Intentó empujar a Jared para atrás pero lo único que logró es que el joven lo rodease con sus brazos y enterrase su nariz en su cuello, de forma persistente. Su aliento, el roce de los labios y el peso de cuerpo. Era demasiado.

—Jared, nece…necesito…—susurró casi sin aire.

—Uhmm.. 

La lengua caliente comenzó a recorrer la delicada piel del cuello, Leo no pudo evitar inclinarse un poco hacía adelante, sintió que su propio miembro palpitaba ansioso en su ropa interior. Se incorporó ignorando la mano que ahora recorría su abdomen rumbo hacia su pelvis. Intentando regular su propia respiración agitada, ingresó los números entre jadeos. Cuando la cerradura emitió el satisfactorio sonido de que la cerradura había sido destrabada exitosamente, suspiró aliviado. 

La puerta se abrió, el departamento estaba a casi a oscuras iluminado tenuemente por la luz de la luna que provenía de afuera y penetraba por uno de los ventanales del salón.

Se vio empujado con violencia hacia adentro, la puerta se cerró detrás suyo con un azote seco y pronto se encontró acorralado contra el material frio de la misma. Jared lo besaba con urgencia, sentía aquellas manos grandes en sus nalgas acercándolas a las del alfa, y su respiración caliente entremezclada con los jadeos. La lengua recorrió su boca de forma brusca, casi con desesperación.

Un aroma seco y penetrante le inundó las fosas nasales ahogándolo, intento recuperar el aliento pero Jared lo besaba sin darle pausa. Sintió que se desmayaría. Una nueva ráfaga del aroma seco que se asemejaba a un bosque de pinos le penetró las fosas nasales y el pecho provocándole un ataque de tos. Logró que Jared lo dejase de besar pero este parecía ignorar el hecho de que Leo apenas podía respirar y que estaba descomponiéndose.

Lo único que pudo pensar en ese momento es que efectivamente era alfa, solo tal subgénero reaccionaba de ese modo al intercambio de feromonas con tanto rechazo.

Intentó quitar a Jared pero este le estaba chupando el cuello, la clavícula, los hombros, mientras le bajaba el pantalón. Intentó quitarle la camiseta pero al ver que este intentaba hablarle,  la rompió sin esfuerzo alguno y la tiró lejos.

—JARED!—

Le gritó Leo con un ataque de furia. No lograba hacerlo reaccionar. Intentó agarrándolo con fuerza del cabello, sin embargo era una bestia en pleno transe. Solo le quedaba un truco, hundió sus diente en la piel del hombro del alfa. Este gruñó y levantó la mirada, los ojos miel estaban completamente cubiertos de unas líneas marrones oscuras y brillantes que delataban su rut.

—Jared, escúchame.

El joven lo miró mientras su hombro chorreaba sangre. Leo escupió algo asqueroso de su boca mientras el sabor metálico se mezclaba con aquel aroma fuerte a bosque aumentado sus ganas de vomitar.  Tomó una bocanada de aire con la esperanza de sentirse mejor.

Lo empujó hacia el sofa del living. Jared simplemente lo siguió, se sentó en el mueble, se había quitado los pantalones y tenía una erección de considerable tamaño que amenazaba con romper la delicada tela del slip.

Leo se desnudó por completo y se acercó hacia Jared, sentándose encima, pasando sus brazos por detrás de su cabeza, gozaba tenerlo así, a su merced. Bajó la mano a su miembro liberándolo de la molesta tela del slip, escuchó el gemido de Jared, este lo miró con sus ojos felinos y su mirada llena de deseo, moviendo sus caderas rápidamente.

Leo decidió que aquel era el momento de deshacerse de ese amor estúpido y no correspondido que tenía desde hacía años y para eso tenía que romper su propio corazón. Internamente se despidió de ese sentimiento. Esta sería su primera y última noche con su primer gran amor.

Era hora de enterrar este amor.

—Jad, ¿Clara te puso asi?— le susurró juguetón mientras le besaba el lóbulo de la oreja. Lo sintió temblar en sus brazos.

La lengua de Jared volvía a lamerle el cuello. Leo lo agarró fuertemente del pelo alejándolo, obligándolo a responder.

—Si, ella y sus feromonas dulces como el caramelo… me vuelven loco—respondió con los ojos brillosos y una sonrisa pervertida.

Leo se mordió el labio inferior, temblando lentamente. Sintió un ardor en sus ojos.

—..Quiero sentir tus feromonas…—le susurró Jared— déjame sentirlas…

Leo le sonrió, 

—Las mías también son de caramelo…—mintió descaradamente, lo sintió estremecerse antes sus palabras.

—¿La besaste, Jared?

Jared sonrió, su voz sonó como una cuchillo en su corazón.

—La besé y casi me vine… es tan hermosa…

Leo lo miró temblando y lo abrazó ocultando su rostro en su cuello

Jared lo apartó y lo miró con sus ojos oscuros, confundido.

—¿Por qué lloras?

Le lamió la cara como el animal en celo que era

—Tú también eres hermoso…—le susurró

Leo sintió más ganas de llorar, ¿cuánto de verdad habría en aquellas palabras.?

Jared presionó con desesperación su miembro contra los dedos largos y delgados de Leo. El joven lo observó mientras el alfa entrecerraba los ojos, y con un estremecimiento eyaculaba en aquella mano. 

Leo se acercó le mordió la oreja con fuerza y se le susurró:

—Quiero que me hagas llorar de placer…

Jared lo agarró por el cuello y lo besó, las feromonas lo mareaban y le provocaban nauseas pero nada de eso le importó, esa sería la noche en la cuál  enterraría su amor. 

Durante las horas que siguieron, Leo perdió la noción de las veces que eyaculó, y en algún momento perdió la sensación de tiempo y el espacio. Solo existía Jared en sus brazos, aquel aroma áspero, la voz ronca y sensual así como la imperiosa necesidad de perderse para siempre en los besos profundos que le daba el rubio, en los dientes que se marcaban su piel y en todas las frases que le decía, de todas las cosas que le haría.

Nunca supo si llegó a pronunciar las palabras, pero sí que en un momento mientras se estremecía de placer, le besó el cuello y le susurró:

“Te amo tanto, Jared”