Ciudad Juárez, Chihuahua 1932
Amaranto y su madre regresaron a México debido a la crisis en EUA. Ambos viven en un apartamento y su madre trabaja en un hotel.
Era una noche tormentosa como nunca. Solo se podía oír la lluvia. Los truenos sonaban como una lluvia de relámpagos. Amaranto dormía en el apartamento junto a su madre. Ella acostada de lado, mientras que Amaranto boca arriba. Entonces, la puerta del apartamento se abrió. La lluvia tapaba el ruido de la puerta. Una silueta se acercó lentamente a Amaranto. Sacó de su gabardina una jeringa de vidrio que contenía veneno. Lentamente la acercó a su pecho. Entonces un rayo cayó y el trueno despertó a Amaranto. La luz de los rayos iluminó y dejó ver quien tenía a lado. La persona se distrajo y Amaranto la esquivó, evitando que enterrara la aguja en su corazón.
El grito de Amaranto despertó a su madre y vió a la persona. Era una siamés con saco negro. Amaranto quiso correr a la puerta, pero la mujer sacó un látigo café que traía en el cinturón. Amordazó a Amaranto con él y lo jaló hacia ella. Dafna sacó el revólver del cajón y apuntó a la mujer. Pero puso a Amaranto al frente para que no disparara. Amaranto murmuraba asustado.
“¡¿Quién eres?! ¡¿Qué haces aquí?!” Preguntó Dafna.
Su nombre era Macy. Una criminal buscada hace años por huír de prisión. “Las cosas no iban bien en mi país. Así que volver a empezar en otro lugar. ¿Y qué mejor que hacerlo acompañado de viejos amigos?” dijo Macy. “¿Cómo que amigos? Nunca te habíamos visto” respondió Dafna. “Veras. Tu querido hijo me vió una noche, hace años. La policía no podía saber que estaba afuera. Así que debía asegurarme de que nadie lo supiera” respondió Macy. Los truenos vuelven a sonar. Amaranto se sorprende.
“¡Tú… lo envenenaste! ¡Y me culpaste! ¡No pude verlo en el hospital por semanas por tu culpa!” exclamó Dafna. “Ay. Cuanto lo siento. Pero tampoco quería que terminara en el hospital” respondió Macy. Dafna gruño. “Decidí seguirlos cuando tuvieron que irse” continuó Macy “Recorrí la ciudad mientras se alojaban, y vaya que me encanta aquí. Será un buen sitio para volver a empezar".
“¡Ya suéltalo!” exclamó Dafna. La mujer lo soltó. Amaranto tosió recuperando el aliento, y escupía del mal sabor del látigo. “¡Ahora quédate en el suelo!” exclamó Dafna. La mujer sonrió y bajó lentamente. Pero con su látigo logró desarmar a Dafna sin problema. Rápidamente golpeó a Dafna en el estómago con la rodilla, sacándole el aire, y con su látigo la tomó del cuello y la comenzó a estrangular tirando del látigo.
“¡Mamá!” Exclamó Amaranto. “Lo siento hijo” Dijo Macy, “No quería que la vieras morir”. Amaranto vió la pistola en el suelo y la recogió.
“Corre… hijo” intentaba decir Dafna con gran dificultad. Amaranto apuntó a Macy con las manos temblorosas del frío y el peso del arma. “Ay niño. ¿Esperas darme solo así?” dijo Macy burlándose. Macy levantó rápidamente la jeringa con veneno para clavársela a Dafna sosteniendo la jeringa como si fuera un arco.
Amaranto dispara a su brazo y acierta. Haciendo que Macy tire la jeringa. Amaranto dispara otras tres veces al pecho de Macy, y un segundo después cae muerta. Amaranto se apura a desenredar el látigo del cuello de su madre. Pero ella no reacciona.
“¡Mamá! ¡Despierta! ¡Respira por favor!” Exclamó Amaranto. Pero su madre no reaccionaba Comenzó a darle CPR.
“¡Ma!” Exclamó Amaranto entre lágrimas. Su madre tose y toma aire. “¡Ma! Respira. Todo está bien” respondió Amaranto. Ambos se abrazaron entre llanto y alivio. Su madre vió a Macy tendida en el suelo. Sorprendida de que su hijo lograra acertar todos los tiros.
Las autoridades llegaron cuarenta minutos después.

Comments (0)
See all