Eduard tomó la varita de la Luna e hirió a Kami, al punto de matarla. Selena, al darse cuenta de que algo pasaba, fue a la sala de la varita, ahora apagada y con una chica extraña para ella en el suelo. Selena entendió quién era rápidamente al ver su anillo y no pudo retener una lágrima. Kami tenía una herrida grave en el estómago, sin embargo, su sangre no era como la de un humano común, era de color blanco brillante y herida se cerró.
Kami, sorprendida, observó a Selena confundida y emocionada. Selena tenía un largo cabello oscuro, atado con un moño como una bailarina de ballet y con una flor rosada de cuatro pétalos, su piel era clara, como la de Kami, y vestía de un vestido de color rojizo bajo lo que parecía ser una bata o una toga blanca luminosa. La verdad es que a Kami le daba una impresión oriental. Kami también lloró un poco. "¿Eclipsa? ¿Eres tú?", preguntó Selena con su dulce y serena voz. Kami le dijo si moviendo su cabeza y se dieron un tierno abrazo.
Sin embargo, las cosas no iban tan bien afuera, el conmovedor momento iba a ser interrumpido por el hecho de que Eduard planeaba ya el ataque contra el Palacio del Sol, convenciendo algunas estrellas de que era una orden oficial. Las estrellas se fueron volando sin pensarlo dos veces a la hora del cambio de luz, el amanecer, cuando el palacio de Solaris estuviera más cerca. La Ciudadela Celeste no se movió de su lugar y el cielo se eclipsó. Eduard levantó la varita de la Luna y lanzó un rayo al palacio, pero era mucho más débil de lo que esperaba. "¿Por qué está pasando esto?", se preguntó. Uno de sus secuaces le respondió: "Tal vez cuando Eclipsa trató de volverte mortal alcanzó a robarte parte de tus poderes, es como si fueras medio mortal". Él no podía creerlo, si esa niña le robó sus poderes ya nadie se los volvería a devolver, porque aún pensaba que estaba muerta, y siguió atacando.
Mientras tanto, Kami le explicó a Selena lo ocurrido, ella se sintió engañada y lo primero que decidió hacer fue liberar a Stuart, aunque Stella ya se estaba ocupando de eso. Al llegar a la prisión se encontraron a Stella y Stuart que ya estaban escapando, pero Selena ya sabía que él era inocente. Lo importante ahora era recuperar la varita de la Luna para evitar el fin de la Tierra y devolverle a Stuart sus poderes.
Selena convocó a todas estrellas que se quedaron para ir a la batalla y arrestar a Eduard y sus cómplices y fueron allí. Selena dijo que era muy peligroso y le pidió a Kami que se quedará, a pesar de que quería ayudar. Ella se quedó hablando con Stuart y Stella un rato y se preguntó por qué ella no murió con semejante ataque que le hizo Eduard. Stuart propuso que tal vez sus poderes ya se habían activado lo suficiente para regenerar su cuerpo, pero significaría que ella ahora es inmortal, pero no tendría sentido si su padre es mortal.
"A no ser que no lo fuera", terminó diciendo.
Ella les preguntó si existía la posibilidad de que su padre fuese otro dios. Sorprendentemente, existía la posibilidad, ya que eso explicaría porque Selena no reveló la identidad, pero para que fuese tan malo no revelárselo a nadie, ni siquiera a sus personas de mayor confianza, debía ser un dios que cualquier estrella detestaría... Una idea loca le llegó a la mente y decidió ir al campo de batalla de inmediato, trató de usar su poder de flotar para dar largos saltos y llegar al palacio.
El Palacio del Sol era grande, el exterior estaba hecho de una piedra amarilla muy clara, con algunas decoraciones doradas, y el techo le recordaba a Kami como un capullo o el techo del Taj Mahal y algunas torres. También alcanzó a ver que había amplios jardines. En realidad, no había mucho que describir en ese momento de combate intenso. Un rayo enorme de luz dorada paso cerca de ella sin herirla, pero logró darles a varias estrellas, que cayeron sin hacerse mucho daño y contraatacaron con más rayos de luz, esta vez azules, que chocaron contra una especie de campo de fuerza que rodeaba el palacio, provocando un ruido similar a la de una campana. El ruido perduro y vio como Eduard tenía la varita en sus manos y lanzaba un gran rayo de luz azul, después paró y vio volar a alguien vestido de colores luminosos y lanzar otro rayo de luz con una varita similar a la de la Luna, pero con un sol, seguramente se trataba de Solaris. Ella fue hasta allí para recuperar la varita, pero se detuvo cuando vio a su madre anunciar la retirada justo al frente de la entrada principal del palacio. Solaris decidió entonces ir con ella para hablarle urgentemente y Eduard fue para acabar con ella. Kami entonces se apuró para detenerlo antes de que hiciera cualquier cosa.
Eduard se ocultó detrás de un pilar y esperó el momento justo para atacarla, Solaris y Selena empezaron a hablar:
—¿Podrías explicarme qué está pasando, Selena? —dijo Solaris con una voz no muy profunda en realidad.
—Te pido disculpas, me ha traicionado mi segundo al mando y solo hoy lo pude ver, casi muere Eclipsa por eso.
—¿Eclipsa? ¿Acaso está bien?
—Sí, está en la Ciudadela. Ahora, si me disculpas, debo encontrar a Eduard.
—Eso dudo que sea un problema, Selena —dijo Eduard, saliendo de su escondite, apuntando con la varita de la Luna en sus manos.
—¡Eduard! ¡Baja eso, por favor! No necesitas hacer esto.
—Eso piensas tú, tú que eres tan supuestamente perfecta, eres muy débil para gobernar, sabes en realidad lo que necesitan las estrellas, eres como el sol de la noche.
—Las estrellas son soles también, ¿sabes?
—¡La lógica mortal no va a servir de mucho! ¡Es tu fin!
Diciendo esto lanzó un rayo de luz, no para matarla, porque ella era inmortal, sólo quería aturdirla lo suficiente para quitarle sus poderes y matarla después. Selena evitó el ataque con un salto y al caer uso sus poderes que no eran dependientes de la varita. Solaris trató de ayudar, pero Eduard lanzó un rayo de luz que le hizo caer la varita del Sol por el abismo y él fue a buscarla. Mientras tanto, Kami seguía escondida y observaba como Selena invocaba escudos, lanzaba rayos de luz y rayos estelares mientras volaba y luchaba contra Eduard de forma épica.
Eduard alcanzó a darle y cayó al suelo, pero antes de que pudiera robarle sus poderes Kami apareció y trató de quitarle la varita. En el acto, Eduard le disparó sorprendido de volverla a ver en pie, lo que le causó otra vez el mismo dolor. Cuando Solaris volvió le disparó a Eduard, que se desmayó después de golpearse contra una pared, y se alarmó al ver a Kami herida, pero se tranquilizó cuando sus heridas sanaron nuevamente. Sin embargo, ahora debía descansar y la llevaron a la Ciudadela Celeste.

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