[HAELY]
Después de que Zaid desapareciera de la discoteca junto a su nuevo juguete, termine por aburrirme de las chicas, no era tan atrevido como mi mejor amigo, ni tampoco era esa clase de chico que simplemente se metía con quien fuera por pasar el rato, las cosas en mi caso eran todo lo opuesto a Zaid. Había estado con diferentes mujeres sin problema e incluso había llegado a mantener una relación amorosa con uno que otro chico durante toda mi corta vida, sin embargo, no podía engañarme a mí mismo ni mucho menos a la otra persona, primordialmente porque era pésimo diciendo mentiras, así que mi farsa salía a la luz demasiado rápido. Al final quienes estaban a mi lado se percataban de que yo seguía enamorado de Haru, no importaba cuanto lo intentara olvidar, ese idiota seguía volviendo a apoderarse de mi corazón a pesar de que aquel sentimiento no fuera correspondido. Amarlo me había llevado hasta mi perdición cuando era más joven, y ahora que él había vuelto a Nara, no tenía la menor idea de que sería de mi futuro, pero podía asegurar que no era absolutamente nada bueno, porque él todavía me odiaba y sabía muy bien que solo por diversión podría hacerme miles de cosas siniestras.
Afligido como nunca antes preferí volver a sentarme en esa vieja silla frente a la barra que tanto me gustaba, había frecuentado tanto ese lugar en los últimos años por culpa de Zaid, que de algún modo había llegado a atesorar ese puesto como si fuera algo casi sagrado. Gracias al cielo ese día se podía beber todo el trago que a uno se le ocurriera, solo pagando una pequeña suma de dinero, así que sin importarme un bledo como regresaría a casa solo, y terriblemente borracho, acabe bebiendo varios tragos de sopetón que me dejaron aún más atontado de la cabeza, mientras la multitud de recuerdos invadían mi mente sin piedad causándome unas inmensas ganas de echarme a llorar. Sin embargo, los fervientes deseos de desahogarme como un niño pequeño fueron interrumpidos por la presencia de un sonriente extraño; que fresco como una lechuga había tomado asiento a mi lado. Lo observe desinteresado, al parecer el amigo del chico que Zaid se había llevado había optado por hacerme compañía en mi desolación, dado que injustamente había sido abandonado.
— Soy Mitchell. — se presentó cordialmente mientras extendía una de sus manos.
— Haely. — conteste cortante entre tanto le correspondía con sequedad su amable gesto, lo que de inmediato hizo reír al mayor.
— Tu amigo es bastante rápido, ¿no? — farfullo con una amplia sonrisa socarrona.
— Zaid es un idiota, siempre lo ha sido; por ello es mejor que tu amigo no se interese mucho en él, si se acuestan esta noche, créeme que mañana lo dejara de lado como a todos los demás.
— Eso suena bastante bien, la idea de todo esto es que Jhin olvide a ese estúpido de Abrahams de una buena vez, y experimente algo diferente, así que tu amigo será bastante útil. — comento con una expresión sombría antes de beberse su cerveza de un solo sorbo, sin poderlo evitar me estremecí al notar ese siniestro odio apoderándose de sus ojos negros como el carbón. — Que Jhin este guardándose estúpidamente para alguien que ni siquiera se ha preocupado por el en años, y que tampoco lo ama, es una absoluta tontería. Es mejor que el tal Zaid le quite su virtud y ya está, problema solucionado.
— No lo creo. — murmure pensativo, si el susodicho de Jhin era virgen como su amigo Mitchell aseguraba, probablemente Zaid no se atreviera a hacer nada. Tenía como norma llevar a la cama solo personas con experiencia en la materia, y Zaid jamás rompía sus propias reglas, ni siquiera promesas, por ende era probable que esa noche nada llegara a darse como Mitchell esperaba. Además, era bastante deprimente la situación de su amigo, el tal Jhin se encontraba aguardando pacientemente por la persona que amaba, al igual que yo; pero sabía muy bien después de tantos años, que a veces esos amores imposibles eran poco factibles en la vida real, y que superarlos conllevaba un gran esfuerzo que en varias ocasiones ni daba resultados. Sin detenerme a pensarlo seriamente, deje escapar aquellos pensamientos que me asaltaban: — Así tu amigo se acueste con miles de personas, lo que siente va a seguir allí, muy a dentro de su corazón. Ya deberías de haber escuchado eso de “un clavo no saca a otro clavo”, así mismo tener sexo o no tenerlo, no ayudara para un cambio repentino a sus actuales sentimientos, incluso puedo asegurar que empeorara aún más las cosas dentro de él. Por ende, no me parece tan ridículo que quiera seguir siendo virgen hasta que la persona que realmente ama haga lo suyo, las cosas en el amor no son tan sencillas. Quizás no exista absolutamente nada en la tierra que te ayude a olvidar a tu gran amor.
— Hablas con mucha experiencia. — susurro el apuesto muchacho, tenía su cabello anaranjado muy bien peinado, sus misteriosos ojos escudriñaban en silencio cada uno de los rincones de mi ser, y sus labios siempre curvados asía arriba en una amplia sonrisa me confundían, era demasiado extraño que una persona siempre estuviera tan feliz, por ende podía llegar a deducir que aquel hombre a unos centímetros de mí, fingía su constante alegría.
— ¿La tengo?
— Cuéntame más sobre ello. — me pidió con demasiado entusiasmo como para ser normal en un desconocido, quizás solo necesitaba urgentemente cualquier tipo de distracción porque se estaba hastiando tanto como yo, de aquel ambiente juvenil repleto de ruido y olor a tabaco. Lo observe vacilante por unos segundos donde su brillante mirada me hizo sonrojar, y me obligo de inmediato a apartar mi rostro en la dirección contraria.
— ¡Es una tontería!
— No importa, me gustan las historias, y soy muy bueno escuchándolas.
— Vale… — asentí tomando con mis manos temblorosas aquella copa llena de licor, con la cual juguetee un buen rato antes de empezar mi relato. — Veras, desde que era muy pequeño siempre he estado enamorado, de un solo chico…
A medida que mi historia iba saliendo de mis labios, los recuerdos de cada momento vivido junto a Haru Reed venían a mi mente contra mi voluntad, causándome una aflicción inigualable en lo más profundo de mi corazón.
Nunca podría olvidar aquella vez en la que lo conocí en la primaria, cuando unos estúpidos chicos me estaban molestando y él valiente como siempre, se había atrevido a salvarme junto con Zaid, en esa época yo era el marginado de la clase, a fin de cuentas siempre lo había sido, dado que no me gustaban las mismas cosas que a los chicos normales de mi edad, prefería estar leyendo o escuchando música a jugar cualquier clase de deporte, incluso entablar una conversación era todo un desafío para mí. No obstante, estoy muy seguro de que todo comenzó a cambiar en mi interior en el instante en que esos dos se volvieron mis más cercanos y únicos amigos, quizás por no querer perderlos me convertí en esta clase de persona. Estuve en el club de baloncesto hasta la graduación, salía y realizaba todo lo que Zaid y Haru hacían, como jugar videojuegos, ver películas sangrientas, leer comics de súper héroes, todo lo que propusieran lo aceptaba sin rechistar. Y sabía muy bien que todo eso solo lo intentaba para impresionar a Haru, ya que tan solo deseaba desesperadamente que ese chico de cabellos rubios y desgarradores ojos cafés, por una vez en su corta vida me viese del mismo modo en que yo lo había hecho en secreto por años.
Pero todo empeoro cuando el padre de Zaid murió, mis sentimientos crecieron aun más dado que Zaid casi no pasaba tiempo con nosotros, así que solo éramos Haru y yo de un lado a otro, hasta que llegue a un punto de no retorno, estaba ilusionado en silencio de que algo bueno ocurriría para nosotros de repente, sin embargo esto jamás paso por mucho que esperara, así que me confesé con la exagerada esperanza de obtener una respuesta positiva de su parte.
— Te quiero, Haru. — le dije en un hilo de voz aquella tarde en la que caminábamos tranquilamente por el antiguo parque que quedaba a unas cuadras de mi casa.
Habíamos llegado a ser tan íntimos que Haru casi todos los días me acompañaba en el trayecto, solo para quedarse en mi hogar hasta que caía la noche, simplemente hablando, haciendo tareas o viendo películas porque disfrutaba sobre manera estar a mi lado, además mis padres lo adoraban incluso más que a mí.
— Yo también te quiero Haely. — mascullo con una hermosa sonrisa que me obligo a detener mis pasos, apreté el balón entre mis manos con cierta rabia, sabía que me atesoraba como su mejor amigo, sabía que era como su hermano menor, sabia tantas cosas sobre el cómo realmente me veía, sin embargo, yo ya no podía conformarse solo con eso. Necesitaba más de Haru aunque fuese algo imposible de obtener algún día.
— No, Haru no lo entiendes… — balbucí nervioso, sentí mis mejillas arder y mis cuerpo estremecerse en el momento en que sus ojos se clavaron sobre mi rostro avergonzado, encarno una de sus cejas cuestionándome en silencio el verdadero significado de mis palabras, y sin poderlo soportar más, admití mi derrota frente a él. — Estoy enamorado de ti, yo te quiero mucho más que como un amigo, Haru. — el abrió sus ojos como platos al escucharme, su rostro palideció y su cuerpo se quedó estático, estaba sin duda alguna aterrorizado con la noticia.
Y sé muy bien que estuvo bastante mal aprovecharme de su debilidad, de su sorpresa, e incluso de su confusión, pero fueron más grandes mis fervientes deseos fusionados con mis impulsos, que deje caer el balón a nuestros pies, para acto seguido lanzarme a besar sus labios entre abiertos. Fueron cortos segundos que me aceleraron el corazón, llenando cada rincón de mis venas con una extraña sensación, antes de que el me empujara violentamente y se me quedara viendo con una repulsión indescriptible, siendo esta la forma en que me vería de ese momento en adelante. Nada volvió a ser igual, por mucho que me disculpara, Haru se mantuvo firme en su decisión de alejarme de su vida, al punto de hacerme la mía cuadritos solo por ese pequeño desliz emocional.
A veces pensaba que si me hubiese controlado un poco mejor, aun seguiríamos siendo amigos, Haru habría quizás actuado como si nada con respecto a mi enamoramiento, pero al besarlo, probablemente había herido profundamente su orgullo, y seguramente se debió sentir en su momento, traicionado por su mejor amigo, por ende termine por aceptar mi cruel castigo de buenas a primeras. Porque siempre fue mi culpa, aun cuando Zaid me aseguraba que no una y otra vez, estaba totalmente convencido de que el equivocado era yo. Me había equivocado al amar a Haru, realmente había metido la pata.
— ¿No crees que ya es hora de olvidarlo y buscar ser feliz? — inquirió Mitchell después de escuchar en total silencio, gran parte de lo verdaderamente esencial sobre nosotros dos.
— Muchas veces lo he pensado, pero Haru es la única persona que más quiero en este mundo, no he conocido a nadie igual en toda mi vida, y tampoco nadie me hace sentir de la misma manera. — conteste resignado con ello, y de inmediato bebí otro poco de tequila, antes de acomodar mi rostro deprimido entre mis manos.
— Mira, odio ser tan realista, y sé que te desilusionaré increíblemente, pero no importa cuánto quieras a una persona, esta última jamás te querrá a ti de la misma manera, porque así somos los humanos, crueles e idiotas.
— ¡Haru es diferente! — gruñí con mi ceño fruncido, aquel comentario me hervía la sangre, me daban ganas de golpearlo sin piedad, pero todo era en gran medida gracias a los increíbles efectos del alcohol en mi organismo. Me sentía tan tomado que ya ni coordinaba correctamente mis movimientos. Me cruce de brazos ofuscado e involuntariamente hice un puchero que dejo al peli naranja totalmente anonadado.
— Haely, ese chico te odia, no te quiere y jamás te va a querer, un heterosexual jamás va a poder corresponder tus sentimientos.
— Lo sé, sé muy bien eso… — cuchichee entrecortadamente, antes de que las agrias lágrimas comenzasen a desbordarse por mis mejillas una a una. — Pero, ¿Qué puedo hacer?
— Primero que todo, deberías irte a tu casa, y descansar…
Asentí a su magnífica idea mecánicamente, ya no me encontraba tan bien como para continuar en ese lugar. Mitchell me ayudo con amabilidad a ponerme en pie, y aun cuando las lágrimas seguían cayendo descaradas, él se mantuvo a mi lado reconfortándome con suaves palmaditas en mi espalda, escucho mis sollozos con paciencia y a veces me abrazaba con fuerza con la esperanza de que me calmara mientras algún taxi se detenía, pero fue hasta después de media hora cuando ya me encontraba más tranquilo, que pude marcharme, le agradecí miles de veces su desinteresada simpatía y me hizo prometerle que si alguna vez volvíamos a vernos tenía que contarle la otra parte de la historia y si era posible el final definitivo de la misma, de mi amor unilateral por Haru Reed.
Comments (1)
See all