[ZAID]
Tras correr por horas persiguiendo a uno y otro, logre atraparlos a todos. Eran bastante gordos y de hermoso pelaje anaranjado con ciertas manchas blancas. Los fui metiendo lentamente en esa caja de cartón en la que habían sido enviados con una nota de parte del infantil de Haru Reed que lastimosamente sabia todas las debilidades de Haely tanto como yo, pero él era el único que las usaba a su antojo, solo por diversión.
— Espero no me hallas extrañado mucho, con cariño Haru. — leí el arrugado papel con cara de pocos amigos cuando me senté en el borde de la mesa del comedor que estaba al otro lado de la amplia habitación, la cual se teñía por colores anaranjados dado que comenzaba a ocultarse el sol tras la montañas, y la tenue luz entraba por los grandes ventanales. — ¿Cómo te puede gustar este tipo de persona?
— ¿Crees que no me lo pregunto todo el tiempo? — bufo dejando caer su acongojado rostro entre sus manos, para luego soltar un respingo lleno de enfado.
Me quede en silencio analizando como los hámsters en esa reducida caja entre mis manos se movían de un lado a otro jugueteando entre ellos, sin poderlo evitar acaricie la cabeza de uno de los tres con mis dedos, ganándome la mirada reprobatoria de mi mejor amigo instantáneamente.
— ¿Qué quieres hacer con ellos? — quise saber con una sonrisa burlona.
— No lo sé, por ahora solo mantenlos lejos de mí.
— Haely, pienso que es hora de que superes tus miedos. — comente aproximándome sigilosamente al sofá en donde aún se hallaba hecho una bola.
— ¡No! ¡Me siento de maravilla así como estoy! — grito poniéndose en pie de un salto al notar mis malvadas intenciones. — ¡Aléjate, Zaid!
— Pero son suaves. Ven, toca uno y veras que no sucede nada malo. — murmure dedicándole una dulce sonrisa que no se molestó en devolverme, sus ojos me detallaban con recelo, se notaba en su semblante que no se tragaba de entero que le estuviera proponiendo semejantes barbaridades. — Confía en mí.
Se quedó viéndome anonadado, quizás se debatía en su interior si debía dar un paso en mi dirección o si lo mejor era salir corriendo a buscar el mejor de los escondites en ese basto apartamento, no obstante, Haely al notar que realmente no mentía en lo más mínimo, decidió caminar temeroso hasta donde me hallaba sosteniendo a esos diminutos animales. Respiro profundamente cuando se detuvo frente a mí, extendió una de sus manos temblorosas y con uno de sus dedos roso levemente el cuerpo de uno de los roedores, el cual ni se inmuto con el contacto. Al notar que no lo atacaban, y que ni siquiera le daban la debida importancia a sus caricias, opto por tomar uno entre sus manos asombrado con el magnífico resultado que había dado la repentina prueba.
— No están tan mal… — confeso con una brillante sonrisa que me dejo petrificado en mi lugar. — Además, son un regalo de Haru, así que supongo que podría cuidarlos por un tiempo…
— Necesitas ayuda, no es normal que todo lo hagas en torno a Haru. — bufe con desagrado, una de las pocas cosas que realmente aborrecía de Haely, era esa. Que siempre en su mente lo único que existía era ese imbécil y nada ni nadie más. Era bastante sofocante, más cuando tenía que soportarlo día y noche mencionándolo sin cansancio alguno.
— ¡Cállate, Zaid! — mascullo dedicándome una mirada asesina que ni corto ni perezoso le regrese con mayor fuerza. — ¿Cómo termino tu noche?
— Fue interesante. — admití encogiéndome de hombros, deje la caja sobre el sofá y me pase las manos por el cabello antes de dejar en libertad un gran bostezo. — ¿Puedo bañarme aquí?
— ¿Desde cuándo me pides permiso para hacer algo en mi casa?
— Solo intento ser educado. — ronronee entre risitas, ganándome su penetrante mirada ante lo ridículo que sonaba eso de mi boca, dado que aquel lugar era como mi hogar.
Me di una refrescante ducha en el baño de la habitación de Haely, en donde permití que mis músculos se relajaran con el agua tibia que se paseaba sobre mi piel y junto con ello, deje ir los recuerdos que aún me invadían de la noche anterior. Llegando al punto de olvidar por completo el hecho de que había sido abandonado por ese hombre, incluso estaba dejando marchar todo sobre él, cada insignificante detalle guardado en mi cerebro se iba por el desagüe en cuestión de minutos. Me analice durante unos breves instantes frente al espejo que en aquel lugar había, tenía la cara vuelta un desastre, bajo mis ojos se marcaban unas extravagantes ojeras, mi cabello negro azabache totalmente húmedo estaba desordenado y mis ojos azules se veían muy agotados. Mi cuerpo tenía diminutos chupetones que seguramente Jhin me había hecho sin mi consentimiento, y como un completo idiota sonreí, al parecer no era el único que no deseaba ser olvidado tan rápido.
Tras salir envuelto en una simple toalla, me detuve frente al armario de ese cuarto. Haely estaba tendido en la cama con esa caja en las manos observando absorto los movimientos de esos tres animales a los que ahora toleraba. Respire profundamente, ignorando su presencia, aun cuando nos gustaban todo tipo de personas, jamás nos habíamos fijado mucho en el otro, era como si fuéramos invisibles en el sentido romántico, y sexual, así que vestirme frente a él podría decirse que era algo casi natural, además gran parte del tiempo vivía en esa casa durmiendo junto a él, por ende habían muchas cosas regadas en ese apartamento que eran mías, y a Haely no le molestaba en absoluto, y a mi mucho menos. Podría llegar a decirse que éramos como una pareja, sin necesidad de serlo de verdad.
— ¿Por qué el traje? — me cuestiono curioso cuando se percató de que estaba haciéndome con agilidad el nudo de mi corbata azul oscuro.
— Hoy tengo una cena familiar, mi madre quiere presentarnos a alguien, y me pidió que fuera específicamente de etiqueta. — respondí con desgano, detestaba demasiado el tener que vestirme elegante, no me vía mal; no obstante no eran el tipo de ropas que usaría un día común y corriente, además eran muy incomodas.
— ¿Su novio?
— Supongo, no lo sé con exactitud. — cuchichee indiferente entre tanto tomaba la chaqueta que estaba colgada en el perchero y cerraba con cuidado la puerta de madera del ropero. — Sabes que esas cosas no me interesan en lo más mínimo, lo que haga o no haga mi madre me trae sin cuidado. Por ende, iré, comeré gratis y me regresare aquí o quizás me iré a mi casa con Neel, tu solo dime que quieres.
— Podrías venir aquí, no me molestaría que me hagas compañía todo el fin de semana.
— Vale, regresare aquí… — asentí para acto seguido sentarme en el borde de la cama — ¿Quieres hacer algo esta noche?
— Ver películas.
— Entonces, eso haremos. Ve pensando en cual quieres ver, pero nada romántico, por favor.
— ¡Zaid! — bramo haciendo un mohín, que me hizo romper a reír ante lo lindo que podía llegarse a ver con esos actos tan sencillos.
— Está bien, elige la que se te antoje. — dije resignado con el asunto, ya que estaba muy seguro de que terminaríamos viendo algo patético que solo a él lo haría llorar a moco tendido. — Tratare de no demorarme, no quiero que empieces a ver la película sin mí.
— ¡Nunca hago ese tipo de cosas, no mientas!
— Si claro, como tú digas. — me carcajee entretenido con su berrinche.
De repente sin pensármelo demasiado, y con las latentes intenciones de despedirme dado que la cita familiar estaba próxima a comenzar, me acerque demasiado a su rostro, dejándolo hecho de piedra. Me observo con sus ojos abiertos como platos ante lo repentino de mis actos, por primera vez al sentir su mirada sobre la mía, arrastrándome a un sinfín de sensaciones a las que nunca les había prestado mucha atención, se paseó por mi mente el robarle un beso, el ser algo serio de él, el enamorarlo de tal forma que Haru pasara a un tercer plano. Nos conocíamos bien, nos llevábamos bien, y nos queríamos, sin embargo, él no me amaba y yo tampoco, no como pareja, quizás solo como buenos amigos.
Deje escapar una sonrisa decaída ante mi absurda idea, así que sin más ánimos de arruinar nuestra excelente relación de amistad, le plante un beso en la frente. Éramos cariñosos, a veces dormíamos abrazados, y nos mimábamos en exceso, en ocasiones había llegado a pensar que sería realmente magnifico dar un paso más allá, pero yo no era la persona indicada para Haely, aun cuando en muchas ocasiones creía que él estaba especialmente hecho para mí.
— T-ten cuidado. — balbució sonrojándose sobre manera en todas mis narices.
— Siempre lo tengo. — canturreé poniéndome en pie de un salto antes de que se me ocurriese hacer algo estúpido de lo que me arrepentiría tarde que temprano.
— Y no fumes, o de lo contrario no dejare que te me acerques ni un solo centímetro.
— Me cuidadas más que mi mamá. — opine ante sus amenazas, ganándome su mirada sínica al escucharme tan burlón, sin poderlo evitar sonreí ampliamente y le guiñe un ojo pícaramente antes de soltarle: — Si sigues así, podría enamorarme de ti, Haely.
— ¡N-no digas estupideces! — rugió furioso como nunca antes, agarro una de las tantas almohadas que habían regadas en esa espaciosa cama y me la lanzo con todas sus energías. Veloz como un rayo me aparte evitando que me golpeara, y entre risas salí de esa habitación dejándolo solo con su rabieta, y sus tres nuevas mascotas.
Comments (0)
See all