Despertó en medio de un bosque. Le dolía la cabeza. Lo primero que hizo fue reprocharse por haber comido aquella fruta se veia inofenciva pero que potente.
—Maldita fruta… Por eso mi madre siempre me decía que no comiera nada que me encontrara por casualidad… Por eso jamás… ¿eh? ¿Dónde estoy?
A su alrededor solo había árboles y una ligera niebla. El ambiente le recordaba esas películas de terror tipo slasher, donde un tipo con machete te encuentra teniendo sexo en el bosque y te mata.
Pero incluso ese bosque le resultaba familiar.
—Siento que ya había visto este lugar…
Se rascó la cabeza y pasó los dedos por su cabello. Ahí se extrañó: no solo era liso… ¿por qué estaba más corto?
Al mirar sus manos, descubrió que eran más blancas y masculinas. Buscó su teléfono para poder mirarse, pero no tenía nada. Solo una cartera de hombre… y un anillo rojizo en el dedo.
—¿Qué diablos? Necesito mi teléfono. ¿Dónde está? Necesito mirarme…
En ese momento, el anillo comenzó a emitir luz. Una pantalla morada apareció frente a él… o mejor dicho, frente a él, porque lo que reflejaba la pantalla era un joven de cabello negro corto, ojos rojos, y una tez demasiado pálida para ser normal.
Al verse, se exaltó.
—¡¡K…K…Kaius Lindverg!!
Incluso su voz era masculina, idéntica a la del personaje.
“No puede ser cierto”, pensó.
No era un cosplay. No era un sueño. Era él.
Saltó hacia atrás, se tropezó y cayó al suelo. La pantalla cambió por completo y apareció un mensaje:
[Lo siento mucho, niña. Fue un accidente 😨☺️]
—¿Qué… qué estás diciendo? ¡Oye, contéstame! ¿Qué me pasó? ¿Quién eres?
Dijo el chico, algo molesto y asustado, aún sentado en el suelo tras el susto.
[Lo siento mucho. No te puedo decir mi nombre porque ni siquiera podrías pronunciarlo. Además, no estaré contigo mucho tiempo, pero me puedes llamar Torn. Soy un dios. Lastimosamente corté tu hilo del destino, lo que significa que tu destino se rompió y sufriste una muerte inmediata. Perdóname, en serio. Estaba cazando una sombra dimensional que estaba arraigada a ti. Era eso… o que vivieras con mala suerte y cansancio toda tu vida.]
El chico se acomodó en posición de loto, tratando de entender todo lo que el dios le decía. Después de la explicación, estaba más tranquilo… pero también enojado. Estaba en el lugar y tiempo equivocados.
—Ok… por lo que entiendo, esas cosas se alimentan de la suerte de las personas y de su energía vital. Pero… ¿por qué soy Kaius? No entiendo.
[Bueno, honestamente quería darte algo por ese error. Así que indagué un poco en tu mente y descubrí que querías cambiar esta historia. Te lo di como un obsequio. ¿Hay algo más que desees?]
—Bueno… este… quería ver si me podías dar la habilidad de usar magia. Siento que me ayudaría más.
[De acuerdo, pero necesito hacer un pequeño cambio. Dame un momento mientras lo consulto con el dios de este mundo. No me tardo. Por lo mientras, ten esto. Tienes que comer. Nos vemos en un rato.]
La pantalla se cerró, materializando una bolsa transparente con un líquido rojo. Él sabía lo que era. Lo había visto en la serie: sangre humana.
Cuando la tomó en sus manos, empezó a salivar. Sus ojos ardían como si estuviera viendo al sol, y su estómago sonaba como si llevara días sin comer.
Recordó la naturaleza de Kaius: un vampiro.
Abrió la bolsa y se la bebió. Sabía que si no lo hacía, estaría débil. Y en ese momento necesitaba estar alerta y en plena forma.
Por un momento, sintió la misma sensacion cuando comio aquella fruta el calor de su cuerpo se iba…su sangre se congelaba, pero siguiera fluyendo. Sus dientes, antes sensibles, se volvieron rectos y filosos terminando en colmillos.
No le preocupaba mucho alimentarse, lo que significaba que quizás no le importaba lastimar humanos. Pero sabía que eso no era posible. Según la historia, Kaius tenía un control único al alimentarse. Así que eso estaría bien aunque tambien habia ignorado esos instintos cuando tenia que matar a alguien asi que debera verificar cuando y como ignorar esos instintos.
tambien tenía que corroborar si tenía esas mismas habilidades: su regeneración más alta que cualquier vampiro, o la habilidad de lealtad al convertir a alguien.
Además, no probaría sangre animal. Esa no lo llenaba ni le daba fuerza. Lo había aprendido del hermano menor, Nicolas Lindverg, quien fue secuestrado varias veces por esa razón.
Tal vez eso le ayudaría a controlarse. Además, debía cuidarse del modo berserker. Según la historia, ese modo se alimentaba de emociones negativas y te convertía en un monstruo sádico… o al menos eso mostraban los personajes que lo activaban.
Pasaron unos minutos. Terminó la bolsa de sangre y se recostó en el suelo. Después de una hora en ese lugar, se acostumbró tanto que se dispuso a ver las estrellas.
No se veían muchas, lo que indicaba que estaba más o menos en la época de la que venía. Kaius era del siglo XIX, y realmente no quería aparecer en esos tiempos.
Estaba inmerso en sus pensamientos cuando el anillo volvió a brillar. La pantalla reapareció.
[¿Cómo va todo, mi pequeño vampiro? Te tengo buenas noticias. Hablé con el dios de este mundo y me dijo que te había otorgado la magia desde que entraste en ese cuerpo. También me dijo que esta historia, o este mundo, no es el del libro ni la serie. Es un mundo alterno. Así que no esperes que todo sea igual.
Lo que sí me dijo es que tendrás que seguir la historia durante un tiempo. Hay cosas que no pueden cambiar. Además, quiere pedirte ayuda para que su mundo no termine como el original. Por eso también te dio libertad absoluta para cambiar lo que quieras… menos lo que ya está escrito.]
—Lo que significa que, en cierta manera, sabré qué sigue… si no cambio lo que está escrito. De otra manera, cambiaría demasiado la historia.
[Exactamente. Pero además, es para evitar que los que se merecen un destino cruel se libren de él. Tal parece que el dios de este mundo está muy enojado con los brujos. Si tú lo deseas, puedes lastimarlos. No les importa mucho.]
—¿No crees que es algo cruel por parte de ese dios?
[Créeme… después de lo que me contó, es lo menos que se merecen.]
Se quedó pensando en eso. ¿Qué habrán hecho para que incluso su propio dios los desprecie?
Pero lo que ahora necesitaba era un lugar donde quedarse y pasar la noche.
[También te daré esto: algo de dinero. Aquí puedes acceder a una cuenta bancaria. Además, puedes pedir objetos mágicos o información desde aquí. Es el regalo del dios de este mundo. También se instalarán otros regalos en el anillo.]
El chico accedió al anillo y vio que no era poca cosa. Eran casi seis cifras… y no precisamente un millón. Era demasiado. Pero eso lo mantendría durante unos años.
[Bueno, yo me tengo que ir. El dios de este mundo se encargará de lo que no entiendas. Adiós, pequeño vampirito.]
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