Hace mucho tiempo ya, existían distintas divinidades, estas tenían poderes sobrenaturales que ningún mortal podría confrontar. Podríamos decir que eran dioses, pero ellos sólo no pensaban lo mismo, pues solo tenían una gran cantidad de poder que les permitía regenerarse rápidamente, lo que los hacía inmortales. Es por eso que permanecieron ocultos, para que los mortales no los adoraran ya que les parecía molesto que adoraran sabiendo que en realidad no tenían un poder absoluto y definitivo por sí solos, ellos solo fueron elegidos para que los humanos vivieran en calma y equilibrio. Todos estos "dioses" acordaron permanecer en paz y armonía para mantener intacto el planeta Tierra y a la humanidad.
Sin embargo, un día terrible, Selena, diosa de la luna y gobernante de la Ciudadela Celeste y todas las estrellas, entró en guerra sin haberlo deseado con Solaris, dios del sol y gobernante del brillante palacio de oro. Solaris hubiera ganado si no fuera por las estrellas. Como Selena lo superaba en número y a su vez Solaris era mucho más grande y fuerte, la guerra entre el día y la noche no podía ser ganada por ninguno de los dos. Ambos querían iluminar la Tierra, pero por varias confusiones terminaron en guerra.
Pasaron años y años de dura lucha. Un día se dieron media vuelta y observaron la Tierra y cómo estaba siendo destruida por culpa de la guerra. Solaris y Selena quedaron avergonzados y decidieron hacer un pacto: ambos podían brillar sobre la Tierra, acordaron que cambiarían de turno cada cierto tiempo. Este acuerdo fue firmado en un templo antiguo en la Tierra. Fue así como empezaron a haber atardeceres y anocheceres, pero unas raras veces ambos brillaban en el cielo: durante los eclipses.
Así es contada la historia del Sol y la Luna. Solo es conocida por pocas personas que fueron elegidas para mantener el orden en secreto... y ahora ustedes obviamente...

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