[ZAID]
Después de caer rendido junto a Haely en la amplia cama, tras dos largas películas de romance, los millones de pensamientos se apoderaron de mí, angustiado mi de por sí bastante agotado cerebro. Mi viejo amigo dormía plácidamente a mi lado, mientras yo me limitaba a observar el techo de la habitación en busca de respuestas que jamás llegaron, durante toda esa larga noche a duras penas logré pegar ojo por unos breves instantes, hasta que finalmente la acogedora luz de la mañana se adentró en la habitación indicándome que era hora de marcharme para mi casa. Respire profundamente antes de quitarme las sábanas que me cubrían del frío, lentamente con demasiado desgano me asee y me puse las ropas más cómodas que encontré en el armario; cuando estuve listo, me aproxime a Haely, quien ni se había inmutado a pesar del ruido que hacía al moverme por la habitación.
— Me voy... — susurré muy cerca de su oído, al escuchar mi voz se removió un poco, pero permaneció del mismo modo, con sus ojos muy cerrados, dado que si los abría era poco probable que volviese a conciliar el sueño. — No olvides tomar tu desayuno, no puedes comer cosas dulces, ni snacks, cuida de tu salud, si no quieres cocinar, entonces ve a un restaurante, ¿vale?
— Mmm... — murmuró el más bajo entre sus lucidos sueños, acaricie suavemente su cabello castaño, y le plante un dulce beso en su mejilla como un sutil gesto de despedida. — ¿Volverás pronto?
— No lo creó, te veo mañana en clases. — respondí con mi vista muy fija en su relajada expresión, asintió con demasiada flojera, y se cubrió por completo con las mantas para continuar con su intenso dormitar.
Camine por las desoladas calles de Yegichi, algunas personas a esas horas sacaban a sus perros a pasear, otras salían a trotar y un grupo aún más grande caminaba apresurado hacia la estación de metro en dirección a sus respectivos trabajos, no tuve que andar mucho antes de llegar a la estación subterránea más cercana, pague mi pasaje y espere detrás de la línea amarilla junto a un montón de desconocidos a qué llegará el metro que me acercaría a mi vecindario. Era mejor caminar unas pocas cuadras, que recorrer durante más de media hora las vacías aceras para lograr llegar a mi hogar.
Me detuve con cierta amargura frente a la vieja casa en la que había vivido toda mi desastrosa vida. Un magnifico patio recibía a los visitantes, este tenía diferentes flores brotando en cada rincón, las cuales habían sido cultivadas por mi difunto padre muchos años atrás, y que para mi sorpresa luego de su muerte, Neel había sido con el tiempo el que cuidaba tan fervientemente de ese lugar, así que yo solo me limitaba a admirar la belleza en la que se había convertido ese jardín. En el interior, en la frívola sala de estar, el televisor aún estaba encendido, no obstante, nadie se encontraba en el sofá. En el comedor a mano derecha, había un plato de comida recién servido, de repente al acercarme un poco más pude percibir la esbelta silueta de Neel yendo de un lado a otro en el Interior de la cocina.
— ¿Ya regresaste? — farfulló al salir a mi encuentro con el delantal de mi madre aún en su cintura, haciéndolo ver bastante gracioso, pero no tuve las energías suficientes como para burlarme de él.
— ¿Para mí?
— Sí, supuse que tendrías hambre.
— Gracias. — cuchichee inexpresivo antes de sentarme en una de las tantas sillas libres. — ¿a qué horas vendrá él?
— Eve me dijo antes de partir al trabajo que no tardaría el señor Asher. — Contesto con una embriagadora sonrisa que de algún modo me reconforto entre mi cansancio. — Me iré a trabajar, bro.
— Vale, ten cuidado. — dije sin despegar mi vista de aquel plato repleto de salchichas, huevo y pan tostado, se veía apetitoso pero yo no sentía la necesidad de probarlo, sin embargo, ya que Neel se había tomado la molestia de hacerlo para mí, lo mínimo que podía hacer era comerlo aun cuando tragar se estaba volviendo una tarea aún más complicada que dormir.
Justo cuando termine de lavar el plato, el timbre resonó por todo el resisto, me aproximé de inmediato a abrir la puerta para encontrarme con los ojos preocupados de Jhin a solo unos pasos de mí. Sentí mi corazón aterrorizado latiendo a prisa en mi pecho, sin embargo, mi expresión se mantuvo impenetrable, todo lo contrario a el que se sonrojo hasta la punta de sus orejas, entre sus manos sostenía una pesada caja, y al levantar mi mirada a la distancia pude ver su auto estacionado al otro lado de la calle, con montones más de la misma especie por todos los rincones del mismo.
— ¿Acaso planeas meter todas tus cosas en este pequeño lugar? ¿No se te ocurrió traer también las pertenencias de tus vecinos? — bufé arrancándole el objeto entre sus manos. — ¿Deseas que todos estemos incómodos, verdad?
— Solo traje lo necesario...
— No lo parece.
Durante toda la mañana estuvimos llevando y trayendo cajas de su elegante BMW X6 de color negro, de mala gana tras acabar ese intenso viaje infinito bajo la penetrante luz del sol, le di un breve tour por nuestra casa, la cual constaba de tres pisos, en dónde el segundo se encontraba mi habitación, un baño, el cuarto de mi madre y la minúscula oficina que alguna vez perteneció a mi padre, pero ahora se encontraba totalmente deshabitada, el tercer piso al que tocaba subir por una incómoda escalera, concluía en el ático, dónde Neel dormía, debido a que le encantaba el silencio de ese apartado lugar. Sin muchos ánimos y con nuestros labios sellados, fuimos ordenando cosa por cosa, entre tanto Jhin guardaba sus pertenencias personales en la habitación que compartiría con Eve, yo me limité a poner sus libros y objetos inútiles en la oficina, lo cual me cabreaba bastante dado que estaba arrebatándole un preciado lugar a mi padre, pero no podía simplemente dejar esas cajas por doquier haciendo un desorden todavía peor en esa casa, así que no tenía más opción que resignarme, dado que ni siquiera tenía los alientos suficientes de formar el aburrido ambiente en una pelea apoteósica.
En el instante en el que el sol se fue ocultando tras las montañas, logramos dejar todo pulcramente arreglado, así que ese hombre desapareció de mi vista para darse una ducha, mientras yo me tendía en el sofá a ver los programas más absurdos de la televisión, no habíamos pronunciado ni una sola palabra desde que había puesto un pie allí, y ninguno se tomó la molestia de romper el hielo aun cuando se sentía bastante incómodo, sin embargo, era para mis ojos bastante divertido el cómo Jhin huía de mirarme a la cara, además no podía hablar sin tartamudear, lo cual aunque me causaba gracia en mi interior, bajo sus intensos ojos cafés me mantenía totalmente inexpresivo.
Varios minutos más tarde, sentí su cuerpo detenerse tras el sofá, podía escuchar su leve respiración, y el tenue ruido de su cabello siendo sacudido por la toalla entre sus manos; mantuve mis ojos en la pantalla aunque estos me traicionaron un par de veces en dónde con cautela lo observé ajeno a mí, tenía una sudadera y una vieja camisa blanca cubriendo su blanca piel, y de algún modo se notaba absorto, totalmente consumido por sus pensamientos, mientras se mordía su labio inferior nervioso de tener que hacer aquello que realmente no deseaba.
— Zaid… — mascullo de la nada, obligándome a llevar mis ojos fríos hasta su rostro.
— ¿Qué quieres?
— ¿Estás bien?
— ¿A qué te refieres? — inquirí incorporándome un poco, dado que comenzaba a incomodarme la posición en la que me encontraba.
— ¿Estás bien con toda esta extraña situación?
— ¿Crees que estoy dichoso o algo así? — gruñí poniendo los ojos en blanco mecánicamente. — No es que me afecte tu futuro matrimonio, me da totalmente lo mismo, no obstante, me frustra la idea de que no te animes a intentar tener relaciones conmigo, se suponía que era una promesa, y tú no la estás cumpliendo, Jhin.
— Es distinto ahora, Zaid. — balbuceó con ansiedad antes de tomar asiento bastante alejado de mí. — No sería coherente hacer tal cosa cuando estoy comprometido con tu madre, y es aún peor cuando sé que serás como mi hijo en ley en cuestión de unos meses. Hacer tal estupidez es una pésima idea, tan solo olvidémonos de lo ocurrido e intentemos llevarnos bien, ¿sí?
— ¡Já!— solté con violencia, para acto seguido romper a reír en escandalosas carcajadas que lo dejaron perplejo. — Realmente eres patético, ahora si piensas en lo malo que sería engañar a Eve, pero hace dos noches me rogabas por sexo. ¿qué es lo que pretendes? ¿a quién quieres engañar?
— ¡Era diferente, Zaid! — rugió frunciendo el ceño, se notaba en su expresión que estaba realmente ofendido con mis comentarios. — Ese día yo no estaba pensando con claridad, estaba bajo los efectos de una pastilla estimulante sexual y mucho alcohol, ¿qué esperabas que hiciera?
Lo observé en total silencio, con mis labios apretados en una fina línea que no tenía intenciones de despegar. Me puse en pie mientras dejaba escapar un largo respiro, sin siquiera molestarme en mirarlo de nuevo, comencé a andar en dirección a las escaleras para ir al segundo piso, muy lejos de su presencia.
— Zaid, sé que cometí un error, pero puedes estar seguro de que nunca antes había hecho tal cosa, yo respeto y quiero mucho a Eve, jamás he pensado en engañarla… — me dijo con su voz temblorosa, al escuchar sus palabras tan sinceras detuve mis pasos para darme la vuelta y encararlo, pero no me esperaba que él también se hubiera acercado con sus ojos a punto de estallar en lágrimas que me terminarían por convencer de su inocencia. — Todo lo que ocurrió esa noche, sólo fue por querer experimentar, sin embargo, no estoy dispuesto a cometer las mismas acciones ridículas en un futuro.
— Tú... ¿No tienes miedo de que le diga la verdad a Eve? — escupí con una sonrisa malévola que lo hizo palidecer en segundos. — Si abro la boca todo se iría a al caneca, Jhin. — farfulle inclinándome un poco sobre su rostro, para que de esta forma nuestras miradas se entretuvieran con tanto recelo. — Quiero ver hasta dónde puedes llegar con esta mentira, así que yo estoy dispuesto a mantener mi silencio a cambio de que tengamos sexo cada vez que a mí se me dé la gana.
— ¡Ni lo sueñes! — murmuro con rabia para instantáneamente fulminarme con su penetrante mirada. Suspiré bastante hastiado de sus constantes rechazos de volver a hacerlo. Ya habíamos metido la pata una vez, ¿Por qué no hacerlo hasta el final? A fin de cuentas, el daño ya estaba hecho, y no podríamos ocultarlo por demasiado tiempo de Eve. Así mismo sus rotundas negativas afectaban mi gran orgullo, lo cual me motivaba a ser más persistente con ello, ya que de algún modo terminaría por persuadirlo, o de lo contrario lo haría a la fuerza si era necesario.
— Respóndeme una pregunta.
— ¿Cual?
— Si eres un maricon, ¿por qué casarte con Eve?
— Eres demasiado despectivo con tus palabras. — cuchicheo más para sus adentros que para mí, así que no le tome gran importancia. — Yo quiero a Eve, por eso me casare con ella.
— Claro, te creo. — asentí conteniendo mis ganas de echarme a reír en su cara, porque cada segundo en el que decía amar a Eve, pareciera a mis ojos que a quien más trataba de asegurarse este hecho era a el mismo. — La quieres tanto, que si mal no recuerdo me rogabas porque te desvirgara. Eres un hipócrita, un muy gran maricon hipócrita.
— ¡¿Yo soy un maricon!? ¿y tú qué? ¿no me follaste el otro día? ¡¿eso no te hace un marica también?!
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