La sugerencia inocente de Lenny de cambiarse de especialista comenzó a cobrar cierta relevancia en su mente después de tantas semanas de tratamiento y repetidos altibajos en su estado de salud y de ánimo. Tenía periodos cortos de mucha energía, y luego volvía a caer en picada. Comenzó a tener dolor en los genitales, ciertos pinchazos, sin embargo tampoco tenía tiempo para buscar otro especialista. Había llamado para concertar una nueva cita pero le habían dicho que de momento no era posible y que en cuanto tuviesen novedades lo llamarían. La especialista que llevaba su tratamiento andaba en varios congresos, y era imposible contactarla. Más información no pudo obtener.
Les pidió si podían enviarle una copia de su historia clínica en la cual estaba detallado todo el tratamiento para buscar otro especialista pero le informaron que debido a ciertas leyes, al secreto profesional y otras cuestiones solo se la podrían hacer llegar al nuevo especialista, directamente.
Leo que desconocía cómo se manejaba la información en ese sentido, hizo una búsqueda y constató que efectivamente era una práctica común entre entidades sanitarias. Su madre, por otro lado ya estaba en estado de alerta y Leo un poco se arrepentía de habérselo contado. Le hizo algunas preguntas aunque de todos los síntomas que su mamá le mencionó no tenía ni uno solo.
Ambos dos llegaron a la conclusión de que eran las contraindicaciones de la medicación. Su madre le prometió ocuparse de buscarle un nuevo especialista, y Leo por su parte llamó a una línea de emergencias en la cual solían dar información sobre situaciones extremas tales como los ciclos, los ruts, la medicación para el día después, intoxicación por feromonas etc.
La joven que lo atendió le aclaró desde el principio que asesorarlo desconociendo la medicación que tomaba era muy difícil. Asimismo comentó que si existía la mínima posibilidad de que fuese alfa debería continuar tomando la medicación hasta consultar con un nuevo especialista. Sí por el contrario, su subgénero estaba confirmado 100% como beta, no existía mayor riesgo en dejar la medicación. Con un porcentaje incierto interrumpir el tratamiento incrementaba el riesgo a sufrir un shock feromonal. También le preguntó sí entre los síntomas tenía dolor de cabeza, mareos, nauseas, sensación de ahogamiento o calor excesivo, tal cómo le había preguntado su madre pero no, no tenía ninguno de esos síntomas. Al mencionar el dolor en los genitales, la pregunta fue automática.
—¿Hace mucho que no se masturba o tiene relaciones sexuales?
Leo suspiró un poco molesto, pero la respuesta era obvia aparte tampoco sentía deseo. Nunca había sentido deseo realmente, salvo la vez que se había acostado con Jared. Cierto era qué cuando se encontraba cerca de Jared aquellos pensamientos volvían, y experimentaba lo qué suponía era normal para una persona que estaba enamorada. Sin embargo nunca había tenido una gran líbido, algo que también era uno de los principales indicadores del subgénero beta. Pensándolo seriamente, quizás su problema era mucho más simple de lo que pensaba.
Al llegar a su casa, se fue derecho a la ducha, se aseó, buscó una toalla y así desnudo se tiró en la cama. Sin embargo se dio cuenta de que no estaba excitado y el dolor, o los leves pinchazos provenían de dentro. Igual con intentarlo no perdía nada. Se había comprado un gel, por las dudas. Sacó un poco y despacio comenzó a esparcirlo por su miembro. Apenas sentía algo, intentó volver a aquella escena pero de pronto recordó lo de la familia de Jared, de como dentro de poco ya dejaría de estar disponible y comenzó a sentirse demasiado triste para imaginarse cualquier tipo de temática ligeramente erótica. Decidió que era mejor guardar todo. Ordenó lo que había preparado, se vistió, y salió a dar una vuelta para despejarse. Había pensado en mandarle un mensaje a Lenny con quién habían incrementado el contacto, quizás tenía ganas de salir a tomar algo. La relación con North no estaba definida del todo, y notaba que Lenny cada vez tenía menos paciencia.
Por otro lado, Leo había cumplido su parte y le había hecho una especie de informe a North incluyendo análisis de cómo podría afectar y desarrollarse a futuro la unión entre la joven y North. Este se había animado a hablar con ella, y según lo que le había comentado, la joven parecía convencida, sin embargo, el tema eran los padres, quienes insistían en la unión. Un mal trago había sido el momento en el cuál el nombre de Jared había surgido en la discusión siendo una de las ideas de North cruzar las candidatas y proponérsela a los Rickdorf. No sabía que le había dicho Lenny exactamente, pero al día siguiente la idea ya había pasado a la historia.
Por el momento seguían almorzando todos juntos, aunque no de forma tan seguida. Se estaban preparando para la etapa de los exámenes y Jared había comenzado a ausentarse, Leo supuso al principio que era por las reuniones que estaba organizando la familia pero luego se enteró por North que andaba con un desajuste importante en los niveles de las feromonas, resultado de un intento fallido de cita concertada que había tenido recientemente.
North le había explicado a Leo que en el caso de Jared y debido a su perfil social, los ataques de feromonas eran más habituales de lo que uno pensaba. Generalmente los que los perpetraban usaban amplificadores para maximizar el efecto y ver si podían ser anudadas esa misma noche asegurándose el lugar de “hija” de una de las familias más ricas y poderosas del país. A Leo se le antojó algo horrible aunque pensó que como bien decía el refrán, en el amor y en la guerra todo vale, aunque aquello no era amor, era más bien una guerra de poder y dinero.
La semana de exámenes había llegado y había pasado sin mayores sorpresas, llevaba sin ver a Jared unas dos semanas, tampoco tenía noticias suyas. La noche anterior le había mandado un mensaje para saber sí estaba bien y si se había podido presentar a los exámenes. Luego se enteró que alumnos como Jared o North solían tener acceso inmediato a la semana de recuperatorios y si incluso no llegaban, se les proponía fechas especiales antes del cierre del semestre para queno perdiesen la convocatoria. Leo comenzaba a darse cuenta, ahora más que nunca, de qué tipo de realidad vivían aquellos en las altas esferas de la sociedad.
Ese día había terminado temprano. Tenías unas clases de apoyo que había coordinado con dos estudiantes de Física, y que tenía que agradecérselo a Lenny, quien parecía conocer a todo el campus y al enterarse de que Leo quería dar clases de apoyo, le ayudó a conseguir sus primeros alumnos.
En el medio de la segunda clase, le llegó un mensaje de Jared.
“Estuve afuera de la ciudad, llegué hace un rato. Después te llamo”
Leo leyó el mensaje extrañado y se preguntó si ya estaba recuperado.
Terminó la clase, llegó a su casa pero Jared no lo llamó. North, en cambio, le escribió para salir con Lenny a tomar algo. Como ambos dos solían frecuentar los bares cercanos al campus siempre intentaban estar de a tres o cuatro para no levantar sospechas sobre su relación. Leo hacía mucho no salía y pensó que quizás Jared se podría unir más tarde. Le mandó un mensaje con la ubicación para que se uniese.
—¿Ya volvió? Ni sabía que se había ido. Escuche que seguía mal de salud.—exclamó North, sorprendido.
Lenny acotó:
—A ese nivel de poder, la mitad de lo que te cuentan es mentira.
Leo negó con la cabeza
—Jared no es así.
Lenny lo miró casi con lastima y le sirvió otro chupito que Leo se apresuró a vaciar.
—Créeme cuando te digo que conozco a los de su calaña muy bien. Puede que no sea así todavía, pero para cuando haya terminado la universidad, se haya casado y haya asumido su rol pasara a ser una réplica del resto. Y por lo que escuche, el padre es una joyita. Con que sea un 50% del padre desearas no haberlo conocido nunca.
Leo sintió un escalofrió en el cuerpo, y le hizo una señal para que le sirviese otro trago.
—¿No tienen salvación?—preguntó Leo por lo bajo.
Antes de que Lenny pudiese responder, el celular acaparó toda su atención, un poco mareado atendió de forma automática.
—¿Dónde estás?—era Jared, la voz era casi un susurro. El bullicio del bar interfería en la llamada.
Leo salió afuera para poder escuchar mejor.
—Te mande un mensaje, ¿lo leíste?—respondió Leo, le costaba caminar derecho.
Cuando Jared volvió a hablar una parte de su ser se estremeció. Reconoció al instante aquella voz grave, áspera y melosa.
Continua en la parte dos, la próxima semana!

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