Las cosas se veían mal para las jóvenes Camila Eclipsa Jason y Dreamy y Stuart Shine, pues resulta que la subordinada de Moro, Dios de la muerte, había tomado de rehén a la Varita Atardecer y si no hacían algo pronto, la Tierra, el Sol y la Luna corrían peligro, al mismo tiempo. Por ahora, sólo podían seguir a Marie Shelline y varios fantasmas tristes y pequeños, y algo adorables, (excepto por Flickuic, quien debía seguir con su trabajo, siempre llegaban muertos nuevos), por el camino rocoso del inframundo. Casi no había diferencia entre aquel lugar y los pasadizos oscuros (se notaba que estaban conectados), salvo por el hecho de que había diversas antorchas brillando con el mismo color morado y hacía un frío de muerte. A pesar de ser inmortal, Kami podía sentir como su vida estaba siendo drenada de su cuerpo, pero esa sensación no tendría final mientras estuviera ahí. Dreamy, por otro lado, seguía igual por dentro, pero estaba muy asustada y quería ser lo más invisible posible. Pasaron al lado de un oscuro barranco sin fin sobre un puente de roca y a Kami le surgió una duda sobre la joven Longestaine, para romper el hielo:

—Disculpa, ¿puedo preguntarte algo, Mary?

La chica del vestido negro respondió entonces muy enojada y, sin embargo, de forma muy cínica:

—¡El nombre que me pusieron cuando nací es Marie! ¡No Mary! ¡Marie Shelline Longestaine! ¿Acaso qué información deseas saber, cuya falta en tu conocimiento general te perturba tanto?

—Bueno, es que me sorprendió lo que hiciste con ese porta-velas y que dijiste que solo tu podías usarlo y me preguntaba cómo es eso.

—Para empuñar este objeto, uno debe tener un cuerpo físico, eso significa estar vivo, de modo que ningún fantasma puede tomarla. Sin embargo, cualquier ser vivo que tomé este porta-velas no podrá hacer nada. En conclusión, solo un ser que sea mitad vivo y mitad muerto puede controlarlo.

—¿Cómo un zombi o un poltergeist? ¡Espera un segundo, tú no estás del todo muerta! ¿Verdad?

—Así es, es una historia algo larga, puedo contarles el resumen mientras llegamos. Fue hace mucho más de cien años, cuando morí. Mi alma fue traída aquí por Moro, pero como yo estaba tan asustada de la muerte (tal vez porque morí a una corta edad), traté de escapar, como muchos fantasmas que embrujan ahora la Tierra. Moro tenía que recolectar almas muertas y asegurarse al mismo tiempo que no huyan, pero no podía y estaba cansado de todo eso. Al final, Moro me dio el porta-velas y me dijo que vigilará a los fantasmas, y entonces podría conservar la mitad de mi vida. Desde entonces, mi cuerpo sigue vivo, pero mi alma está muerta.

Un pequeño fantasma mencionó en voz baja (para que Marie no lo escuchara) que era por eso por lo que Marie parecía no tener emociones, lo más importante de una persona había muerto en ella. También se mencionó que cualquier muerto puede seguir un camino similar al de Marie, muchos en realidad no le temen a la muerte, sino a lo desconocido, era por eso que lo que hacían era como tener un futuro seguro, pero a cambio debían obedecer a Marie Shelline y por lo tanto a Moro y a Caótica siempre, incluso si eso implicaba hacer algo terrible. El solo hecho de entrar por voluntad propia y entonces morir podría ser como entregarse y aceptar trabajar para Moro. Aunque Kami pensó que esos fantasmas eran algo similar a las Estrellas o a los Soñadores, sólo que la Muerte no puede llegar a ellos de la misma forma. Tal vez si la reliquia de Moro era destruida, todos los muertos iban a morir de verdad.

Luego llegaron a la entrada de una enorme cueva, el pequeño grupo de fantasmas quiso alejarse lo más rápido posible, aparentemente tenían cosas que hacer, pero tal vez eso era una mentira. Entraron a la habitación, era algo redonda, un poco más luminosa, menos rocosa, había unos cuantos muebles, unas mesas pequeñas, con espejos rotos, al lado de la pared, unas sillas de época y un gran tapete al centro de la habitación con diseños de flores negras. Parecía un tanto fúnebre, aunque no había nadie, era como una casa embrujada, pero cuyas paredes están hechas de piedra y no había telarañas (posiblemente porque una araña es un ser vivo).

Los tres esperaron con Marie a que alguien viniera, luego de unos minutos, un hombre de una altura levemente superior al promedio, vestido con una ropa y capa oscura, su cabello oscuro casi no podía dejar ver su cara, apenas su piel pálida. Kami entonces supo porque se representaba así a la parca, y seguramente la guadaña que traía consigo era su reliquia. Pues aquel hombre era Moro, Dios de la Muerte, y estaba muy distraído con una lista de todas las muertes que ocurrían en el mundo (con mucho más de 7 mil millones de habitantes y las guerras que había por todo el globo terráqueo no era un trabajo fácil), mientras que un pequeño fantasma quería que se diera cuenta de que ellos estaban ahí. Al final, Moro se dio cuenta de su presencia porque casi se choca con ellos y quedó atónito por unos instantes, la verdad es que fue algo incómodo. Marie Shelline entonces le dijo:

—Mi Señor, ellos vinieron a detener a su hijo e hicieron tremendo lio, pero los traje aquí como ustedes dijo y confisqué su varita.

—Gracias, Marie, puedes volver a tu trabajo —respondió Moro con una voz seria, antes de que Marie le diera la varita y se fuera—. Bueno, esto se siente realmente extraño. Lamento todo esto, no quiero ser el malo en todo esto, en realidad todo es culpa de Caótica.

—¿Dijiste algo sobre mí? —preguntó está última, después de aparecer de la nada, era considerablemente hermosa; un poco más alta que su marido, vestía con un largo y un poco roto vestido de color oscuro (parecía púrpura, aunque podía ser negro), no tenía zapatos, pero sí una pulsera en el tobillo, y tenía cabello negro un poco corto y despeinado y ojos carmesíes.

—¡Claro que no, cariño! Debió ser solo impresión tuya.

—Desde luego, ¿por qué tendrías razón para mentirme? —respondió con una voz manipuladora y bastante siniestra—. Pero dime: ¿quiénes son estas personas? ¿Y qué es ese particular objeto que tienes en tus manos?

En sólo unas 4 oraciones, Kami se dio cuenta de cómo era Caótica: manipulativa, con muy malas intenciones, dispuesta a acabar con todo. Kami se presentó, también a Stuart (quien no quería ser insolente y enojar a Caótica) y a Dreamy también, y mencionó su misión, exigiendo que le devolvieran la reliquia. Claro que al oír esto no le agradó nada a la Diosa del Caos, y mientras disimulaba con una mueca de enojo, le quitó la Varita Atardecer de las manos de su marido. Al mismo tiempo, miraba a Dreamy con más rencor, como si quisiera matarla, mientras esta última se ocultaba atrás de Kami.

—Si quieres tu varita, ¡ven por ella! —respondió, y se fue por una caverna oscura.

 Moro se disculpó por el comportamiento de su esposa, el odio lleva en ella por miles de años y su poder era peligroso: para crear caos, primero creaba discordia. Si alguien era afectado por su poder, durante ese breve momento de locura, podría hacer cualquier cosa, por ejemplo: podría matar a quién más ama. Por eso todos le tenían miedo, en un segundo una relación puede acabar en la sangre, y en el caso de los muertos, ella usaba su poder para castigar a quien le faltará el respeto, en lo más profundo del inframundo, destrozando cualquiera de sus relaciones con discordia eterna.

Los dos celestiales (y la Soñadora Dreamy) debían ir tras Caótica antes de que se le ocurriera romper la Varita Atardecer. Kami se fue corriendo, Dreamy solo podía caminar rápido por su vestido, pero antes Stuart de seguirla dijo:

—Señor, por favor discúlpenos, nosotros no vinimos a buscar pelea, pero su hijo tiene como cruel destino destruir la Tierra y tanto mi Señora Selena, Diosa de la Luna, como su esposo Solaris, Dios del Sol, y como su hija no quieren que su fiel amiga Terranova muera, ya que solo quería proteger la vida. Usted ha debido ver lo que Caótica es capaz y entonces debería entender por qué ella tuvo que desterrarla.

—Sinceramente, yo soy quien debería disculparse. Yo no quiero que la Tierra sea destruida, sin vida no hay muerte y no quiero ocuparme de todas esas almas, pero el poder de Caótica puede afectar incluso a un dios.

—Lo entiendo, nadie quiere acabar con lo que más ama, pero la locura, la discordia y/o el enojo (que al final son la misma cosa) puede llegar a ser más de lo que se puede creer. Lo importante es aprender a controlarlo.

Con eso dicho, Stuart se fue corriendo lo más rápido posible para alcanzar a Kami y Dreamy para posiblemente alcanzar a Caótica, si tenía suerte. No podía permitir que la Varita fuera destruida, no podía permitir que Solaris ni mucho menos Selena murieran.