[ZAID]
— Eso no es necesario que tengas que saberlo. — murmuro titubeante, mientras clavaba sus uñas en sus piernas un poco angustiado por el giro inesperado de la situación. — Solo es realmente vital para mí en estos momentos dejar de ser virgen, créeme que si fuera lo suficientemente valiente se lo hubiera dado a Mitchell, o a cualquiera de mis conocidos, pero pensé que si lo hacía con alguien con quien no tenía ningún tipo de relación sería más llevadero, y soportable…
— Por supuesto que no lo será, esta es una pésima idea. — farfulle antes de inhalar una bocanada de tabaco, que poco a poco fui expulsando por mi nariz. — Quizás luego conozcas a alguien y te arrepientas de no haber esperado lo suficiente. Pensaras constantemente que cometiste un error, y que tal vez hubiera sido mejor con esa persona que con alguien más.
— No creo que consideres eso tan seriamente, Zaid. — comento con una de sus cejas arqueada, junto a esa cálida expresión bañada en la mofa de aquello que salía de mis labios. No se creía ni una sola de mis sabias palabras, después de todo no era el más indicado para opinar sobre ese tipo de emociones, que nunca en mi vida había sentido. Sin embargo, no era necesario haberlo vivido en carne propia como para entender que así funcionaba la mayoría de las mentes humanas. — Ni si quiera pareciera que ese fuera tu caso.
— No lo es, y nunca lo será, pero me recuerdas a alguien que paso por exactamente lo mismo. — suspire desinteresado de llegar más al fondo de ese asunto, después de todo era Haely y sus temas personales los que rondaban por mi cabeza. El tonto lo había hecho con su primer novio y aún estaba seguro de que su conciencia le remordía constantemente, a pesar de que ya habían pasado más de cinco años de ello. Porque aunque sonara ridículo, Haely esperaba que fuese Haru el indicado para su primera vez, pero ambos sabíamos que eso jamás ocurriría, por ende se sentía realmente decepcionado de sí mismo por haber accedido a hacerlo, además yo no estaba dispuesto, ni lo estaría para acostarme con mi mejor amigo.
Jhin se quedó en total silencio, no muy seguro de que debería decir tras todo el montón de caricias y besos que habíamos compartido, ni yo mismo tenía la menor idea de si debía pararme de esa cama y marcharme, o si simplemente debería cerrar los ojos y dormir hasta el día siguiente, no obstante, el tenerlo a mi lado arrodillado totalmente desnudo era excesivamente tentador. Lo observe de soslayo sin poderlo evitar, tenía su cabeza gacha y su cabello cobrizo cubría gran parte de su afligido rostro, se mordía el labio inferior bastante nervioso, sin embargo, tras varios segundos meditando en Dios sabría qué cosas, levanto su vista decidido, obligándome de sopetón a desviar mi rostro en otra dirección fingiendo ser indiferente a su presencia.
— ¿Realmente no haremos nada?
— Realmente no te hare nada, Jhin…
— ¿Y si yo de verdad quiero? — insistió con una sonrisa inocente que me erizo la piel, pude percibir en su forma de mirarme que algo había cambiado en su interior, como si una parte de él que no me había mostrado hasta ese instante saliera a flote de entre las sombras.
— ¿A qué quieres llegar? — susurre interesado notablemente en él, entre tanto apagaba el cigarro en el cenicero sobre la mesa de noche. Intente incorporarme para quedar a su altura, pero este fue mucho más veloz que yo, gateo como un niño pequeño hasta donde me encontraba, me hecho suavemente con sus manos de regreso a la cómoda colcha, antes de subirse sobre mi vientre con tal destreza que solo pude observarlo estupefacto. Estaba jugando con fuego, y se terminaría quemando si continuaba con el rose travieso de su cadera sobre mi miembro oculto tras el pantalón. — ¿Qué crees que haces? — refunfuñe vigilante a cada una de sus acciones. Opto ante mi debilidad el irme quitando la poca ropa que me quedaba, lo fulmine con la mirada instantáneamente, y el solo me sonrió con dulzura como si le diera exactamente igual mi negativa sobre seguir con esa estúpida idea.
Sus intentos de ser sexy no me harían cambiar de opinión, o eso era lo que realmente quería creer en mi interior. Puse mis ojos en blanco, para acto seguido analizar en silencio como se despojaba de su camisa, dejando en libertad toda la belleza de su blanca piel a la luz de la luna, me cruce de brazos e involuntariamente negué con mi cabeza conteniendo mis ganas de echarme a reír, pero en realidad me mantenía absorto con su ocurrente manera de seducirme. Porque para mí desgracia estaba funcionando, era torpe y bastante tierno, pero era más que suficiente para ponerme en marcha en cuestión de un parpadeo.
— Hagámoslo, Zaid. — me pidió con un tono de voz demasiado meloso como para mantenerme aun al margen, roso la punta de su nariz con la mía, incitándome a invadir su boca, la cual me dejaba suaves rastros de castos besos en donde tocaba por accidente mientras se movía pausadamente sobre mí, rosando constantemente su miembro contra el mío, ese que ya empezaba a despertar con sus juegos. — Solo será una vez…
— No quiero.
— ¿Qué tengo que hacer para que quieras? — pregunto con su mirada suplicante, parecía un cachorro que lloriqueaba por un poco de comida, e incluso por una caricia, era sin duda alguna fascinante.
Entreabrí mi boca para responderle con mis firmes argumentos, pero antes de que siquiera pudiera decir algo, me silencio con un intenso beso, que me helo la sangre. Enredo sus delgados dedos en mi cabello mientras me retenía allí, prisionero de su lengua, la cual recorría con facilidad mi paladar produciéndome un cosquilleo arrollador en cada fibra de mi cuerpo, trate de seguirle la corriente con más calma, pero el fuego que nos invadía era tan estridente que no pude controlarme, lo tome con violencia de la nuca acercándolo tanto como podía a mi rostro, mordí sus labios con tanta fuerza que lo escuche soltar un breve quejido, sin embargo, eso no lo hizo retroceder ni un poco. Mis manos recorrieron la suavidad de su espalda, de forma posesiva acaricie la delicada curvatura que esta tenia, clave mis uñas en su redondo trasero sacándole un gemido que invadió toda la habitación, y en ese instante, simplemente olvide todo lo que era realmente importante.
No deseaba caer en picada a aquel abismo al que me estaba asomando, se suponía que el que estaba en una horrible trampa era el, no yo; pero ese chico estaba arrastrándome a sus brazos contra mi voluntad, me estaba jalando en su dirección con facilidad, y no sabía muy bien como lograría salir de su agarre algún día, y eso era lo que más temía, el no poder escapar de los enredos de Jhin. Estaba más aterrorizado por mí mismo que por él, en ese momento mientras sus labios se movían a la par sobre los míos, me di cuenta que ese chico seria mi maldita perdición, y de algún modo no pude detener la cantidad de sensaciones rodeándome, simplemente lo deje ser sin más opciones a la vista.
Paseo su cálida lengua por mi cuello, y fue bajando lentamente por mi pecho dándome pequeñas mordidas, acompañadas por un tenue camino de saliva que me erizaba la piel cuando el gélido aire entrando por la ventana me rosaba. Sus labios blandos se pasearon por mi vientre haciéndome entender de inmediato su cometido. Para mi desgracia, Jhin estaba haciendo todo tan bien, que mi cuerpo estaba reaccionando contra mi voluntad, y estar totalmente desnudo bajo su mirada inocente, no era exactamente algo muy a mi favor. Sin detenerse a pensar en la gravedad de la situación, tomo entre sus delicadas manos mi miembro dispuesto a masajearlo a su antojo, no obstante prefirió primero lamer toda la extensión desde la base hasta la punta, haciéndome estremecer con la humedad que esta tenia, succiono de sopetón mi glande e intento con todas sus fuerzas de mover la boca de la manera correcta, pero esto no era una película pornográfica, si no la vida real, así que termino lastimándome un poco con sus dientes.
— Espera, espera…— cuchichee entrecortadamente, mientras con mis manos intentaba delicadamente apartarlo de mí.
— ¿Qué? — bufo dedicándome una mirada cargada de un disgusto que me causo bastante ternura, parecía estar disfrutando sobre manera el tenerme de esa manera bajo el, sin embargo, no era exactamente de placer el porque me estaba retorciendo.
— Si continúas así vas a hacerme daño, Jhin.
— Lo siento… — se excusó realmente avergonzado para acto seguido alejarse de mí, al notarlo tan cabizbajo me incorpore lentamente sin apartar mi mirada de su expresión compungida, me gustaba demasiado la forma en que sus labios hacían un puchero cada vez que se quedaba divagando en sus pensamientos, o el cómo sus ojos cafés se clavaban en sus manos cuando se sentía apenado, en pocas palabras todo lo que percibía de él, me encantaba demasiado.
— Te mostrare como debes hacerlo, pero será lo único que te enseñe. — susurre vacilante, Jhin al escucharme levanto su rostro demasiado interesado en mi propuesta, con agilidad lo rodee con mis brazos antes de que me diera una respuesta definitiva, y en cuestión de unos segundos lo acomode sobre la cama, quedando a centímetros de esos rosáceos labios que bese con lujuria.
Acaricie sin apuros su torso, recordándome una y otra vez que aquello era una pésima idea, que debía controlarme con él. No obstante, ya era demasiado tarde para mí. Mordisquee sus pezones y el soltó varios gemidos que al llegar a mis oídos me enloquecieron, era tan receptivo que lograba con cualquier rose excitarlo más de la cuenta, sus reacciones a cada mimo eran naturales y sencillamente perfectas, por ende causaba en mi algo que nadie más había podido. Jhin me prendía como fuego, derretía todo a mí alrededor y dejaba en cenizas mi más mínimo pensamiento.
Desafortunadamente para mí, él ahora podía controlarme con un simple berrido de gusto, o con la forma en que se ruborizaba cada vez que notaba que estaba más próximo a su miembro erecto, él me tenía en la palma de su mano. Y lo supe desde ese día que se había convertido en mi única debilidad.
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