[ZAID]
Camine entre el montón de gente empujando a uno que otro a mi paso, hasta detenerme frente a la mesa en la que ese apuesto chico se hallaba bebiendo cervezas con su amigo, o tal vez su novio, no estaba del todo seguro, y tampoco era como si me importara su relación, de cualquier modo conseguiría mi objetivo, me llevaría a ese chico a la cama como diera lugar.
El de los ojos cafés se me quedo viendo atontado, impresionado de que realmente me hubiera tomado el atrevimiento de acércame, no parecía ser un estudiante universitario, estaba demasiado bien vestido como para ello. Tenía su cabello rubio cobrizo pulcramente arreglado, llevaba puesta una camisa manga larga blanca, que hacia juego con su pantalón negro y sus elegantes zapatos del mismo tono. A simple vista podía deducir que era un empresario, al igual que su acompañante el del cabello rojizo, casi anaranjado, no obstante este último estaba aún más estilizado que el primero, juntos se veían como modelos de revista que no pertenecieran a este basto mundo, quizás eran de la elite, o multimillonarios.
— ¿Hola? — murmuro el amigo del chico dedicándome una cálida sonrisa, mientras sus ojos negros como el carbón me analizaban de pies a cabeza. Por alguna razón, aun cuando tenía mi meta muy clara en mi mente, aun cuando era demasiado seguro y confiado de mí mismo; las palabras no me salían de la garganta y mi cuerpo no seguía mis escandalosas órdenes, estaba pasmado frente a ellos. No importaba cuando lo intentara mi cerebro se hallaba completamente en blanco como para coordinar, mientras mi vista se mantenía muy fija en el hermoso rostro de ese hombre de ojos cafés.
— Mitch, no… — le reprendió el chico en un hilo de voz, dado que estaba tan aterrorizado de que su amigo me hubiera dirigido la palabra, que a duras penas podía mover los labios de la manera correcta. — D-deberíamos irnos, esta es una pésima idea.
— Cállate, Jhin. — gruño el susodicho de Mitch entre dientes, para de inmediato sonreírme con dulzura y con cierta torpeza le devolví el gesto.
Quizás había sido una mala idea escoger al tal Jhin, probablemente esa noche me había equivocado de juguete, por ende, quería dar media vuelta y regresar por donde había llegado, sin embargo, a pesar de que me irritaba sobre manera que las cosas no salieran como yo planeaba, me gustaban los retos, me daba una dosis de emoción el tener que forzar las cosas para que estas fueran por su cauce. Jhin, le hizo un tierno mohín a Mitch y volvió a mirarme de esa manera tan extraña, era una mescla entre sorpresa e intranquilidad, no obstante me gustaba esa expresión cargada de miedo, me removía cada rincón de mi ser en cuestión de segundos.
— Sé que es un poco extraño, y que soy un completo desconocido pero quería saber si quisieras bailar conmigo…— dije demasiado rápido como para que me entendieran en medio de ese ambiente lleno de ruido. De inmediato al ver sus rostros asombrados, me sentí un completo imbécil. Estaba asustado, nervioso, y aquello no lo entendía en absoluto, era la primera vez que algo de ese estilo me sucedía, siempre estaba sereno, convencido de que lograría lo que fuera, pero esta vez no estaba tan seguro de ello, tal vez por eso actuaba como un tarado.
— ¡Sí, claro que quiere! — me aseguro el peli naranja antes de propinarle leves empujoncitos a su amigo en el hombro para que se pusiera en pie. — ¿Verdad, Jhin?
— Está bien. — suspiro resignado con el asunto, al oír su simple respuesta extendí una de mis manos y al notar su vacilación a la hora de tomarla no pude evitar dejar escapar una sonrisa de victoria.
Jhin era bastante bajo para su edad, quizás tenía como mucho 1,68 cm de estatura, lo cual me cautivaba, me atraían demasiado los chicos que no eran tan altos, esto les daba un aire cargado de dulzura que sin duda me excitaba. El rubio tan solo para poder verme a la cara o siquiera hablarme tenía que levantar mucho la cabeza, y en ocasiones cuando la música se volvía demasiado estruendosa, debía ponerse de puntitas para alcanzar mi oído y así poder dialogar más cómodamente. Me gustaba su forma de expresarse, el modo en que me miraba lleno de curiosidad con cada segundo que pasaba, se notaba que era muchos años mayor que yo, pero por su forma de comportarse ante mi flirteo, me daba a entender sin necesidad de palabras que el más experimentado en la vida, quizás era yo. Su cuerpo temblaba bajo mi tacto, y a pesar de la poca cercanía que teníamos lograba escuchar su respiración entrecortada.
— ¿Por qué estás tan espantado? — susurre contra su cuello, enredando descaradamente mis manos alrededor de su cuerpo, acortando esa breve distancia que nos separaba aun manteniendo el ritmo de la música corriendo por mis venas.
— Claro que no, solo estas imaginando cosas. — mintió con tal naturalidad, que por un segundo creí que eran reales sus palabras.
Haely me observaba de soslayo de tanto en tanto, pero al encontrarse con mi mirada sínica volvía a lo suyo, estaba bastante entretenido con las chicas que se habían interesado en él esa noche, lo cual era poco habitual, por lo general siempre eran hombres los que Haely atraía como imanes, probablemente era su día de suerte, a fin de cuentas el pobre le daba exactamente lo mismo estar con chicas o chicos, después de todo el único que se mantenía aun en su corazón era desgraciadamente, Haru Reed. Mitch por otro lado detallaba cada uno de nuestros movimientos con una brillante sonrisa, orgulloso de que su amigo se hubiera dignado a hacer aquello de una vez por todas.
— ¿Sabes?, no puedo obligarte a hacer nada que no quieras, más cuando tienes un amigo que puede hacerme añicos la cara si se me ocurriera obligarte. — masculle un poco decepcionado, después de todo lo que deseaba hacer con él, no podía amarrarlo y llevármelo contra su voluntad, al menos aun preservaba un poco de conciencia a pesar de ser un asco de persona. Sin pensármelo dos veces aspire el delicioso aroma que emanaba su cabello, y el perfume de su cuerpo inundo todos mis sentidos acelerando los latidos de mi corazón.
— Mitch no te haría daño, incluso creo que te alentaría para que me hagas cualquier tipo de cosa extraña. — farfullo deprimido con aquella cruda realidad que lo embargaba, al escucharlo me aparte un poco para observar la expresión en su rostro, estaba rojo como un tomate.
— ¿A qué te refieres con cosas extrañas? — quise saber levantando una de mis cejas demasiado entretenido, en especial porque Jhin era de esa clase de persona que prefería omitir los detalles vergonzosos, y remplazarlos por agradables palabras que te dejaban a la imaginación su verdadero significado.
— ¿Es necesario que lo diga en voz alta?
— ¿Acaso te da pena? — me carcajee anonadado, no obstante el más bajo al escuchar mi risa aparto la mirada en otra dirección, confirmándome mis sospechas. — ¿Por qué eres tan tímido?
— No soy un retraído por naturaleza, solo que me intimidas un poco.
— ¿Por qué? — inquirí aproximando mi rostro al suyo, sobresaltándolo con mis inesperadas acciones. — No actúes como un crio, podría jurar que estas a punto de cumplir los 30 años como para ello.
— Tengo solo 28 años. — bufo enfadado de tener que revelarme aquello, aunque Jhin fuese casi 10 años mayor que yo, la inocencia de su rostro le quitaba demasiada edad como para tragarse eso de entero, quizás su forma de vestir y de hablar era elocuente y acorde, lo que me había dado pistas de su edad real, no obstante su modestia a la hora de socializar era un completo desastre.
— Eres bastante mayor para andar en estos lugares. — comente más para mis adentros que para que él lo escuchase, sin embargo, mis palabras llegaron a sus oídos y lo hicieron ruborizarse todavía más de lo que ya se encontraba. No comprendía como adultos que podrían estar casados, y con hijos, podían andar en discotecas repletas de universitarios alocados, alcohólicos, y en el peor de los casos drogadictos, pero en realidad me causaba un gran interés todo lo que ocultaba su misterioso interior. — Es incluso muy raro que no hables con espontaneidad del sexo, más cuando eres un hombre, ¿no es algo normal que digas las cosas sin tapujos?
— Para mí no es tan sencillo. — admitió soltando un largo respingo, para acto seguido clavar sus ojos cafés en el suelo mientras refunfuñaba para sí mismo: — Debería estar en este mismo instante en mi casa viendo una película o haciendo cualquier cosa, pero todo esto es culpa de Mitch…
— ¿Mitch es tu novio? — solté de repente obligándolo a levantar su vista espantado con las deducciones que salían de mi boca, necesitaba con urgencia confirmar mis sospechas, para de esa manera dar el siguiente paso.
— Solo es mi amigo.
— Eso es bueno.
— ¿Por qué es bueno?
Veloz como un rayo, evitándole el tiempo necesario para prever mis movimientos, acorte la distancia entre nuestros labios, dejándolo petrificado en medio de todo ese montón de personas que les interesaba muy poco lo que hiciéramos o no, excepto por Mitch y Haely, quienes clavaban su vista en nosotros dos sin dar crédito a lo que se encontraban en todas sus narices.
Al notar que no estaba del todo indispuesto con el contacto, deslice mis manos hasta su rostro al cual aprisione para así impedirle que se escapara en cualquier momento. Moví mis labios lentamente disfrutando de aquel sabor dulce, fusione mi lengua con la suya, rosando y lamiendo cada rincón que para mi sorpresa me extasiaba demasiado, estaba seguro de que podría llegar a obsesionarme con esa forma delicada y afable con la que me seguía el paso, a pesar de ser desconocidos aquella manera en la que nos acariciábamos era demasiado intensa como para ser comprensible. Sentí sus manos temblorosas agarrarse de mi camisa, y su respiración volverse aún más irregular de lo que ya lo era. Y por loco que sonara, no pude contenerme por más tiempo, necesitaba cada parte de ese estúpido hombre. Con sumo cuidado lo aparte, ganándome su mirada llena de preguntas que me tardaría un buen tiempo en responder.
— Ven conmigo… — le pedí tomándolo con firmeza de uno de sus brazos. Él se dejó guiar un poco confundido, caminamos en silencio entre las personas ajenas a mis pervertidos pensamientos, dejando de lado a nuestros amigos, y olvidando anticipar el terrible destino en el que nos estábamos sumergiendo.
— Espera… ¿a dónde vamos? — cuchicheo totalmente perdido cuando estábamos a solo unos pasos de salir de ese lugar.
— No hagas preguntas, solo déjate llevar.
— ¡Pero, ni se cómo te llamas! — gruño forcejando por liberarse de mi intenso agarre. — ¡No es muy sabio de mi parte ir a cualquier sitio con un extraño!
— Soy Zaid. — dije con una amplia sonrisa, para que se tranquilizara de una maldita vez. — Me llamo Zaid Matthews, y esta noche tú serás solo mío.
Se me quedo viendo estupefacto debatiéndose mentalmente en si creerse por completo lo que había escuchado, o si era mejor idea tomárselo como una broma, brindándome la oportunidad perfecta para halarlo en mi dirección y así andar tomados de las manos por los oscuros callejones de Yegichi, una antigua ciudad muy popular después de Dosi, ubicada en el insípido país de Nara. Ese reducido lugar ocupado entre Francia y Alemania, en medio de Europa.
Jhin desafortunadamente había caído en mis redes y de ahí no saldría hasta que a mí se me diera la gana, era bastante lamentable para él, pero realmente me daba exactamente lo mismo mientras yo lograse tener un juguete para distraerme.
Comments (1)
See all