El sol de la mañana apenas se asomaba por la ventana del departamento de Chris, cuando este encendió su computadora portátil. La noche anterior no había dormido bien. La investigación que hizo sobre Isaac no le dejaba tranquilo. Todo parecía demasiado bien... y eso, para él, era una señal de alarma.
Mientras tanto, Elizabeth caminaba por los pasillos del laboratorio central de Mechanic Corporation. Su rostro reflejaba confianza. Vestía una casaca liviana sobre su uniforme, y en sus manos llevaba una tableta con planos mejorados de la armadura. La IA Einstein se había convertido en una herramienta muy prometedora, y quería mejorarla aún más.
—Necesito revisar el núcleo de energía de la armadura —le dijo al técnico de mantenimiento que custodiaba la sala.
El técnico, un hombre delgado y silencioso, asintió sin hablar. Nadie lo conocía demasiado bien; apenas había sido presentado como un “nuevo refuerzo” traído por Isaac. En realidad, su nombre era Faruk El-Hazir, y lo que traía no era precisamente colaboración, sino órdenes de alguien aún más poderoso que Isaac.
Horas más tarde, Chris recibió un mensaje extraño desde el servidor de la empresa. Parecía una actualización rutinaria de software, pero algo no encajaba. Al abrirlo, notó una serie de códigos duplicados… como si alguien hubiese implantado una copia del sistema central para espiar desde otra ubicación.
—¿Qué demonios es esto? —susurró, abriendo el registro de accesos.
Y entonces lo vio. Alguien había duplicado las órdenes de la IA de la armadura y había transferido los datos a un servidor oculto, sin permisos. El responsable era Faruk. Un nombre que, al rastrear en la red oscura, resultó ser parte de una organización clandestina de científicos radicales vinculados al grupo terrorista Helkratos.
Chris se levantó de golpe. Debía encontrar a Elizabeth.
Elizabeth, por su parte, había sido llamada por Isaac con urgencia.
—Tenemos que probar una nueva mejora. El núcleo que trajeron nuestros técnicos necesita un test rápido. Es mejor que tú misma lo verifiques.
—¿Ahora mismo? —preguntó, algo desconfiada.
—Sí, es urgente. En la cámara subterránea, planta -2.
A pesar de la desconfianza, aceptó. Bajó sola, sin saber que Faruk ya la esperaba allí, oculto entre cajas. Al ingresar a la sala, el gas comenzó a salir lentamente por unas rejillas.
—¿Qué está pasando? —gritó, mientras su visión se volvía borrosa.
La puerta se cerró automáticamente. Lo último que vio antes de perder el conocimiento fue la figura de Faruk colocándole un brazalete inhibidor de energía.
Chris llegó tarde. Entró corriendo a la planta principal, pero la IA de seguridad ya no respondía a su clave. Cuando logró burlar el sistema, encontró la sala vacía. Solo una nota en la pantalla decía:
“Demasiado curioso. Demasiado tarde. —
De inmediato revisó el sistema de rastreo de la armadura: desactivado. El software de Einstein había sido modificado. Pero lo que Faruk no sabía era que Chris había dejado un código oculto dentro del sistema: una especie de “llave de emergencia” que solo él podía activar.
—Elizabeth… resiste. Te voy a encontrar.
Con el corazón agitado y el alma herida, se juró a sí mismo recuperar a su mejor amiga… cueste lo que cueste.
Y en algún lugar del desierto, en una base camuflada bajo la arena, Elizabeth despertaba lentamente… sin saber que estaba atrapada en el corazón de Helkratos.

Comments (0)
See all