del beta se tornaran de un rojo más vivo.
—... —intentó refutar lo que el alfa acababa de decir, pero no lograba articular palabra.
—Muy bien, entonces tomaré esto como una invitación para continuar.
Un ligero gemido escapó de los labios rojizos al sentir como Víctor mordía su estómago, en el instante en el que las manos del alfa se disponían a abrir el botón de su pantalón el beta reaccionó.
—No, no pienso verme expuesto de nuevo ante tus lindas cámaras. —declaraba quitando las manos del alfa de un manotazo sin dejar de sostenerle la mirada.
—¿Es lo único que te limita? —cuestionaba con una sonrisa pícara. Quería irse o al menos eso continuaba repitiéndose a sí mismo, pero entonces ¿por qué su corazón no se tranquilizaba?... ¿Por qué deseaba seguir sintiendo el toque de aquellas manos sobre su piel?
—Apágalas... —proclamó con voz firme.
—Como órdenes. —decía accediendo a su celular para completar la petición del beta.
Por un instante sus propias palabras lo tomaron por sorpresa, pero lo había decidido. Había decidido dejarse llevar, disfrutar del rose de aquel ser, ceder ante el deseo carnal que sentía y gozar del éxtasis que sus cuerpos eran capaces de experimentar.
Los pantalones que hasta hace unos segundos cubrían las piernas del beta, habían sido removidos dejando al descubierto aquella sedosa y tersa piel. Las piernas blancas como la nieve eran delicadas y al mismo tiempo firmes, las manos de Víctor comenzaron a recorrer con detenimiento los muslos de Ian.
—Demonios, este es un paisaje tan jodidamente sexy, en verdad eres un ejemplar tan singular. —Declaraba sin dejar de tocarle. —¿Cómo es posible que esto se vea así de bien? —decía tocando los ligueros que sostenían las calcetas del beta. —en verdad eres una delicia.
En un instante sintió los dientes de Víctor mordiendo cerca de su entre pierna.
—¿Qué haces? —cuestionó al ver como el alfa sacaba de su ropa interior su miembro.
—No es obvio —proclamó lamiendo a lo largo del pene de Ian. —no puedo dejarte ir así. —el miembro del beta se encontraba cubierto en líquido preseminal.
—Agh —la lengua de Víctor se sentía caliente, demasiado caliente, que hacía que su mente quedara en blanco.
Aun cuando las cámaras no se hallaban más encendidas en aquella habitación, el beta continuaba conteniendo sus gemidos, su respiración seguía agitada, pero intentaba silenciar el placer que se dejaba ver en su voz.
Las manos que antes habían alejado a Víctor, ahora se encontraban por inercia presionando su cabeza con la finalidad de que este siguiera dándole sexo oral. Su espalda comenzaba a arquearse y los dedos de sus pies se encontraban contrayéndose, debía alejarlo, si no quería acabar dentro de la boca del alfa necesitaba apartarlo.
Toc toc
Aquellos toquidos devolvieron la razón a la mente de Ian.
—Joven Vaughan, ¿se encuentra ahí? —la voz de James cuestionaba del otro lado de la puerta. Víctor había parado por un instante, pero no pudo evitar sentir molestia al darse cuenta a quien pertenecía esa voz. Ian se encontraba negando con la cabeza. —¿Joven Ian?
—Basta —decía susurrando. —Detente. —entendía lo que el beta le pedía, pero no pensaba detenerse, no si era debido a aquel alfa que le suplicaba que se detuviera. Continuó estimulando sus testículos a la par que introducía hasta su garganta el pene del beta. Sintió como este intentaba alejarlo, no permitiría que lo hiciera, quería llevarlo al orgasmo, sentir como aquel delicado cuerpo temblaría de placer debido a él, como esos hermosos ojos carmesí se llenarían de lágrimas por haber llegado al clímax, pensar en eso le excitaba aún más.
Al tiempo que el semen se desbordaba del pene de Ian, podían oír como los pasos detrás de esa puerta comenzaban a alejarse.
—¿Por qué no te detuviste? Sabes que pudo habernos escuchado. —proclamaba entre jadeos, su cuerpo seguía temblando debido a la ola de placer que acababa de experimentar.
—No podía desperdiciar este delicioso manjar, ¿me pregunto por qué es que tu semen sabe tan bien?
—¡Cállate! —escuchar a Víctor decir eso mientras limpiaba la comisura de sus labios, hacía que incluso sus orejas se mostraran ruborizadas.
—De acuerdo, no hablemos, tan solo sigamos adelante. —proclamaba colocando las piernas de Ian sobre sus hombros.
—¿Qué vas a hacer?
—¿No es obvio? Lamentablemente no tengo lubricante a la mano y a pesar de que en verdad desearía penetrarte, no quiero lastimarte, así que esto tendrá que ser suficiente. —un escalofrío recorrió la espina dorsal del beta al sentir en medio de sus piernas algo grueso y caliente.
—... —Los ojos carmesí se abrieron como platos al ver que el pene del alfa se encontraba entre sus piernas. —Aghh espera... aghh —su voz salía en forma de gemido conforme Víctor comenzaba a moverse. No había penetración, pero el placer iba en aumento al sentir como el pene de este se frotaba contra el suyo. Debía pararlo, debía hacerlo, pero no deseaba hacerlo, Víctor era capaz de excitarlo aún con el más mínimo rose.
—Diablos, me encantas —decía aquella ronca voz sin dejar de moverse. —En verdad, me fascinas. —añadía mordiendo la pantorrilla del beta, haciendo que la boca carmesí soltara un gemido. Aquel paisaje aumentaba el libido de Víctor, seguía preguntándose, ¿Cómo es posible que un beta sea capaz de excitarme de tal forma? La habitación estaba llena de las feromonas del alfa, pero no era lo único, el cuerpo de Ian se hallaba bañado en ellas. Como si Víctor estuviera marcándolo como su propiedad, no solo eran feromonas sexuales las que este había volcado sobre su ser, si no eran feromonas de posesión, para dejarle saber a todos que ese ser de cabellera lilácea era suyo.
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El rubor aún adornaba las mejillas del beta, conforme este terminaba de vestirse.
—Le arrancaste un botón a mi camisa —parte de la clavícula se asomaba coqueta por aquella apertura.
—Intenté desabrocharlo, pero no cedió... a veces puedo ser un poco impaciente. —decía sin quitar los ojos de aquella silueta que le daba la espalda. Ver como la ropa que hace unos instantes se encontraba tirada en el piso de aquella oficina, envolvía con firmeza el cuerpo del beta, hacía que este se relamiera los labios por inercia. —¿Cómo diablos no tenía lubricante? —se cuestionaba en forma de susurro.
—¿Qué dijiste?
—Tan solo me preguntaba si te gustaría ir a cenar. —la pregunta hizo que Ian volteara a verlo, después de sostenerle la mirada a aquellos ojos azabaches, desvió la vista nuevamente con el fin de contestar.
—No, gracias... Quedé de ir a comer con una amiga, —mentía, pero sabía que terminaría haciendo si pasaba más tiempo con el alfa, aparte el mismo lo había dicho su relación sería solo sexual. —además, no es necesario que hagamos eso. No tenemos ese tipo de relación así que no necesitamos disfrazarlo con formalidades. —oír esas palabras hizo que el alfa tensara su mandíbula.
—No haría daño que nos lleváramos mejor, de esa manera la gente no sospechará si nos ven juntos en algún lugar. —decía ladeando la cabeza.
—Umm, no, así está bien.
—Así que solo está bien ir a comer si es con tus asistentes. —la mandíbula seguía tensa, se preguntaba ¿por qué había dicho eso?, no era la primera vez que mantenía una relación basada en solo sexo con alguien, en realidad prefería no tener que invertir más tiempo en ese tipo de relación, Diablos ¿Por qué no puedo evitar molestarme?
—¿De qué diablos hablas?
—Hoy fuiste a almorzar con tu asistente ¿no es así? No sería la primera vez que acompañas a tus secretarios a comer, así que me pregunto ¿solo está bien ir a comer si esa persona es tu asistente? —necesitaba parar, pero aquellas palabras seguían saliendo como vómito verbal —deberías tener cuidado podrían correrse rumores debido a eso.
—¿Qué? —continuaba confundido del porque a Víctor le importaba con quien iba o no a comer, pero no tenía cabeza para seguir pensando en eso en ese momento. —No es de tu incumbencia, pero fue para agradecerle por las orquídeas enanas que me regaló.
—Entonces si te regalo flores, ¿me invitarías a comer? —cuestionaba con una sonrisa pícara a la par que cruzaba los brazos, dejándole saber al beta que no cedería en esta conversación. Los ojos rubíes aún le veían estupefacto, no podía creer lo que preguntaba.
—... Sí, claro, si me regalas flores por supuesto que te invitaré a comer —declarada en tono sarcástico. —ahora me retiro, que tenga una buena noche presidente Knox.
Había intentado mantenerse en calma, pero su corazón latía como loco conforme se alejaba de aquella oficina, la forma en la que aquellos luceros azabaches le habían visto al escuchar sus palabras hizo que su ritmo cardiaco se alterara, podía sentir como su cara y orejas se comenzaban a poner calientes debido al rubor que vestía.
—Maldito pervertido —espetaba apresurando el paso.
Era la primera vez que conocía a alguien como el alfa. Víctor tenía la extraña facilidad para provocar distintas emociones en él, podía pasar de querer golpearlo por sus comentarios atrevidos, a desear besarlo apasionadamente, todo en cuestión de segundos. A pesar de encontrarse navegando en este mar de emociones, extrañamente no era algo que le molestara.
—Probablemente los dos estamos igual de rotos. —decía arrancando el automóvil.
Tan pronto arribó al piso de su apartamento notó la silueta de Sofía y Renee esperándolo en su puerta. El sonido de sus pasos acercándose hizo que ambas voltearan.
—Ian —exclamaba el omega agitando su brazo. —Venimos en son de paz, tan solo —pudo ver como el rostro de Renee se ruborizaba mientras cubría con rapidez su nariz.
—Diablos Ian —declaraba la alfa con la cara descompuesta tan pronto lo tuvo más cerca, instintivamente esta dio unos pasos hacia atrás.
—¿Qué sucede?
—Apestas a feromonas, —proclamaba alzando la voz, por su parte Renee se mantenía callada. —¿de dónde rayos vienes?
—Renee ¿te encuentras bien? —cuestionaba al ver como su amigo parecía batallar para respirar con normalidad.
—¡No te le acerques, solo lo empeorarás! —gritaba la alfa alejando al omega de Ian.
—... Iré a ducharme rápido, ya vuelvo, espérenme aquí.
Salió de ahí de prisa para evitar contestar, era obvio que Sofía sabría la respuesta sin que este la dijera.
—Perdón, intenté ducharme lo más rápido posible. —la alfa mantenía el mismo semblante serio.
—No te preocupes, ya estamos bien, ¿verdad Sofía? —decía Renee, dándole un codazo a la alfa.
—¿Quién te marcó? —preguntaba, aunque ya conocía la respuesta, quería ver si el beta era capaz de decírselo.
—No vamos a jugar este juego, sabes bien quién fue.
—¡Basta! Ya es suficiente —dijo alzando la voz el omega. Ambos voltearon a verlo con asombro, no era normal que este levantara la voz. —No vine hasta aquí para escucharlos discutir, ambos tomen asiento y hablen como gente decente, saben muy bien que no pueden estar enojados. Se preocupan demasiado el uno por el otro, así que dejen de ser orgullosos y hablen por el amor de dios. —nunca antes les había tocado ver así de serio a Renee, a pesar de que era de estatura pequeña cuando su rostro no vestía una sonrisa llegaba a ser muy intimidante. Sofía carraspeó con el fin de ser la primera en iniciar el diálogo, no deseaba molestar más al omega.
—¿Por qué dejaste que te marcara con feromonas? —preguntaba con un tono calmado.
—No creo que lo haya hecho conscientemente, es decir en esas situaciones lo que menos hace uno es pensar con cordura, igual me imagino que debió ser horrible para ustedes el tener que soportar ese aroma.
—Ian, te encontrabas empapado en feromonas.
—Perdón, como te dije en esas situaciones no se piensa mucho.
—No, sé que no lo sabrías, ya que no puedes percibirlas, pero había dos tipos de feromonas en tu cuerpo. Las feromonas sexuales que, pues es obvio en qué tipo de ambiente surgen, pero además... pude notar que volcó sobre ti feromonas de posesión.
—... —Miró a Renee para verificar lo que acababa de decirle la alfa, este asintió.
—Cuando los alfas depositan este tipo de feromonas sobre alguien, lo hacen conscientemente, no hay forma en la que un alfa dominante como Víctor use feromonas de posesión sin ser consciente de ello. Ni siquiera alguien recesivo como yo podría hacerlo sin querer. —la cara de Ian mostraba confusión. —Aunque no las puedas oler, sabes que ese tipo de feromona se utiliza para proclamar a alguien como tuyo. No sé si cambiaste de opinión respecto al tipo de relación que quieres tener con él
—¡No! —exclamó interrumpiendo. —creo que entendió mal una de mis condiciones, le pedí que fuéramos exclusivos, quizás entendió que estaba bien marcarme de esa forma. No se preocupen, hablaré con él, no quiero ir por la vida con una marca que diga propiedad de Víctor Knox. —Sofía no estaba del todo convencida, pero escuchar a su amigo decir eso la tranquilizaba un poco.
—Solo asegúrate de que ambos están claros en lo que quieren el uno del otro. —decía el omega, Ian asintió.
—Me aseguraré de ello...
—Sabes que no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo ¿cierto? —proclamaba la alfa viéndole directamente a los ojos.
—Lo sé.
—Aunque en verdad creo que es una mala idea... —notaba la preocupación aun presente en aquellos luceros verdes. —te quiero mucho y, quiero estar aquí para ti.
—Gracias —declaraba abrazando a la alfa. —te quiero mucho.
—Eso sí, si esto sale mal ten por seguro que te daré un coscorrón a ti y haremos pagar a Víctor si te lastima. —decía aun abrazando al beta.
—Me parece bien.
—Entonces es un plan. —proclamaba Renee uniéndose al abrazo grupal.
—Gracias por venir, los extrañé.
Aunque en ese momento se encontraba riendo con sus amigos, en la mente del beta rondaba una duda ¿Por qué rayos Víctor puso ese tipo de marca?

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