[ZAID]
Se podría llegar a decir que nuestra cena transcurrió sin el más mínimo contratiempo tras las incómodas presentaciones respectivas. No obstante, eso sería decir una gran mentira desde mi punto de vista. Quizás todos a mí alrededor podrían estar animados comiendo y charlando sobre cosas triviales, conociendo al ansiado recién llegado mucho mejor en aspectos que ni siquiera me moleste en escuchar, dado que yo era el único que me sentía en la completa miseria, totalmente desconcertado con lo que estaba ocurriendo. Había presenciado como Jhin pedía la mano de mi madre, quien entre lágrimas había aceptado el hermoso anillo que ese elegante hombre le estaba ofreciendo con cierta decepción y frustración, había tenido que soportar con enojo como todos comían frente a mi entre carcajadas, trague saliva con nerviosismo en más de una ocasión, gracias a que la mirada de Jhin se cruzaba por segundos con la mía, indicándome lo lejanos que ahora estábamos del otro, bebí tanto sake como se le antojó a mi paladar, mientras devoraba mi plato de sushi con desgano, estaba sintiéndome tan asquerosamente mal que llegué a perderle importancia al hecho de parecer un completo desastre frente a mi familia y mi futuro padrastro, ya no me preocupaba en lo más mínimo el mareo que sentía en mi cabeza, dado que eso me permitía alejarme de todo el montón de pensamientos incriminatorios de mi interior. El alcohol de alguna forma casi milagrosa, estaba aliviando sobre manera el estrés que ahora me consumía.
— Asher y yo hemos decidido casarnos en unos meses, por ello ambos hemos estado hablado últimamente sobre esto, y creemos que lo mejor es que él viva anticipadamente con nosotros, dado que deseo que Asher se acople a nuestro ambiente familiar. — Anuncio una carismática Eve entre tanto acariciaba con dulzura una de las manos de un desvergonzado Jhin, que no se atrevía a apartar la vista de su plato.
Aquello a mis ojos era sinceramente ridículo y absurdo, un hombre de 28 años a punto de casarse con una mujer viuda, con dos hijos y aparte de eso próxima a cumplir los 40 años no era algo muy sensato de su parte. Era bastante sospechoso, sin embargo en esta "familia" no existía algo realmente valioso como para robar, ni siquiera la más mínima herencia dejada por mi padre, o si quiera un poco de fama de la cual aprovecharse, éramos tan corrientes que comenzaba a parecer aterrador su inesperado compromiso. Incluso era patético el hecho de que Jhin siendo el hijo del jefe de mi madre y futuro heredero de la aclamada empresa con la que su padre ganaba más que millones, quisiera una vida junto a Eve, la secretaria del directo. Además, Jhin era aun demasiado joven como para sentar cabeza, era tan inexperto e inocente en la vida, que sabía con solo un vistazo rápido, cuanto le remordía la conciencia lo que había sucedido la noche anterior, sin imaginar que nos volveríamos a ver de esta repugnante manera.
— Zaid. — me llamo Eve con una amplia sonrisa que me obligo a apartar mis ojos de mi copa de Sake, para detenerme en ese hermoso rostro conservado y sin una sola arruga, a pesar del tiempo y las dificultades que habíamos vivido en el pasado.
— ¿Que?
— ¿Podrías mañana echarle una mano con la mudanza? — pregunto con una mirada firme, con la que me indicaba en silencio que no tenía más opción que aceptar contra mi voluntad.
— Esta noche me quedaré con Haely. — comente atropellada mente antes de beberme todo el sake de un sorbo, de inmediato percibí como la expresión de Jhin se volvía sombría ante mi disimulada negativa. — ¿Por qué no le ayuda Neel?
— Lo siento, bro. Tengo trabajo mañana todo el día —se excusó Neel con una sonrisa socarrona que desee borrarle de un puñetazo, ya que realmente no me estaba ayudando a escaparme de mi trágico destino.
— Te odio, bro. — refunfuñe imitando su aniñado tono de voz, respire profundamente, y resignado como nunca antes dejé escapar todo el aire que contenían mis pulmones. — Pues si no tengo otra alternativa, supongo que regresaré a primera hora mañana para colaborarle, dado que le hice una promesa a Haely y lastimosamente, yo siempre cumplo mi palabra. — farfulle dedicándole una fulminante mirada al de cabellos cobrizos quien ni se inmuto con mi comentario cortante.
— Gracias, Zaid.
— ¡Oh, no, no! No es necesario que lo agradezcas, Eve. — ronronee dejando caer mi pesada cabeza entre mis manos, para acto seguido brindarle una sínica sonrisa a Jhin, el cual se quedó hecho de piedra cuando opte por decirle: — Espero serle de ayuda de ahora en adelante, señor Asher.
Comencé a reírme por lo bajo al notar su rostro bañado en el pánico, tenerlo de esa manera a solo unos pasos de mi era todo un espectáculo para la vista. Estaba completamente convencido de que aun cuando me sentía como una escoria, podría traer conmigo al maldito causante de todo este caos. Definitivamente, no me quedaría sentado presenciando como mi vida se hacía añicos, ese hombre de ojos radiantes cafés se hundiría junto conmigo en el apestoso lodo, sin lugar a dudas.
En el momento que me sentí realmente fatal de seguir en ese lugar observando el supuesto amor que tanto Eve como Jhin se profesaban bajo la atenta mirada de Neel y Bonnie, quiénes estaban fascinados con la pareja, no tuve más opción que disculparme con la noticia de mi partida. Nadie se molestó en detenerme, ni mucho menos Jhin me observo a la cara mientras me despedía con amabilidad, pero intenté no darle muchas vueltas al asunto; ya que muy en el fondo conocía al verdadero Jhin, ese que trataba de ocultar con tanta desesperación de los ojos de los demás, ese perverso hombre que había engañado a Eve, conmigo. Ese que estaba asustado hasta la medula de que de alguna forma terminara por regar toda la verdad que estaba seguro que él deseaba cubrir con un dedo.
Entendía perfectamente que lo sucedido la noche anterior sin saber quiénes éramos realmente fuese un error, así que a nadie podíamos echarle gran parte de la culpa, no obstante, las macabras intenciones de Jhin desde el principio eran de acostarse con un desconocido, el simple hecho de engañar premeditadamente a Eve con quien fuese, era algo que no podía perdonarle, más cuando tenía la cara dura de pedir su mano aun cuando había cometido tal blasfemia en mis narices.
— ¿Y ahora que pasa contigo? — inquirió saber Haely cuando me tendí sobre sus carnosas piernas en ese extenso sofá a ver la cursi película que había elegido, había llegado echo un caos, a duras penas había logrado entre mi ebriedad quitarme el traje con éxito, para quedarme en mis cómodos calzoncillos. Sin embargo, no había despegado mis labios para nada, a duras penas me limitaba a soltar profundos suspiros cargados de angustia que de algún modo había llamado la atención de mi viejo amigo.
— Haely, yo...
— ¿Tu? — insistió ante mi silencio, mantenía sus ojos verdes muy fijos en la pantalla del televisor, esa que yo había comenzado a ignorar desde hacía buen rato.
— Cometí una inmensa falta, esta vez realmente creo que he metido la pata hasta el fondo. — susurré con mi voz quebrada, sentí mis ojos llenarse de gruesas lágrimas que amenazaban con caer por mis mejillas, cubrí mi rostro con mis brazos a toda prisa, no deseaba que él me viese de esa manera tan humillante.
— ¿Sabes? Sé que podrás solucionarlo, a veces eres un cretino, un idiota y un inmaduro, pero sé que siempre que cometes una equivocación buscas la manera de disculparte, porque el Zaid que conozco siempre hace lo correcto. El Zaid que ha estado a mi lado tantos años sabe cuándo es necesario agachar la cabeza, así que no te atormentes más, todo estará bien.
Sentí sus cálidas manos acariciar mi cabello, y poco a poco con sus simples mimos fui recuperando mi compostura, dado que Haely tenía la razón. De algún modo buscaría la forma de remediar mis errores, tarde que temprano alguna brillante idea se me ocurriría.
Comments (1)
See all