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Renacer del inutil

Rehabilitación y configuración

Rehabilitación y configuración

Nov 05, 2025

Capítulo 10: Rehabilitación y configuración

Eran las seis de la mañana.

Una luz pálida se filtraba por la ventana de la habitación del hospital. Entre sábanas arrugadas, Alex abrió los ojos lentamente, con un suspiro ronco.
—Ugh… ¿qué hora es? —murmuró, llevándose una mano a la frente.
Sentía el cuerpo entumecido, la garganta seca, y una punzada constante en la cabeza. Cada respiración era pesada, como si el aire mismo le pesara en los pulmones.

—Qué cansancio… —susurró con voz débil—. Me duele todo…
Su cuello ardía; la marca de la quemadura aún se notaba fresca, enrojecida, sensible al roce. Intentó incorporarse, pero el cuerpo no respondía.
—No puedo ni moverme bien… —pensó, frustrado—. Olvídalo… si no puedo entrenar mi cuerpo, entrenaré mi mente.

Cerró los ojos, respirando hondo, intentando concentrarse tal como Renji le había enseñado.
Pero, antes de lograrlo, escuchó pasos acercándose por el pasillo. No les dio importancia, hasta que una voz conocida rompió el silencio.

—¿Recién despiertas y ya quieres entrenar? Estás loco, hermano.
Alex abrió los ojos y levantó la vista. Frente a él, con sonrisas relajadas, estaban Isaac y Mikael.

—¡Isaac! ¡Mikael! ¡Son ustedes! —intentó levantarse de la cama, pero un dolor agudo en el abdomen lo detuvo—. ¡Ah! Maldición…
Volvió a recostarse con una mueca de dolor.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó, confundido.
—Obvio que vinimos a verte —respondió Isaac con su tono habitual, entre serio y bromista—. Nos encontramos camino al hospital y pensamos visitarte. Recuerda que sigues hospitalizado, genio.
Mikael soltó una risa leve ante el comentario.

Pero en un instante, las sonrisas desaparecieron.
Ambos lo miraron con rostros serios.
—¿Y bien? —dijo Mikael, cruzándose de brazos—. ¿Nos vas a contar qué pasó?

Alex bajó la mirada, respiró hondo y respondió con voz apagada.
—Es… complicado.

El silencio llenó la habitación, solo interrumpido por el pitido del monitor cardíaco.

—Todo comenzó el día que entré a ese colegio —empezó Alex—. Pensé que todo saldría bien… y lo hizo, por un tiempo. Hasta que apareció él.
Su voz se volvió más baja, tensa.
—Nolan Dravik… el típico abusador que parece disfrutar el sufrimiento ajeno. Pero él no era como los demás. No tenía límites. No le importaba si lo expulsaban o si hería a alguien.
Sus ojos se perdieron en un punto fijo, recordando.
—Me golpeaba casi todos los días. Me robaba el almuerzo, se burlaba de mí, me dejaba en ridículo frente a todos. Pero sus “bromas” empezaron a escalar… —hizo una pausa, tragando saliva—. Un día, incluso llevó cuchillos. Peleaba con cualquiera que lo mirara mal.
Inspiró con dificultad.
—Hasta que lo expulsaron por casi matar a un chico. Lo dejó en el hospital.

Mikael lo miró con cierta preocupación.
—Estás empezando a parecerte a ese chico… —dijo, en tono serio.

El comentario dejó la habitación en silencio unos segundos, hasta que Alex soltó una risa breve, cansada.
—Puede ser…

Isaac lo observó atentamente, y tras un momento, preguntó con curiosidad.
—Alex, tengo una pregunta. ¿Nadie de tu grupo ha venido a verte?

Alex desvió la mirada.
—Sí… —dijo finalmente—. De hecho, sí vino alguien.
Guardó unos segundos de silencio.
—Fue el subcapitán… el Silencio.

Isaac y Mikael se quedaron inmóviles, intercambiando miradas incrédulas.
—¿El… subcapitán? —repitió Mikael, alzando la voz—. ¿Esa persona que casi nunca aparece, de la que se sabe tan poco?
—¿El único e irremplazable segundo al mando de las Sombras? —añadió Isaac, sorprendido.

Alex los miró confundido.
—¿Lo conocen?
Mikael se llevó las manos a la cabeza.
—¿Que si lo conocemos? ¡Por supuesto! Es famoso por su poder oculto y su dominio absoluto del combate. ¡Su presencia es casi mítica!

Isaac, sin embargo, adoptó un tono más pensativo.
—Aunque… espera un segundo. ¿Por qué te visitaría él en persona? —se preguntó, rascándose la barbilla—. ¿Acaso te tiene en la mira?

Alex intentó recordar los momentos antes de despertar en el hospital. La imagen de Renji vino a su mente, tan clara como una llama en la oscuridad.
—Sí… ahora que lo pienso, cuando vino se veía distinto —dijo con voz baja—. Estaba… tenso.
Isaac y Mikael lo miraron al instante.
—¿Tenso? ¿A qué te refieres? —preguntaron al mismo tiempo.

Alex tomó aire, aguantando un pequeño dolor en el pecho.
—Emanaba una energía extraña… un aura oscura, pero tranquila. Como si la oscuridad misma lo envolviera. Su mirada estaba vacía, sin emociones. Fue… aterrador, pero a la vez inspirador.

Isaac y Mikael intercambiaron miradas serias.
—Entonces sí estaba enojado —murmuró Mikael.
—Parece que sí —añadió Isaac, pensativo.

—¿Enojado? —preguntó Alex, sorprendido—. ¿Cómo es eso?
Isaac suspiró.
—Hay rumores —explicó—. Dicen que cuando el sublíder se enfurece, su divinidad se desborda y su presencia desaparece. Se vuelve una sombra. Nadie puede verlo moverse, y sus golpes… son invisibles. Algunos dicen que, al pestañear, ya te ha derribado.
Mikael asintió.
—Y se vuelve más fuerte mientras más enojo siente. Por eso lo llaman “El Silencio”.

Los ojos de Alex brillaron con emoción.
—¡Eso es increíble! ¡Qué genial que sea mi subcapitán! —exclamó, sonriendo de oreja a oreja.

Isaac, con una sonrisa de lado, lo miró fijamente.
—Sí… aunque hay un pequeño detalle. Cuando se enoja, sus entrenamientos se vuelven mucho más duros.
—¿Eh? —Alex lo miró con confusión y algo de miedo.
—Lo que escuchaste —rió Isaac—. Así que ve preparándote para sufrir.
Mikael no pudo evitar reírse también

El chico suspiró, hundiéndose en la almohada.
—Al menos… puedo descansar unos días… —dijo con voz cansada, cerrando los ojos.

Isaac y Mikael se dirigieron a la puerta.
—Nos tenemos que ir —dijo Mikael—. Te dejaremos descansar.
Ambos se despidieron levantando una mano y salieron del cuarto.

Pasaron unos minutos. La habitación quedó en silencio otra vez.
Alex miró el techo, pensativo.
—Tenía que meditar… —murmuró. Se reincorporó lentamente, adoptando una postura más cómoda.
Cerró los ojos y comenzó a respirar con calma.
—Tranquilo, Alex… respira… uno, dos, tres…

El mundo se desvaneció a su alrededor.

En cuestión de segundos, estaba de nuevo en ese vacío infinito, oscuro y elevado. Frente a él flotaban las dos pequeñas estrellas que siempre veía. Alex concentró su energía, intentando conectar con ellas. De sus manos comenzó a fluir una corriente luminosa que alcanzó las esferas, y estas respondieron vibrando suavemente, devolviendo la energía en pulsos rítmicos.

Después de unos minutos, Alex sintió algo diferente.
Su cuerpo parecía más liviano, su mente más clara.
—¿Será que meditar realmente me ayuda a recuperarme? —se preguntó, curioso—. Aunque… sí que agota.

Estaba a punto de detenerse, cuando notó algo. A su lado, entre las sombras del vacío, aparecieron dos ojos.
Solo por un instante.
Pero antes de que pudiera reaccionar… despertó.

Respiró hondo.
—Qué raro… esos ojos… —susurró, sintiendo el sueño venciendo su cuerpo.
Sin poder evitarlo, se quedó dormido otra vez.

Y en sus sueños… volvió la pesadilla.
La misma escena del pasado, el mismo dolor. Pero esta vez, había algo nuevo.
Una silueta oscura lo observaba desde lejos. No se distinguía su rostro, solo la mirada penetrante que lo atravesaba, antes de desvanecerse en la oscuridad.

¿Qué era esa sombra?
¿Un recuerdo? ¿O algo más?

¿Podrá Alex superar los fantasmas de su mente?

Continuará…
w9mer8
w9mer8

Creator

Alex despierta en el hospital, debilitado pero decidido a seguir entrenando su mente. La visita de Isaac y Mikael rompe el silencio, trayendo preguntas, risas y verdades ocultas. Mientras recuerda su pasado y menciona al enigmático subcapitán del Clan de las Sombras, la tensión crece.

Entre la recuperación y la meditación, Alex siente una presencia que lo observa desde su propio vacío. Algo se avecina… y su verdadero desafío apenas comienza.

#Renacimiento #maldad #unico #sangre #mentira #debil #horror #poder #divinidad #molestia

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