[ZAID]
Andamos varias calles desoladas, en donde nuestros pasos lentos se cernían sobre las aceras de piedra antigua. Sentí el frio de la noche erizarme la piel en todo el maldito trayecto, había optado por darle mi chaqueta a Jhin para que se cubriera con ella del helado clima, dado que se veía más débil físicamente que yo. Después de diez minutos envueltos en un profundo silencio que en realidad no me incomodaba en lo más mínimo, nos detuvimos frente a un bonito hotel que siempre frecuentaba con mis conquistas. El hombre aunque se sorprendió sobre manera al llegar a nuestro destino, y su rostro se puso rojo como un tomate ante la vergüenza de descubrir mis verdaderas intenciones para con él, no obstante, Jhin no tuvo el tiempo suficiente de oponerse a la idea, dado que lo había arrastrado en cuestión de segundos, hasta su acogedor interior. No tardo el recepcionista en asignarnos un lugar a penas vernos entrar, ni mucho menos tuvimos que subir muchos escalones, para luego adentrarnos en una amplia habitación al final del pasillo del segundo piso de ese diminuto edificio.
Cerré la puerta tras nosotros con cerrojo, mientras el más bajo se detenía asustadizo a observar cada rincón con cierta curiosidad. Había una amplia cama en medio de la estancia, cubierta por unas sábanas blancas, a unos cuantos pasos se hallaba un sofá y varias sillas a juego frente a un elegante televisor que probablemente ni siquiera usaríamos, tanto el suelo como el techo eran de madera perfectamente pulida, salvo las paredes que eran de cemento pintado en tonos crema. También había un baño oculto tras otra puerta y junto a esta una amplia ventana abierta de par en par, acompañada por unas cortinas de seda que se bamboleaban con el viento. Aquel lugar desconocido para él, definitivamente sería el único testigo de lo que ocurriría esa noche.
Vi de soslayo como Jhin temblaba levemente, como si temiera aquel encuentro. Inconscientemente extendí una de mis manos para tomar la suya, obligándolo a levantar la mirada confundido, no quería que retrocediera, ni tampoco que se escapara, por ende opte a acercarme a él sin temor alguno a ser rechazado, este retrocedió varios pasos involuntariamente pero a fin de cuentas cuando mis brazos rodearon su cintura, no tuvo más opción que dejarse arrastrar por mis acciones perfectamente planeadas. Incline mi rostro sobre el suyo, en donde nuestras miradas se encontraron por unos breves instantes en medio de esa oscuridad, tenuemente invadida por la luz de la luna. Sin poderlo evitar al ver el miedo apoderarse de sus ojos cafés, una pequeña sonrisa burlona se escapó de mis labios, aproxime su cuerpo al mío embriagándome con el calor y el exquisito olor de su perfume instantáneamente. Y Sin detenerme a pensarlo por más tiempo, bese sus labios callando así cualquier queja que estuviera a punto de salir de estos.
Al notar que él no estaba indispuesto a la hora de corresponderme, mi corazón se aceleró a tal grado que todo comencé a hacerlo guiado por los impulsos de la intensa excitación que ese hombre me producía con su modo de actuar, era tan tímido y sensible a cada caricia, que me recorría una electricidad inexplicable por las venas con el simple rose de nuestras lenguas. Mis manos le arrebataron la chaqueta, y fueron de a poco sacando botón a botón de su camisa. Él no se quedó atrás, un poco torpe y con sus manos temblorosas me quito mi suéter, dejándome el torso desnudo a la vista de su penetrante mirada. Nos habíamos apartado un poco, pero sus ojos sobre mi cuerpo me detallaban de una manera inexplicable, quizás le gustaba demasiado como para poderlo expresar en palabras, ya que analizo cada centímetro mi sin despegar sus labios, y no pude controlar las risitas nerviosas, su forma de observarme me erizaba la piel, era demasiado vehemente como para ser soportable en ese momento.
De repente, sin previo aviso tomo mi rostro entre sus manos heladas, las cuales me hicieron estremecer en el contacto, se puso de puntitas y con sumo cuidado como si temiera hacerme un daño inigualable, roso nuestros labios sacándome un leve suspiro con su delicadeza, paseo su exquisita lengua de un extremo a otro saboreando mi boca de esa forma tan inocente y a la vez seductora que me ponía la cabeza a dar giros vertiginosos, antes de que yo impaciente por probar hasta el último centímetro de su alma, me atreviera a prolongar ese mimo de una forma más pasional. Aquella situación era sin duda alguna demasiado intensa comparada con todas las anteriores que había logrado vivir, donde con mis conquistas a duras penas habíamos cruzado una que otra mirada antes de entrar a la acción desenfrenada, o si quiera hacer todo de ese modo tan diferente, cada movimiento lento pero firme de nuestros labios fusionados se sentía distinto a todo lo que recordaba, no era acelerado, ni por salir del paso, era quizás todo lo opuesto a lo que estaba acostumbrado, pero me agradaba demasiado.
Mordí su labio inferior sacándole un leve gemido con ello, el me siguió el juego de mordidas y lamidas, buscando ganarme en ese campo, llevándome al punto límite de mi cordura donde está ya era lo bastante débil como para enloquecerme. Lo tome con fuerza de su cintura, y sin pensármelo dos veces lo lleve hasta la cama, donde termine empujándolo sacándole una leve risita mientras caía sobre el cómodo colchón. Observe extasiado como sus mejillas estaban sonrojadas, su pecho subía y bajaba acelerado por la falta de oxígeno, y sus ojos no se despegaban de mi rostro, produciéndome una vergüenza inigualable que con todas mis energías trataba de ocultar. Me saque los zapatos de un tirón e hice lo mismo con los del Jhin, antes de lanzarme sobre el a acariciar su blanca piel, parecía a simple vista como si el sol nunca le hubiese pegado en toda su vida, pero me gustaba eso, era suave al tacto, e infinitamente hermosa, mis dedos sin temor se pasearon por su vientre haciéndolo suspirar, calentándolo aún más de lo que ya se encontraba, al parecer era demasiado sensible, dado que cualquier roce le hacía estremecer fascinado, y eso me complacía en exceso.
— ¿Estás bien? — pregunte divertido al notar que se mordía el labio inferior intentando callarse el montón de gemidos que amenazaban por salir de su garganta, cuando mi húmeda lengua empezó a dibujar formas sin sentido sobre su pecho.
— S-si… — mintió, pero aun así le creí, dado que prefería no darle demasiadas vueltas a su contaste timidez, así que totalmente decidido me acomode como pude sobre su cálido cuerpo, intentado no aplastarlo con mi peso, bese sus labios lentamente, disfrutando del sabor dulzón que estos me brindaban, y antes de que me percatara de ello, estaba rozando mi entre pierna contra la suya, con el corazón acelerado a punto de explotar a causa de tantas sensaciones que me recorrían de pies a cabeza, junto con mi respiración entrecortada que se fusionaba con la de ese chico a mi merced. Le arrebate su pantalón al igual que su ropa interior dejándolo bajo mi penetrante mirada completamente desnudo excepto por su camisa que en realidad ni me estorbaba a fin de cuentas, estaba completamente desparramada dejándome ver cada centímetro de tu tersa piel. Estaba dispuesto a explorar su cuerpo, el cual era sin duda alguna perfecto, pero Jhin al sentir de mi mirada lujuriosa sobre él, cubrió su rostro avergonzado para acto seguido arruinarlo absolutamente todo: — Se cuidadoso conmigo… por favor…
— ¿Cuidadoso? — repetí extrañado arqueando una de mis cejas, era la primera vez que alguien me decía eso antes de si quiera haber empezado enserio. Además se notaba que estaba invadido por el terror, pero realmente deseaba ese momento casi con desesperación; sin embargo, algo dentro de mi freno en seco aturdiéndome sobre manera, montones de pensamientos invadieron mi mente obligándome a incorporarme un poco para detallar a ese chico que no era capaz de darme si quiera la cara. No podía creerlo, pero necesitaba confirmarlo. — Tu… ¿Eres virgen?
— Si… — contesto en un hilo de voz.
— ¿Totalmente… virgen? — insistí estupefacto.
El asintió sin dejarme ver su expresión porque sus brazos le cubrían gran parte de la cara, deje escapar un respingo repleto de asombro. Entendí de inmediato tras su escueta respuesta, el porque me observaba de esa forma tan peculiar, quizás Jhin nunca había llegado a ver un cuerpo desnudo en todo su esplendor, y yo no podría hacerle ese daño, no estaba tan dañado de la cabeza. Me levante con mis piernas temblorosas, y mis pensamientos revueltos, no tenía las agallas para arrebatarle algo que parecía importante, si se había mantenido sin sexo hasta sus 28 años, probablemente era por algún motivo que me abstendría de saber.
Nunca en toda mi jodida vida había tenido la oportunidad de estar con alguien puro, y la verdad, no me agradaba de a mucho la idea, porque a veces sucedían dos tipos de cosas; o él podría obsesionarse conmigo, o yo podría empecinarme con él, la primera vez siempre marcaba a ambas personas, en mi caso había sido una completa mierda, aquella mujer con la que me había acostado estaba demente, y por ello prefería mantenerme al margen con los primerizos. Porque desafortunadamente sabía muy bien, que esa clase de experiencias que podrían arruinar mi inestable cordura.
— Vamos, a detenernos aquí, Jhin… — susurre paseando mis manos por mi cabello, para peinarlo un poco, pero realmente lo único que necesitaba era sacarme esas ideas absurdas de continuar con ello. Quería hacerlo con Jhin, su inocencia me mantenía enganchado y me seducía de maneras insospechadas. — No me parece adecuado que me des tu primera vez…
— ¿Por qué? — inquirió sentándose en medio de la cama con su expresión llena de sorpresa, tenía sus ojos llorosos y sus labios transformados en un leve puchero, dándole un aire de ternura que me obligo a apartar la mirada.
— Solo dejémoslo hasta aquí… Deberías acostarte con una persona que realmente quieras, no con un chico que acabas de conocer, si hubiera sabido que eras virgen, yo ni siquiera te hubiera traído aquí… Realmente, lo siento.
Rebusque en el suelo mi chaqueta, y saque del bolsillo de esta mi caja de cigarrillos, necesitaba uno con urgencia, de lo contrario terminaría haciendo una estupidez de la que estaba seguro que me arrepentiría de por vida. Aquello no me lo esperaba ni de cerca, en parte estaba decepcionado, porque Jhin había logrado calentarme al punto de que podría acceder sin pensarlo a hacerle muchas cosas, pero sabía que no era lo correcto. Me tendí en la cama a su lado mientras encendía el cigarrillo que lentamente me fui fumando sin apartar la mirada del techo.
— No es que no quiera acostarme con alguien que realmente ame, solo que esa persona no siente lo mismo. — me explico con su voz quebradiza. — Espere paciente año tras año a que quizás cambiara de idea, pero me agote, y realmente necesito esto…
— ¿Para qué? — inquirí dedicándole una sínica mirada que lo sobresalto. Jhin se quedó observándome en silencio por unos segundos, sin saber muy bien qué respuesta darme para hacerme cambiar de opinión. Pero era imposible que diera rienda suelta a mis lascivos deseos esa noche junto a él.
Comments (0)
See all