[ZAID]
Sentí mis manos temblorosas, agárralo posesivamente de las caderas, y mi cabeza dar vueltas. Realmente estaba por hacer una completa locura, pero ya no me importaba, ni siquiera tenía la cordura suficiente para ponerme protección, después de todo no era necesaria, era un chico virgen, y no parecía en absoluto ser un doncel, después de todo habían muy pocos en el mundo, solo uno en un millón de personas, por ende encontrarlos era como una aguja en un pajar. Además, solo tendría que tener demasiada mala suerte para que Jhin fuese precisamente un hombre con capacidades de concebir. Por ende, deje todos mis temores ridículos de lado para continuar con ello.
Suavemente metí la punta de mi miembro, obteniendo un leve quejido de su parte, era demasiado apretado, y suave, estaba a punto de enloquecerme con las sensaciones maravillosas de su interior. Espere paciente a que se acostumbrara a la intromisión, y dado que no deseaba verlo llorando o si quiera arrepintiéndose de eso, repartí delicados besos por todo su sonrojada cara, mientras iba introduciendo de apoco todo lo que faltaba. Al estar adentro por completo deje escapar un largo suspiro de satisfacción, sentía mi corazón acelerado en mi pecho y mi pene encantado con el tenue placer que me proporcionaba su cuerpo.
— ¿Jhin, estás bien? — pregunte para cerciorarme de que podía proseguir, sin embargo él se había limitado a ocultar su rostro en mi pecho, sentía sus dedos clavarse en mi espalda, tal vez no sería capaz de soportarlo en absoluto.
— Espera… — balbució con su voz entrecortada. — Duele…
— Te dije que dolería, eres demasiado masoquista. — refunfuñe con una sonrisa tonta, palmee su cabeza con afecto. Estaba bien si no quería más, lo aceptaría sin lamentarme, ni siquiera me enfadaría. Prefería pausar todo antes de que hacerlo sufrir para algo que no lo valía. — ¿Podemos detenernos?
— ¡No!
— Vale… — musite abrazándolo como una forma de consolarlo aun cuando no sirviera en lo más mínimo. — Hazlo tú, así no dolerá tanto.
El me correspondió sin dudarlo, tras mis palabras movió levemente su cadera, haciéndome tocar el cielo con ello, era torpe y un poco lento, pero eso era lo que lo hacía único, él no tenía idea de cómo hacer las cosas, su espontaneidad en cada estocada me trastornaban, me hacían desear por más. Bese con desenfreno sus labios, mientras mis manos rosaban su vientre, mi lengua fue jugando con la de él entre jadeos y gemidos, que iban en aumento al igual que las estocadas donde aunque el las controlaba, yo también colaboraba. Solo deseaba escuchar más su voz, ver esa expresión cargada de gozo que se pintaba con cada segundo que pasaba, necesitaba con urgencia presenciar otro de sus orgasmos. Quería que cada suspiro solo fuese por mí.
Acaricie su miembro al ritmo de nuestros movimientos que cada vez eran con más fuerza, y pasión, gemía contra mi boca entreabierta, nuestras respiraciones se volvieron una sola, sentía el latir de su corazón a la par del mío, y su piel sudorosa invadir la mía. Jhin se había vuelto mío, y de algún modo, yo era también de él.
— Zaid… más rápido…
— Eres muy ansioso… — cuchichee contra su garganta, antes de dejarle un notable chupetón, dejándole otra de tantas marcas. Ese hombre era completamente mío, y lo seria tantas veces como me lo encontrara, por ende quería disfrutarlo de la mejor manera, no tenía prisas de acabar tan pronto, era la primera vez que le hacia el amor a alguien, y la primera vez que él lo hacía con alguien. Era nuestra primera vez, aunque sonase ridículo y cursi.
Siguiendo su humilde petición, salí de su interior, para acto seguido empujarlo contra el colchón, me observo anonadado con la brusquedad, se notaba realmente perdido con mis acciones. Sin embargo, no me moleste en darle explicaciones, lo tome de sus tobillos, para abrí sus piernas acomodando mi cuerpo entre ellas, me arrodille frente a él y agarre su trasero para que se levantara un poco, necesitaba que fuese más sencillo el penetrarlo. Jhin me aprisionó con ellas, acercándome más a él. lo tome de las muñecas levantando sus brazos sobre su cabeza, llene su rostro de besos mientras mi miembro entraba una y otra vez, llevando un ritmo casi frenético, sentía mi cuerpo temblar con cada golpe, y mi respiración volverse un simple jadeo, sus ojos se clavaron sobre los míos, y al verlo gemir enloquecido cuando llegue a ese lugar que nadie había encontrado, devoré sus labios con tenacidad, mordiéndolos con tanta fuerza que temí haberle hecho daño, pero él no se quejó, estaba tan absorto que a duras penas podía pronunciar palabras.
Sus manos apretaron con violencia las sabanas ante tanto placer que le estaba brindando, sus gemidos se fueron convirtiendo en gritos llenos de excitación, donde en más de una ocasión me pedía que lo hiciera con más fuerza, y al final terminaba por seguir sus órdenes degustando la forma en que su cuerpo se estremecía extasiado.
— Más rápido, Zaid… ¡Más!
— Lo hare si te tocas para mí, Jhin. — dije con una sonrisa lasciva, él se mordió su labio inferior de un modo tan sensual que me desquite penetrándolo con más firmeza, deslizo sus manos por su cuerpo, y ante mi mirada se comenzó a masturbar lentamente a pesar de que cada segundo tocaba con intensidad ese punto en su interior que estaba por llevarlo al borde del colapso. — Buen chico...
Sus gritos me hacían alucinar, la forma en que se retorcía bajo mi cuerpo me estaban llevando a mi limite. Continúe de esa manera hasta que simplemente no pudimos controlarnos por más tiempo. Llegue en su interior para acto seguido sentir sus uñas arañando mi espalda, acompañado con su exquisito orgasmo entre nuestros vientres, intente recuperar el aliento, pero el de inmediato se lanzó a besarme, indicándome sin necesidad de palabras que sería una larga noche. Y no me importo, quería descubrir más cosas sobre él, quería hacerle tantas más, y sabía muy bien que él me las pediría a pesar de todo.
Aquella madrugada, después de hacerlo tantas veces, Jhin logro quedarse profundamente dormido, y por primera vez para mi sorpresa, me quede toda la noche junto a mi juguete, no me escape como hacía la gran mayoría de veces, sin embargo al despertarme al otro día, ese chico no estaba a mi lado como había creído que seria, había desaparecido por completo. Como si todo aquello hubiera sido no más que un sueño.
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