Lorenzo es un joven italiano nacido el 23 de febrero de 1986 en Vitinia, a las afueras de Roma. Su infancia en el seno de una familia italiana de clase media fue como la de cualquier otro joven Italiano. La adolescencia fue la montaña rusa que todos sufrimos, llena de cambios, incertidumbres, amores y desengaños. Pero al llegar a los 18 años, tras una fuerte discusión con sus padres, se escapó de casa. Cogió el primer tren hacia Roma y desapareció de su ciudad natal.
Llegado a Roma vagabundeó por los barrios más bajos, alimentándose de los restos que los indigentes como él compartían y compartiendo aquello que conseguía. Hasta que, pasados unos meses, una mañana que él jamás olvidaría, por acción del destino o tal vez por simple azar, salvó de ser atropellado a un hombre. Este agradecido lo invitó a su morada. Le dejó limpiarse y le dio ropas limpias y nuevas. Tras esto le ofreció un trabajo en su “empresa”, aquel hombre era un mafioso, de una de las familias más importantes de la zona, los Trecentos, dedicados a la protección de los barrios marginales romanos de otras mafias y otros sujetos peligrosos. Su nombre estaba inspirado en los 300 espartanos que lucharon en la batalla de las termópilas. Aquel era un nombre acertado para la mafia puesto que todos en ella eran asesinos expertos y tenaces, sicarios de sangre fría y capaces de matar a cualquier indeseable sin ser detectados o vistos. El don de aquella mafia se llamaba Silvio Piatti, en sus tiempos fue un sicario profesional, se dedicaba a acabar con la corrupción de Italia. A su manera, hacía justicia, se le atribuyen más de trescientos asesinatos hasta su retirada para fundar aquella mafia. Lorenzo aceptó y tras años de prácticas y entrenamientos duros, llegó a ser un respetado miembro de la banda en muy poco tiempo.
Al ser una mafia íntegramente formada por soldatos (sicarios) la jerarquía estaba dividida en los associati, que aún no eran parte de la mafia y empezaban a entrenar como sicarios, soldatos, la gran mayoría de integrantes, sotocapos, puesto reservado a los tres mejores sicarios y don.
Su primera víctima fue a los 21 años, un policía corrupto que se dedicaba a dar palizas y extorsionar a los pobres habitantes de la zona. Un solo tiro en la frente bastó, lo más difícil fue apretar el gatillo. Tras aquel asesinato no se sintió bien, sabía que aquel hombre era un cerdo y lo merecía, pero se quedó tocado. No era la primera vez que pasaba eso, todos en la banda acababan así tras el primer trabajo, entonces tenían dos opciones, pedir al Don que les dejara marchar porque no se veían capacitados para cumplir su cometido o quedarse y aprender a superar esa sensación. Lorenzo se quedó. Cada muerte se le clavaba como una aguja, pero él siguió.
A los 23 años ya era uno de los tres sotocapos de los Trecentos, sustituto de su instructor y maestro Paolo, que a sus cuarenta y cinco años se retiró con la aprobación del Don. Don Piatti cada vez que ascendía a un soldato a sotocapo le concedía un favor especial, Lorenzo pidió que enviaran a alguien a vigilar y cuidar de su antigua familia. Y tras informarse y confirmar que seguían viviendo en Vitinia, un soldato voluntario fue enviado allí semanalmente para asegurarse que todo estaba en orden. Por la información recopilada, sus padres y familiares lo buscaron durante meses, tras medio año, la policía dejo de buscarlo y la vida de Vitinia volvió a su normal y tranquilo estado. Sus padres tardaron en dejar de buscarle tres años. Él deseaba volver, pero no podía. No hasta ser alguien de provecho, no hasta demostrar a sus padres que no era un inútil cualquiera.
Dos años pasaron y cada vez se acostumbró más a ser la cara más oscura de la justicia italiana, sus trabajos cada vez le afectaban menos, se podría decir que empezaba a sentirse a gusto, sus habilidades mejoraban día a día. Era un asesino nato. Con él como sotocapo lograron deshacerse de todas las mafias de los alrededores de Italia, familia tras familia caían y ellos solo podían crecer, su control llegó a toda Roma. Nadie se atrevía a robar en su territorio, ni tampoco había violencia en las calles. Porque todo el mundo sabía que si esto llegaba a los oídos de la mafia, sería el final de los responsables.
Pero todo lo bueno acaba, la fatídica mañana del 20 de setiembre de 2012, Lorenzo estaba haciendo un trabajo en las afueras. La policía, llevaba años tras ellos, entró en todos los pisos francos y arrestó a prácticamente todos los integrantes, exceptuando a aquellos que estaban “trabajando”, Don Piatti y los dos sotocapos.Cuando Lorenzo supo lo ocurrido condujo hasta la casa de su don.
Al llegar encontró las puertas forzadas, sacó su pistola de la funda y entró, no había señales de lucha, todo estaba impoluto, pero algo no iba bien, Lorenzo lo sentía. Se dirigió directo al despacho del Don y al entrar el olor cobrizo de la sangre le puso la piel de gallina como jamás lo había hecho, tras el escritorio pudo ver los pies del don asomando. Se acercó a él. Tenía varias heridas de bala en el hombro y el estómago, se estaba desangrando. Pero era tarde para socorrerlo, eso lo sabían los dos muy bien, y Lorenzo ni lo intentó. Él, tumbado en el suelo solo pudo sonreír a Lorenzo y, con sus últimas fuerzas, le dedicó unas palabras que Lorenzo jamás olvidaría: “Has sido como un hijo para mí, y jamás me arrepentiré de haberte dado cobijo en mi pequeña familia, en mi mafia. Esta vez seré yo quien pida un favor, la persona que me ha disparado es la misma que ha delatado a nuestra familia y ha conducido a los policías a nuestros pisos francos. Necesito que lo encuentres y vengues a todos tus hermanos encarcelados, los otros sotocapos están también buscándole. También te pido que dejes nuestra banda y borres tus huellas, por tu seguridad. Eres libre de ser y hacer lo que quieras, pero si algún día llegas a encontrar al delator, vénganos”. Tras esto, sujetó la mano de Lorenzo hasta morir en sus brazos. Lorenzo se levantó, quería llorar pero no podía la rabia se lo impedía, fue a la sala de cámaras de la casa y buscó la cinta de la cámara secreta que había en el despacho y se fue.
Tras esto, buscó al hombre de la cinta por toda Italia, pero fue una búsqueda infructuosa. Dejó el país y se dedicó a ser sicario por toda Europa. Siempre atento y buscando pistas sobre el hombre que delató a su familia. Los otros sotocapos en cambio dejaron de buscar y se casaron, pero prometieron a Lorenzo que si los necesitaba en cualquier momento, solo tendría que llamarles.
Los pocos que no acabaron en prisión tras la enorme caída de los Trecentos se diseminaron entre la sociedad, algunos acabaron como Lorenzo y siguieron siendo sicarios, otros fueron detenidos por sus actos pasados y alguno logró ser invisible.
En uno de sus viajes por Europa, Lorenzo conoció a uno de sus mejores amigos y aliados, Niel. Solo se habían visto una vez en todo el tiempo que se conocían. Niel era un chico ruso. Un genio de la informática capaz de entrar en cualquier red sin ser detectado, de hecho Niel era quien se dedicaba a borrar las huellas de Lorenzo. Además de darle información sobre los objetivos, conseguirle trabajos y en sus ratos libres buscar también al responsable de los actos del 20 de setiembre del 2012. Estaban en contacto siempre a través de una aplicación, muy segura e imposible de pinchar, que creó la inteligencia de Estados Unidos en secreto y que había sido mejorada por Niel.
Niel hacia todo desde su ordenador, nunca actuaba con Lorenzo, simplemente le ayudaba desde casa. El dinero se lo repartían entre los dos a partes iguales.
Los años han ido pasando y en estos momentos Lorenzo y Niel, son un equipo de sicarios, se dedican a hacer trabajos contra asesinos, corruptos, estafadores y toda la escoria del planeta entero, Europa se les había quedado pequeña.
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