Daniela Rodríguez, ese era mi nombre. Siempre creí que era una chica muy aburrida. La escuela y mi trabajo eran todo para mí. Nunca salí de fiesta ni tuve oportunidad de emborracharme con amigos. Desde muy pequeña fui muy ermitaña.
Solo era la escuela… pero cuando tuve mi primera computadora, me convertí en lo que llamaron una adicta a la tecnología. Fue entonces cuando descubrí la historia de La dama del vampiro joven.
Siempre odié y amé esa historia. Amaba los personajes y las historias secundarias entre los hermanos Lindverg y sus amigos, pero nunca me gustó la historia principal… excepto cuando me imaginaba que la protagonista era asesinada o torturada.
La vi más de veinte veces, tanto que me sabía la trama secundaria y los poderes de cada personaje. Pero nunca pude aprenderme ni siquiera el nombre de esa chica protagonista. Ni me importaba.
Pensaba en todo eso mientras me despertaba en un lugar diferente a mi casa.
Era un lugar hermoso, como un invernadero hecho de cristales. Un lago justo en medio, rodeado por un bosque lleno de árboles de cristal y rosas. Todo se veía tan real… e irreal a la vez.
No había nadie. No sé cómo lo sabía, pero lo sabía.
Estaba justo en la orilla del lago cuando vi que una luz se encendía justo encima del agua. Una esfera de luz descendía hacia el lago. Vi cómo se sumergía.
Por algún motivo, me daba tanta curiosidad que incluso pensé en nadar para ver qué era.
Así que traté de entrar al lago… pero en vez de nadar, pude caminar sobre el agua.
Me sentía en un anime. Jaja, qué cosas pienso.
Me acerqué hasta el punto donde había caído la luz, y de ahí salió una flor hermosa. Parecía un lirio hecho de cristal.
Justo en medio de la flor había una fruta rara. Era roja como la sangre y parecía estar hecha de agua.
No podía moverme correctamente. Parecía que actuaba en automático.
Mi mano tomó la fruta, la acerqué a mi boca… y me la comí.
Sentí como mi cuerpo se ponía caliente. Muy caliente. Estaba hirviendo. No podía más. Dolía demasiado.
Por un momento, sentí que el calor se iba… como si mi sangre se congelara, pero siguiera fluyendo. Mis dientes, antes sensibles, se volvieron rectos y filosos.
Recordé en ese momento a mi personaje favorito: Kaius.
Solo quería que mi mente se concentrara en otra cosa.
Empecé a pensar en cómo quería cambiar la historia.
Quería que todos los que se merecían un final feliz lo tuvieran… y que los que no, se fueran al limbo.
Deseaba tener la magia de la creación, esa que se mencionaba brevemente en la historia.
Era un tipo de magia única… capaz incluso de cambiar el destino.
Mi mente vagaba en todo eso… hasta que mi cuerpo ya no pudo más.
Y vi todo negro.
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