Kaius despertó después de una larga noche de dar vueltas en su cama pensando en la conversación de esa noche con su hermano. Pensaba que quizás podría disculparse con él mientras se acomodaba en su cama.

—Mi joven amo, buenos días. ¿Está despierto ya tan temprano?

Ahí estaba su mayordomo Rouge. Se preguntarán de dónde salió, ¿no? Bueno, Kaius estuvo despierto la gran parte de la noche pidiendo materiales para poder crear una extensión de sí mismo, más que nada porque no podía dormir. Habló con su pequeño hermanito Dilan y este le aconsejó que hiciera lo mismo que hacían juntos cuando las pesadillas de Dilan eran demasiado y lo despertaban en la madrugada: sembrar, hacer pociones o crear las piezas de joyería que vendían. Pero ahí recordó que quería probar algo más.

Recordaba que en el mundo de los libros y películas se describía a Kaius como demasiado chismoso, que se enteraba de todo lo que pasaba en el pueblo. Y como honestamente tenía cosas más importantes que hacer que andar de chismoso por el pueblo, de ahí nació la idea de que tenía que tener un ayudante y un espía en el pueblo. Así que pidió materiales que le faltaban, entre ellas barro de un lugar único en el mundo que honestamente era demasiado difícil para pronunciar, y un cristal de la memoria. Si bien podría crear uno, no tenía tiempo para hacer el encantamiento que lo activa, así que solo pidió uno de nivel medio y de ahí lo convirtió en uno de nivel omega gracias a la magia que le enseñaron.

Claro que le costó energía, pero no demasiada como la primera vez que creó algo, ya que la casa estaba llena de cristales de energía y con ayuda de las hadas logró canalizar la magia externa de los lugares que visita. En un espacio que él construyó usó un cuarto de la magia de las piedras y cargó el barro y el cristal con su propia sangre y lo junto con sus recuerdos de cierto mayordomo que vio en un anime. Claro que hizo sus propias modificaciones, creando así una extensión de sí mismo. Pero no pudo ver el resultado ya que se dirigió directamente a su cama antes de desmayarse.

Y así fue como creó a Rouge. Es un tipo alto y delgado con cabellos plateados y largos, ojos verdes y rojos al mismo tiempo, y un monóculo elegante.

—Rouge, ¿puedes darme una bolsa de sangre y un desayuno de fruta y huevos escalfados?

—Por supuesto, joven amo. —Rouge se inclinó—. ¿Dormió bien?

Kaius casi se rio ante la pregunta.

—No realmente. Pero supongo que eso ya lo sabes, ¿verdad?

—En efecto, joven amo.

Kaius se levantó y fue a bañarse, ya que tenía un día muy agitado y lo primero en su lista era hablar con los ángeles sobre su comportamiento destructivo que no podía controlar. Se metió a la ducha y empezó la rara tradición de hablar con los ángeles en la ducha. Abrió el anillo.

—Hola, Michael. O Dios. Necesito una pequeña ayuda. Tengo un problema con mi personalidad. Además, parece que me está dando un paro cardíaco. Necesito ayuda.

Después de unos minutos alguien respondió.

—HOLA, CHICO. SOY YARIX. ¿QUÉ PASA CON TU COMPORTAMIENTO? ADEMÁS, ¿CÓMO QUE UN PARO CARDÍACO? NO PUEDES TENERLO. ERES UN VAMPIRO Y TIENES MAGIA. ESO TE VUELVE CASI INVULNERABLE.

—Sí, desde que llegué al pueblo me he estado sintiendo así. Es un dolor en el pecho que no puedo explicar y pasa cuando me cuestiono de algo sobre mí mismo.

Y ahí empezó de nuevo ese dolor de pecho indescriptible, como si algo se estuviera explotando, tanto que su propio cuerpo casi colapsa en la ducha. Se aferró al mango de la ducha para no caerse.

—Mhhh, ahí está. ¡Duele mucho!

Fue cuando se abrió el tercer nivel del anillo y un resplandor salió de él. Fue un chequeo que le hicieron al chico. Kaius sintió cómo la luz lo escaneaba, recorriendo su cuerpo. El dolor de pecho disminuyó hasta que desapareció otra vez tan pronto como llegó.

Después de unos minutos donde Kaius volvió a la "normalidad", tardó otros más para que le contestaran. Y para colmo, lo que le explicaron no le gustó nada.

—CHICO VAMPIRO, SOY RAPHAEL, EL ÁNGEL DE LA MEDICINA. Y PARA TU DESGRACIA, HAY ALGO EN TI QUE TE ESTÁ MATANDO. Y LO QUE ES PEOR, TE ESTÁ PRIVANDO DE TU VERDADERA PERSONALIDAD. LAMENTABLEMENTE, NO SÉ QUÉ ES O CÓMO HACE ESTO. PERO PARA TU SUERTE, PADRE MENCIONÓ QUE TODO SE CAGÓ POR ESTO Y QUE AHORA YA NO ES FACTIBLE NI CONVENIENTE PARA NOSOTROS QUE SIGAS LA HISTORIA, YA QUE ESTO TAMBIÉN AFECTA AL FACTOR DE CAMBIO QUE TE DIMOS. CAMBIASTE ALGO QUE NO PODÍAS Y NO SENTISTE NADA. ESO ES LO QUE AFECTA TODO Y TE OBLIGA NO SOLO A HACER LO QUE SE TE PIDE, SI NO QUE TAMBIÉN SI NO LO HACES TE CREA UN PARO CARDÍACO. PERO COMO ERES UN VAMPIRO Y TIENES LA PROTECCIÓN DE LA MAGIA PUEDES REBELARTE. TE DARÉ UNAS PÍLDORAS ESPECIALES PARA QUE PUEDAS CONTROLARLO EN LO QUE AVERIGUO QUÉ RAYOS ES ESO.

Kaius estaba impactado, por decirlo menos. Asustado. En ese año nunca se percató de eso. Literalmente llegó y ya había muerto o casi muerto varias veces y ni siquiera los ángeles sabían el porqué era eso. Y para colmo, si hubiera esperado más para decirlo, quizás todo lo que hizo ese año pudo arruinarse todo, ya que esa magia le obligaba a seguir todo lo que esta quería. Lo único bueno es que no necesitaba seguir ni siquiera las primeras temporadas, aunque sí lo haría algo, ya que si cambiaba todo de golpe no tendría siquiera la idea de qué podría pasar después y el no saber eso le asustaba. Aunque le explicaron que en un punto ya no podría saberlo ya que el mundo actuaría a partir de los pequeños cambios.

Salió de la ducha con piernas temblorosas. Al entrar de vuelta a su dormitorio vio en la mesita de noche un frasco de cristal con píldoras plateadas y una nota:

TÓMALA UNA VEZ AL DÍA O DOS MÁXIMO. TE RECOMIENDO EN LA MAÑANA Y EN LA NOCHE.

ATTE: RAPHAEL

Kaius tomó el frasco. Las píldoras eran extraordinarias. Tenían forma de gotas plateadas, pero por dentro parecía que los colores no tenían sentido. Era un río de arcoíris que casi podía jurar que si hubiera sido humano le habría dado epilepsia al mirarlo de cerca.

Rouge ingresó a la habitación con un cambio limpio de ropa y la bolsa de sangre. El insistía en ayudarlo a vestirse y Kaius aceptó. Ahí se arrepintió de forma burlesca del tamaño que le había puesto, ya que como fue creado por sus recuerdos de ese mayordomo del anime, ese cabrón tenía una altura de 1.88 cm y nunca se puso a pensar en ese aspecto cuando puso sus propias especificaciones. Pero esto le gustaba. Es como si alguien más se preocupara por él aunque fuera él mismo.

Le ayudó mientras él recordaba todo lo que tendría que pasar. Número 1: se disculparía con Nicolas por ser rudo, pero le dejaría en claro que no dejaría su naturaleza vampírica. Número 2: torturaría a esas chicas como lo habría hecho el original, pero ahí cambiaría el motivo. Él lo hacía para lastimar a su hermano, pero ahora solo lo hará por venganza y por gusto.

★ ★ ★

Después de terminar en la habitación, se dirigieron directamente al primer piso donde lo esperaba el desayuno que había elegido, más una segunda bolsa de sangre. Ahí sacó el medicamento. Eran píldoras en forma de gotas plateadas, pero por dentro parecían que los colores no tenían sentido. Era un río de arcoíris que casi podía jurar que si hubiera sido humano le daría epilepsia al acercarlo a sus ojos.

Lo tomó con su vaso de sangre. Y entonces, deliberadamente, se cuestionó a sí mismo. Pensó en su relación con Nicolas. En si realmente era su hermano o solo estaba jugando un papel. En quién era realmente: ¿Kaius? ¿Daniela? ¿Algo nuevo?

Esperó el pinchazo.

Pero no llegó.

Se puso tan feliz porque al final podría disculparse con Nicolas. Sin embargo, sabía que él no le creería, así que decidió que lo demostraría con acciones. Cómo, muy fácil: se iba a encargar de los enemigos de su hermano. Pero como no sabía si el tiempo cambiaría por eso, Rouge se encargaría de vigilarlos y él se encargaría del elenco principal.

Terminó de desayunar. Fue hacia la puerta. Rouge le dio una cantimplora de cristal donde había sangre, pero a esta se le puso un hechizo de ocultación que parecía que era agua.

—Buena suerte, joven amo.

Salió de su casa a su auto y salió hacia la ciudad. Era sábado y los adolescentes se encontraban en una cantina popular llamada Gage Grill. Ahí estaría trabajando Emmet, pero también un personaje que quería ayudar. Y como ya le habían dado visto bueno de cambiar más cosas, ya no importaba.

Se detuvo en frente. El lugar olía a comida frita, cerveza y sudor adolescente. Ahí vio al chico que buscaba sentado en la barra. Ethan Wildwood era un chico alto —maldita altura— pero no tanto, y era un atleta. Su cuerpo estaba bien formado, tenía cabello negro.

Kaius se acercó al lugar justo al lado de él. Pidió un mojito virgen. Sabía que no tenía que empezar la conversación, así que se puso a ver todo el bar. Y ahí estaban. Nicolas estaba sentado con las malditas escorias.

Así que Kaius se acercó con un plan en marcha. Nicolas lo vio acercarse. Este lo miró con odio, y a Kaius no le importó.

—Vaya, Nico. No sabía que tenías amigas. Ah, me alegra que mi hermanito sea más sociable.

Las chicas lo miraron todas a la vez. La Rebeka era quien más lo veía con lujuria. Este era el plan: comenzaría con ella. Aunque de las tres era la que menos culpa tenía, pero pagaría por insinuar que su hermanito era un juguete. Salió de sus pensamientos cuando la perra mayor prota habló.

—Nicolas no nos mencionó que tenía hermanos. —Ivana extendió su mano—. Soy Ivana Forbes.

Ella se presentó sin presentar a sus amigas. El primer error. Su máscara se cayó ahí. Reveló que solo se preocupó por que el nuevo la viera. Pero ahí Kaius jugaría su juego. Pasó de ella con una señal de que no era importante y se presentó a sus amigas.

—Hermosas damas, me presento. Mi nombre es Kaius Lindverg y prácticamente soy el hermano mayor de Nicolas. Es un placer.

Tomó la mano de Andrea primero. La bruja logró ver por un momento la magia alrededor del chico nuevo, pero era magia que no conocía. Cuando lo soltó ya no la vio.

Luego tomó la mano de Rebeka. Ella se sonrojó inmediatamente.

Este regresó al bar escuchando como su hermano les decía que no confiaran en él y que era un mujeriego. Kaius solo rio y se dispuso a beber.

Pasaban de las 12 de la tarde cuando vio a la madre de Ethan, Margaret. Ella entró al bar con esa postura que gritaba cansancio. Una mujer de mediana edad con cabello castaño recogido en un moño desprolijo, ropa que había visto mejores días, y una expresión que llevaba años de agotamiento acumulado.