Capítulo 8: La verdad detrás de la mentira
Un vasto silencio dominaba el lugar.
No había viento, ni pasos, ni respiración. Solo oscuridad.
—¡Ahhh! —gritó Alex al despertar sobresaltado.
Miró a su alrededor, pero no vio nada. No estaba vendado, simplemente… no había luz.
—¿D-dónde estoy? —preguntó en voz baja.
Sus ojos no veían, sus oídos no oían, su cuerpo no sentía. La nada lo envolvía. Con cada segundo que pasaba, su respiración se volvía más rápida.
Era miedo. Miedo real.
—¿Hola...? —gritó. Su voz se perdió en el vacío.
De repente, una luz se encendió frente a él, tan intensa que lo cegó.
Alex se cubrió los ojos. Cuando la luz se suavizó, distinguió una sombra humana que lo observaba desde la distancia.
—¿Quién eres? —preguntó una voz grave y autoritaria—. Identifícate.
—Soy Alex Mayer —respondió nervioso—. Recibí una carta del grupo de las Sombras, decían que ahora pertenecía a ustedes.
Levantó la carta temblando, con la respiración entrecortada.
La figura guardó silencio un momento. Luego bajó el tono.
—Mmh… entiendo. Pensé que eras un intruso. Suele pasar.
Varias luces más se encendieron, revelando un amplio recinto subterráneo.
Era como una escuela… aunque el aire se sentía distinto: pesado, silencioso, disciplinado.
—¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? —preguntó Alex, aún confuso.
La figura avanzó, dejando ver su rostro.
Era un joven de expresión serena, cabello oscuro y mirada firme.
—Soy Renji Kaze, sublíder de las Sombras. —Su tono era tranquilo, pero su presencia imponía respeto—. Puedes llamarme El Silencio.
—¿El sublíder...? —repitió Alex, sorprendido—. Entonces… ¿puedes decirme qué está pasando?
—Lo que ocurre —explicó Renji mientras lo ayudaba a ponerse de pie— es que a veces intentan infiltrarse en nuestras bases. Robar información. Teníamos que asegurarnos de que fueras quien decías ser.
—Ya veo… —Alex respiró hondo, tratando de calmarse—. Entonces, ¿este lugar…?
—Es nuestra base —dijo Renji, señalando los alrededores—. Tiene dormitorios, comedores, áreas de combate, zonas de descanso. Todo lo que necesites.
Si asciendes de rango, podrás vivir aquí permanentemente.
Durante varios minutos, Renji le mostró las instalaciones, explicando el funcionamiento del grupo. Finalmente, el recorrido terminó frente a una gran sala metálica.
—Escuché que aquí se entrena… —comentó Alex, observando los equipos.
—Exacto —respondió Renji—. Y ya deberías comenzar.
¿Recuerdas las pruebas que hiciste antes? Aquí harás el doble.
—¿¡El doble!? —exclamó Alex, abriendo los ojos—. Apenas pude con las anteriores…
Renji sonrió levemente.
—Es necesario. También tendrás que meditar. La meditación te permitirá despertar tu Divinidad.
—¿Divinidad? —repitió Alex, confundido—. No entiendo muy bien eso…
—Vaya… no lo sabes. —Renji cruzó los brazos, con una sonrisa curiosa—.
La divinidad es el poder interior que cada persona posee. Su fuerza espiritual. Se mide por clases: F, E, D, C, B, A, y la más alta, S.
Cuando medites, verás estrellas que representan tu nivel:
una pequeña, F; dos pequeñas, E; tres, D; una grande, C; una grande y una pequeña, B; dos pequeñas y una grande, A; dos grandes, S.
—Entiendo… —asintió Alex, sentándose a meditar.
—Te dejo concentrarte. La primera vez cuesta —dijo Renji, alejándose unos pasos—. Me avisas si ves algo.
Alex cerró los ojos.
Nada.
Solo oscuridad.
(¿Será real esto...?)
Intentó relajarse, pero su mente divagaba. Hasta que, de pronto, dos ojos se abrieron frente a él, brillando en medio de la nada.
Y junto a ellos… dos pequeñas estrellas.
—¡Wow! —gritó Alex, abriendo los ojos de golpe.
Renji ya estaba ahí, observándolo con calma.
—¿Y bien? —preguntó—. ¿Cuántas estrellas viste?
—Dos pequeñas —respondió Alex, aún impresionado—. Pero… también vi unos ojos. Dos ojos mirándome.
El ambiente se volvió tenso.
Renji lo observó unos segundos en silencio antes de responder.
—Eso… no debería pasar. Nadie ha visto algo así antes. —Su mirada se volvió fría, calculadora—. Quizás fue tu imaginación.
—Sí… tal vez —dijo Alex, aunque su mente sabía la verdad.
Eran los mismos ojos de sus sueños. Aquellos que lo perseguían desde el principio.
Intentando ignorar la sensación, se levantó.
—Voy a seguir entrenando. Te avisaré cuando termine.
—Hazlo. —Renji asintió, aunque sus ojos se quedaron fijos en él—.
Pasaron las horas. Alex entrenó sin descanso, hasta que las gotas de sudor le cubrieron la frente.
Fue entonces cuando decidió ir a buscar a Renji.
—¡Renji! —dijo, golpeando suavemente la puerta de su habitación.
El sublíder abrió casi de inmediato, saliendo rápido y cerrando tras él.
—¿Qué ocurre, Alex? ¿Terminaste?
—Sí —respondió, agotado—. Me costó mucho, sobre todo las flexiones…
Por un instante, alcanzó a mirar dentro del cuarto.
Un libro descansaba abierto sobre la mesa, cubierto parcialmente por papeles. No alcanzó a leer el título, pero sintió una extraña vibración… algo en él se movió al verlo.
Renji se interpuso sutilmente entre él y el interior del cuarto.
—Vaya, terminaste más rápido de lo que esperaba. —Cambió de tema con facilidad—. Solo falta la práctica de combate.
—¿Pelea? ¡Eso me gusta! —dijo Alex, animándose—. Aunque estoy cansado, puedo hacerlo.
—Solo golpea el saco por diez minutos —ordenó Renji—. Luego podrás descansar.
En la sala de entrenamiento, Renji lo observaba desde lejos.
Alex, nervioso al principio, comenzó a moverse. Golpe tras golpe, se soltaba más y más.
Un jab. Un gancho. Un giro.
Su estilo era directo, salvaje… nada que ver con la precisión de las Sombras.
Renji lo miraba con atención.
(El maestro lo eligió por algo… pero su forma de pelear no se parece a la nuestra.)
—¡Listo! —gritó Alex, jadeando—. ¿Qué tal lo hice?
—Nada mal —respondió Renji, neutral—. Tus reflejos son rápidos. Aún te falta técnica, pero tienes potencial. —Le entregó una insignia metálica—.
Póntela en la chaqueta. Desde hoy, eres oficialmente parte de las Sombras.
Alex sonrió, orgulloso.
—¡Gracias! Nos vemos mañana.
Esa noche, ya en su casa, cayó sobre la cama rendido.
—Qué día más largo… —murmuró.
Pero al cerrar los ojos… los volvió a ver.
Los mismos ojos afilados.
Las mismas runas brillando en la oscuridad.
—¿Qué son… esos ojos? —susurró, antes de quedar dormido.
Y el silencio volvió a envolverlo.
¿Qué relación tienen esos ojos con la Divinidad de Alex?
¿Y qué oculta realmente el libro en la habitación de Renji?
Continuará...

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