Elías volvió a la cafetería tres días seguidos. Siempre pedía lo mismo. Siempre se sentaba en la misma esquina. Siempre con los planos frente a él, como si intentara descifrar un idioma que ya no se habla.

Lucía lo bautizó como el arquitecto fantasma. Aitana no se reía. Había algo en él que le recordaba a los inviernos largos: silencioso, persistente, y lleno de cosas que no se dicen.

—¿Por qué restaurar esa casa? —le preguntó Aitana una tarde, mientras le servía el café.

—Porque está rota. Y aún así, sigue de pie.

Ella no supo si hablaba de la casa o de sí mismo.

Esa noche, Carmen tuvo fiebre. Aitana se quedó despierta, cambiando paños, preparando infusiones, leyendo en voz alta fragmentos de cartas antiguas que su abuela guardaba como tesoros. En una de ellas, encontró una frase subrayada:

“El amor no siempre llega cuando lo llamas. A veces, se cuela por la rendija de una herida.”

Aitana la leyó en voz baja. Y pensó en Elías.

 - Creo que me estoy volviendo loca , por qué me importaria -Dijo en voz baja para si misma mirando la ventana con una taza de café pensando en lo que le espera 

Esa noche fue de pensamientos repentinos 🌌

DATOS DE LOS LUGARES 

-El pueblo: Pequeño, costero, con calles empedradas, casas de colores apagados y una atmósfera de tiempo detenido.  

- La casa del acantilado: Antigua, de madera desgastada, con ventanas que miran al mar. Tiene una historia de amor inconcluso que todos respetan.  

- La cafetería: Espacio cálido donde Aitana trabaja. Lugar de encuentros silenciosos, miradas cruzadas y conversaciones que cambian destinos.  

- La cocina de Carmen: Centro emocional del hogar. Aquí se comparten sueños, recuerdos y tazas de café con miel.