En aquel oscuro abismo, Lyria se abrazaba las rodillas, impotente, su diminuto cuerpo temblando en la humedad de aquel viejo pozo.
¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos, tres días? No había manera de saberlo, debido a que la entrada del pozo había sido sellada, no entraba ni el más mínimo rayo de luz, por lo que sumida en aquella penumbra, había perdido por completo el sentido del tiempo, este parecía haberse detenido, pero al mismo tiempo era una eternidad.
Los rugidos de los espectros aún resonaban, ellos seguían ahí afuera, acechando entre las sombras deformadas y devoraban todo lo que encontraban a su paso.
Cada aliento que tomaba, estaba impregnado del hedor de la muerte, su estómago rugía en un dolor sordo debido al hambre y su cuerpo comenzaba a ceder debido al cansancio.
Quería cerrar los ojos y dormir, pero cada vez que lo hacía, venían a su mente las imágenes de todo lo que vio en el pueblo mientras huía. Aun podía escuchar esos horribles gritos, como todos los que alguna vez conoció, eran brutalmente asesinados y devorados por los espectros,
Su único consuelo era el recuerdo del rostro de su madre, su sonrisa, su última mirada cargada de amor, pero esos hermosos recuerdos eran interrumpidos por los recuerdos de los gritos de su madre, mientras era devorada, y nuevamente se sumía en la desesperación.
"Mamá... por favor... p-por favor..."
Las lágrimas comenzaban a brotar nuevamente, con sus manos, cubría sus oídos, no quería escuchar nada, no quería saber nada, todo lo que deseaba era que todo aquello fuera simplemente una pesadilla, una horrible pesadilla de la cual podría despertar.
El tiempo siguió pasando, totalmente indiferente, de manera cruel, ¿Cuántas horas? ¿Cuántos días?. Lyria apenas podía mantenerse consciente, su mente oscilaba entre el terror y el delirio. Escuchaba sonidos a lo lejos, los rugidos, los lamentos de los pocos que aún quedaban vivos... y luego de eso, un silencio escalofriante.
El hambre y la sed se convirtieron en una tortura. Su lengua se pegaba a su paladar, su cuerpo temblaba por la fiebre y la deshidratación, necesitaba beber, pero cómo podía hacerlo, después de saber en lo que se convirtió aquel pozo que en principio estaba casi seco.
Gracias a las lluvias recientes, había agua al fondo de aquel pozo seco, esta le llegaba hasta la rodilla, uno podría pensar que era una bendición, ya que así podría saciar su sed, pero nada más lejos de la realidad.
Debido a toda la sangre que había sido derramada en el pueblo, y la inmundicia que dejaban los espectros a su paso, el agua que continuaba llegando al pozo, estaba totalmente contaminada.
Después de vacilar durante mucho tiempo, al final, no pudo aguantar más, y bebió de aquella agua, el olor era espantoso, como a podrido, y el sabor, fue aún peor, pero ella tenía la esperanza que esto le ayudará a mejorar. Nada más alejado de la realidad.
No tardaron en aparecer los vómitos. Si ya de por si, su estómago estaba vacío, vomitar en estas circunstancias era de lo peor, cada vez que lo hacía, sentía que su estómago se iba a escapar de su cuerpo, y pronto, también tuvo diarrea. La pobre niña, estaba sumergida en la inmundicia y sus propios fluidos.
Ya no podía aguantar más. El miedo y la ansiedad la mantenían despierta, pero el agotamiento reclamaba su vida poco a poco. Cada vez que el silencio del exterior se prolongaba demasiado, su corazón latía con más fuerza. ¿Seguían ahí? ¿Esperaban que saliera? ¿Podría hacer algo?
No tenía ni la manera, ni el valor, para saberlo.
Las lágrimas cayeron nuevamente cuando comprendió su impotencia. Solo podía culparse a sí misma por su debilidad. La profunda oscuridad del pozo se convirtió en su única compañía, pero también en su verdugo. ¿Cuánto tiempo más podría soportarlo?
Se prometió a sí misma no dormir, no bajar la guardia, ya que le asustaba no volver a despertar. Pero su cuerpo ya no podía más.
El hambre, la sed, el miedo, y el agotamiento la vencieron, por lo que al final su conciencia se desvaneció lentamente y finalmente, se desmayó.
...
A veces despertaba con sobresaltos, su mente atrapada en la pesadilla de toda la masacre. En otras ocasiones, su conciencia se desvanecía nuevamente en la penumbra. Sentía que su conciencia flotaba en el vacío, como si ya no perteneciera a este mundo. Su madre le había pedido que viviera, pero no sabía cómo podría soportar el dolor y la soledad que estaba experimentando.
Mientras su conciencia poco a poco volvía a su cuerpo, creyó escuchar voces. No pudo reconocerlas al principio, pero susurros y murmullos llegaban desde lo alto. Era lejano, pero definitivamente era diferente a los gruñidos de los espectros que había escuchado todo este tiempo.
Intentó moverse, pero fue en vano. Sus extremidades estaban demasiado entumecidas por todo el tiempo que llevaba sin moverse, y su cuerpo estaba demasiado débil debido al hambre y la deshidratación.
Los ruidos se hicieron cada vez más claros. Eran sonidos de algo pesado moviéndose... ¿Piedras moviéndose? ¿Tablones rotos? No entendía qué estaba pasando. De repente, un pequeño rayo de luz poco a poco se hizo presente frente a ella, y lentamente se hizo más grande, pero llevaba demasiado tiempo en aquella oscuridad, a sus ojos, era una luz cegadora, y cuando la luz la cubrió por completo, esta sentía que le quemaba la piel, y la obligó a cerrar los ojos con fuerza.
"¡Mi señor... creo que tenemos algo aquí!"
Una voz que no reconocía, sonaba fuerte, pero a la vez, temerosa. ¿Cuánto tiempo llevaba sin escuchar una voz? Intentó abrir los ojos nuevamente, estos yacían vacíos, sin esperanza.
El sonido de pasos apresurados acercándose, una voz imponente que gritaba órdenes, pero ella no podía entender nada de lo que estaban diciendo, su cuerpo estaba ahí, pero su mente no tenía la fuerza para continuar funcionando, no podía entender nada de lo que sucedía a su alrededor.
De la nada, una figura oscura descendió al pozo, ella sintió como unos brazos fuertes la sostenían con cuidado. Era cálido. No se parecía al frío de la muerte que la había envuelto por tanto tiempo, solo pudo observar un leve momento a la figura frente a ella, parecía que decía algo, pero antes de que pudiese entender, la inconsciencia la reclamó por completo y nuevamente se sumergió en la penumbra.
...
Hace algunas horas
El sonido de los cascos de los caballos retumbaba en la tierra calcinada. Estandartes rojos ondeaban con la insignia de la Casa Ignaris, los guerreros de fuego del Imperio Zephirion. Al frente, como capitán, cabalgaba el duque Gareth Ignaris, un hombre imponente con el cabello y los ojos rojos como llamas, y una cicatriz profunda atravesando su ojo derecho.
Al llegar al pueblo, los caballeros murmuraban impactados, al ver tal devastación.
"Esto no es un pueblo... es un cementerio"
La escena era completamente aterradora. Cuerpos carbonizados yacían por todas partes, el inconfundible hedor a carne quemada impregnaba el lugar. Las casas se derrumbaban sobre sí mismas, los charcos de sangre eran tales, que parecía que había llovido sangre sobre el pueblo, y dispersos, todavía eran visibles algunos de los restos que no habían sido devorados por completo. La escena era insoportable.
Algunos de los caballeros entraron en shock, otros no pudieron soportar el nauseabundo hedor y comenzaron a vomitar, mientras el resto contemplaba con expresiones de puro terror. Al ver el pueblo en semejante estado, y dándose cuenta que toda la tierra y vegetación había muerto, el estado era claro. El pueblo había sido completamente devorado por la grieta.
Gareth gritó, tratando de volver a la realidad a los caballeros, pues el peligro aún rondaba.
"¡Preparen las formaciones!... ¡Debemos acabar con los espectros, recuerden que si no acabamos con ellos, la grieta continuará creciendo!"
Su grito hizo eco, y pronto, un poderoso rugido resonó. Los espectros comenzaron a hacerse ver, poco a poco se acercaban, algunos emergen desde los escombros, otros desde las sombras del bosque. Figuras deformes, criaturas con ojos resplandecientes y cuerpos enmarañados de oscuridad.
Sin perder tiempo, los caballeros desenvainaron sus espadas y entraron en formación. Gareth rápidamente dio órdenes a los caballeros, y dio comienzo a la batalla.
"¡Ataquen! ¡No dejen que los rodeen!"
El campo de batalla se iluminó con las chispas del acero de las espadas chocando contra las garras de los espectros. Eran más fuertes de lo esperado. Uno de los caballeros gritó cuando una garra oscura lo atravesó en un descuido, su cuerpo fue lanzado, y se retorció en el aire antes de caer sin vida al suelo, otros caballeros también eran superados por los espectros, pues estos los superaban en número.
Pero no eran campesinos indefensos, eran la línea de defensa del Ducado de Ignaris, por lo que tenían que continuar luchando aquella feroz batalla, ya habría tiempo de lamentar a los caídos, pero ahora no había tiempo para eso, era momento de luchar.
Gareth avanzó firme con su espada. Con un movimiento ágil, se posicionó frente a un espectro, y con un tajo horizontal, cortó a la criatura en dos. Su esencia oscura se disipó en el aire en medio de un rugido. Asi continuo derrotando a más espectros, un de estos se acercó por detrás, tratando de atacar por sorpresa, pero rápidamente se defendió, las garras chocaron contra su espada, y con fuerza obligó a la criatura a retroceder, mientras este se recomponía, lo atacó con un tajo diagonal, y lo acabó en un instante.
Poco a poco los caballeros iban ganando terreno, por lo que era momento de avanzar hacia el centro de la grieta.
"El núcleo se encuentra en el bosque"
Índico un hombre que vestía túnica blanca, acercándose a Gareth desde atrás.
"¿Estás seguro?"
"Si, puedo sentir su energía en esa dirección"
"Entiendo..."
Entonces Gareth ordenó a los caballeros ingresar al bosque. Una vez dentro ordenó mantener una formación defensiva, puesto que entre más se acercaran al núcleo, mayor será la fuerza de los espectros. En el centro de la formación iba el hombre de tunica blanca con bordados de color dorado, su cabello era largo y de un color castaño oscuro.
"¡Protejan al sacerdote!", ordenó Gareth.
Mientras caminaban, comenzó a recitar un cántico sagrado, en un lenguaje diferente, al finalizarlo, a su alrededor se irradiaban una luz divina que repelía a los espectros más débiles, como si fueran ceniza en el viento, mientras los caballeros sometían a los que se resistían, pero por lo menos la barrera los inmovilizaban lo suficiente para que los eliminan más fácilmente.
Poco a poco los caballeros se fueron acercando, hasta que finalmente llegaron al núcleo de la grieta. Aunque lo habían visto muchas veces, aún les parecía increíble y aterrador a la vez. Un árbol retorcido y oscuro, como si estuviera hecho de oscuridad, en la cima una gema morada, la cual desprendía una aterradora energía, y en el cielo una enorme grieta, atravesando la realidad misma. Todos se detuvieron y se pusieron en formación defensiva, porque ahora venía el punto crítico.
Uno de los caballeros que se veían más jóvenes, le pareció extraño el hacer aquello.
"¿Por qué nos defendemos y no atacamos ahora que no hay espectros alrededor?"
Al escucharlo uno de los caballeros que se veía más experimentado, mostró una leve sonrisa.
"Supongo que es tu primera vez cerrando una grieta, en este momento no podemos acercarnos a la ligera"
"¿A qué te refieres?"
"Cuando el núcleo detecta intrusos y se siente amenazado, este comienza a defenderse. El problema es que no sabemos cómo lo hará hasta que..."
En ese momento, interrumpiendo sus palabras, desde el núcleo comenzó a emerger una poderosa y oscura energía, la cual formó un torbellino en el suelo, y de este emergió una enorme criatura.
¡¡GRAAAAAAAAAAAW!!
Un potente rugido estremeció el aire. Todos los caballeros se mostraron alerta, y rápidamente apuntaron sus espadas hacia aquella imponente criatura. Desde el núcleo de la grieta había emergido el Guardián.

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