[MITCHELL]
Metí mis manos heladas en los bolsillos de mi elegante pantalón, después de haberme quitado la colorida chaqueta para llevarla al hombro, dado que comenzaba a estorbarme. Era bastante temprano, pero ya comenzaba a tener pereza y mucho sueño, sin embargo era inevitable más cuando había tenido que asistir a la universidad desde bien entrada la mañana, ser el único consejero principal, psicólogo y aparte ocasional profesor de la universidad Hawkins no es que fuese algo tan grandioso como la mayoría pensaba, dado que tenía que lidiar con los berrinches de más de un estudiante mimado, además de tener que mantener un ojo en gran parte de las personas que allí trabajaban; en pocas palabras era un incordio para una sola persona tratar de mantener todo a flote, aunque tenía ayudantes estos eran unos completos inútiles, así que gran parte de los deberes, lastimosamente recaían en mis hombros. Bostece una y otra vez, mientras los vagos recuerdos se paseaban por mi cabeza, trayéndome de regreso a esa realidad que intentaba con todas mis fuerzas evadir.
Joey, estaría satisfecho de verme de esa manera, suspirando aun por algo que había ocurrido cuando éramos jóvenes. Supongo que ese grandísimo idiota se debería de sentir realmente orgulloso de haberme destruido por completo con sus acciones, todavía en su mirada notaba que era muy feliz con tenerme de esta manera después de tantos años, y sabía muy bien que ya era hora de sacármelo de la cabeza como fuera, pero aquel chico llamado Haely y Jhin tenían toda la razón, no importaba cuantas personas pasaran por tu vida, no podías olvidar a quien amabas, porque así era como funcionaban las cosas. Desgraciadamente tanto Jhin como yo, teníamos la peor suerte en el amor. No tenía ni la menor idea de quien era más desgraciado de los dos, pero si tuviera que elegir probablemente Jhin se llevaría el premio mayor, ya que había sido abandonado por Abrahams, quien había desaparecido para cumplir sus sueños de ser un reconocido escritor en el exterior dejando atrás al más bajo, el cual aún lo esperaba pacientemente a pesar de haber perdido todo contacto, ya de por si con ello era más que suficiente para caer en cuenta de que jamás volvería a Nara.
Habían pasado ya diez años de eso, y a regaña dientes mi viejo amigo se había tenido que conseguir una pareja estable a la cual decía sin dudar que quería, y amaba, pero eso era tan falso como el hecho de que Abrahams alguna vez lo había querido de la misma forma. Jhin estaba convencido de que comprometerse con su actual novia era lo correcto, aunque podía notar a simple vista que eran más ordenes de su padre que una decisión consiente suya, y yo no era quien para refutarle algo al respecto. Sin embargo, de algún modo casi milagroso, termine persuadiéndolo de que se acostara con ese chico en la discoteca, o quizás había sido culpa de la pastilla potenciadora que le había dado con el trago bajo su aprobación, porque muy bien sabía yo que Jhin no era lo suficientemente audaz como para perder su primera vez con alguien que no fuera Abrahams. No obstante, el pobre necesitaba con urgencia probar lo que se sentía hacerlo con un hombre, antes de acostarse con su novia. Y él lo sabía, pero probablemente ese tonto nunca se hubiera interesado en acostarse con nadie no importara cuantas pastillas le embutiera, por ello creía que quizás había sido el hecho de que ese tal Zaid poseía un aterrador aire a Abrahams, había algo en el que lo hacía verse demasiado similar, tal vez por esa razón Jhin termino hechizado por él a penas lo vio a la distancia, y estaba bastante seguro de que esa noche Jhin dejaría de ser oficialmente virgen.
Al menos el obtenía algo bueno de todo esto, mientras yo seguía del mismo modo, traicionado por el estúpido de Joey. Este último se había casado con una mujer mayor a pesar de las miles de veces que le suplique que se quedara a mi lado aun cuando teníamos muchas dificultades. No importo cuantas lágrimas derrame en sus narices, o cuantas discusiones tuvimos sobre ello, el término enganchado por esa mujer, Y ahora que había trascurrido tanto tiempo, lo mínimo que deseaba era que toda esa pesadilla en la que se había convertido mi vida terminara de una buena vez. Pero Joey seguía buscándome y no simplemente para ser amigos, por ende siempre tenía que estarme mudando pero de algún modo ese incordio de chico me encontraba y volvía contra mi voluntad a ese círculo vicioso del que desesperadamente intentaba salir.
Entre en ese diminuto supermercado a solo unas cuadras de mi apartamento, ande por los pasillos hasta las neveras de las cuales saque varias altas de cerveza, inexpresivo, casi sin vida tras recordar mis infinitas adversidades, y las puse frente al chico que atendía la caja registradora, era bastante apuesto, tenía su cabello café todo revuelto bajo la gorra negra, sus ojos azules tenían tal intensidad que me dejaron congelado, traspasándome miles de chispas eléctricas por todo el cuerpo. Trague saliva nervioso, por la manera en que me sonrió con dulzura, ese chico se veía bastante joven, quizás aún estaba en el colegio, era unos centímetros más bajo que yo, y muchísimo más delgado, pero aun cuando tenía ropas tan casuales y casi desaliñadas, me parecía sencillamente atractivo. Una completa delicia para la vista.
— ¿No desea llevar algo para la resaca? — pregunto el amable muchacho dedicándome una mirada cargada de una inocencia inigualable.
— ¿Qué es lo mejor que tienes? — murmure con cierta torpeza, desviando mi mirada a todas aquellas cosas que habían sobre el mostrador, topándome con una barra de chocolate bastante apetecible.
— Esta medicina es bastante buena. — susurro extendiéndome una caja de medicamentos que sin duda alguna usaría. — Mañana no sentirá absolutamente nada.
— Está bien, llevare eso… — asentí pensativo, no estaba muy seguro de si sacaría algo coqueteando con ese chico, o si por lo menos tenía la valentía suficiente como para lograr conquistarlo, pero quería intentarlo aun cuando por mis venas corría el terror de que todo saliera mal. — Y esto. — farfulle en un hilo de voz señalando la barra de chocolate. El chico registro todo, y me lo entrego perfectamente empacado en una bolsa de plástico.
— ¡Que vuelva pronto!
— Gracias.
Camine unos cuantos pasos antes de detenerme con mi cuerpo tembloroso, rebusque en la bolsa la chocolatina y al tenerla entre mis manos, me di la vuelta sintiendo mi corazón aplastar mis costillas, debido a su ritmo acelerado. El chico levanto una de sus cejas extrañado, y entonces se la entregue sintiendo mi mundo detenerse ante la expresión de asombro del más bajo. Realmente, era absurdo actuar como un crio en esos instantes, pero había olvidado por completo como ligar con alguien que me llamaba la atención, así que terminaba haciendo las cosas con brusquedad y arruinándolo todo.
— Es para ti.
— G-gracias. — balbució sorprendido, la tomo vacilante para acto seguido dedicarme una sonrisa que se grabó en mis memorias profundamente. Sé que debí pedirle su número, o quizás entablar una conversación tras su amigable respuesta, no obstante, fue más grande mi vergüenza que opte por salir rápidamente de ese lugar, dejando escapar una grandiosa oportunidad, que probablemente Joey terminaría dañando o que yo mismo echaría por la borda ante mi ineptitud.
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