Aitana tenía un cuaderno escondido en el fondo del armario. Lo había dejado de usar cuando la vida se volvió más urgente que los versos. Pero esa mañana, después de ver a Carmen dormir con el rostro pálido y la respiración entrecortada, lo sacó.
> “¿Por qué me siento más viva cuando él está cerca, si ni siquiera lo conozco?”
> “¿Está mal querer algo más que cuidar y resistir?”
Escribió sin pensar. Palabras sueltas. Fragmentos. Preguntas que no se atrevía a decir en voz alta.
Fue a la cafeteria a trabajar, en la cafetería, Elías la miró diferente. Como si algo en ella hubiera cambiado. Como si él también estuviera escribiendo una carta que nunca pensó enviar.
—¿Te gusta escribir? —preguntó, sin rodeos.
—Me gustaba. Ahora no sé —Dijo Aitana indecisa
—Deberías seguir. Hay cosas que solo existen cuando las nombramos.
Aitana lo miró. Y por primera vez, pensó que tal vez él también estaba roto. Pero no vencido.
Ese día en la noche recordar esas palabras fueron como una motivación a seguir escribiendo eso que en algún momento le gustaba y amaba 🖋️
Hay cosas que amas Pero al tiempo cuestionas si en verdad sientes lo mismo de cuando empezaste, talvez sientes un bloqueo, solo será cuestión de tiempo lo importante es disfrutar y no dejar las cosas a medias,si se puede a veces esas frases son las que se necesitan en esos momentos tan difíciles ✍️🥰💫
“A veces el amor llega cuando menos lo esperas. A veces, justo cuando el mundo parece derrumbarse.”
Aitana vive en un pequeño pueblo costero, cuidando a su abuela enferma, la única familia que le queda. Su vida gira en torno a turnos en la cafetería local, recetas caseras y noches en vela junto a la cama de su abuela.
Todo cambia cuando llega Elías, un joven arquitecto que busca restaurar una casa abandonada frente al mar. Lo que comienza como una amistad incómoda se transforma en un vínculo profundo, marcado por secretos, decisiones difíciles y una promesa que podría cambiarlo todo.
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