[HAELY]
Me encontraba en la entrada de la universidad esperando pacientemente a que el tonto de Zaid se dignara a hacer acto de presencia, me había enviado un mensaje de texto solicitándome que permaneciera en ese lugar dado que no tardaría mucho en llegar; y como era una sagrada costumbre de nuestra parte, teníamos que ir juntos hasta nuestras respectivas clases. Aunque no estudiábamos lo mismo, ya que yo estaba empeñado en la física, mientras Zaid se formaba escrupulosamente para ser un arquitecto; cada semestre acomodábamos nuestros horarios de tal manera que pudiéramos pasar tanto tiempo juntos como fuera posible, e incluso tomábamos las mismas clases extracurriculares, y para rematar estábamos también en el equipo de Baloncesto. En pocas palabras, éramos cono uña y mugre, tanto en el campus universitario como fuera de él.
Observe en silencio la hora que marcaba la pantalla de mi teléfono celular, 7:15 AM. Respire profundamente por encima vez, relajando con ello mis tensionados músculos. No estaba tarde para ninguna de mis clases; no obstante, no me atrevía a poner un solo pie en el interior de los edificios porque sabía muy bien que Haru Reed haría de las suyas, más sin Zaid a la vista. Y aunque me lastimara admitirlo, necesitaba de la seguridad que mi viejo amigo de la infancia me proporcionaba.
Clavé mi acongojada mirada en mis zapatos y recuerdo perfectamente haber contado en mi mente hasta 60, antes de que un glamoroso auto se detuviera a varios pasos de mí, levante mi rostro lentamente; para llevarme la sorpresa de ver que era Zaid, quien estaba saliendo con cara de pocos amigos del asiento del copiloto. Podía vislumbrar una silueta familiar en el puesto del conductor, pero dado que los vidrios eran muy oscuros, no pude distinguir a la misteriosa persona, que seguramente no era Eve, ya que ella poseía un pequeño Volkswagen rojo, que ya estaba pasado de moda. Así mismo la familia de Zaid era de clase media. No tenían demasiado dinero como para malgastarlo en algo tan ostentoso, yo diría que solo tenían el suficiente como para vivir, y darse uno que otro gusto como cualquier persona. Por lo mismo y tanto la confusión en mi rostro, debió de haber sido tal que al desaparecer el lujoso carro, y Zaid plantarse en todas mis narices, no tuvo más opción que echarse a reír de mí.
— Buenos días… — susurro el pelinegro sin borrar esa desgarradora sonrisa de sus rojos labios, lo observe por unos breves segundos con mis ojos entrecerraros, no muy convencido de si debía preguntar, sin embargo, mi curiosidad fue mucho más grande que mi sentido de la prudencia.
— ¿Quién era la persona de hace un momento? — solté de repente, ganándome de inmediato con ello esa aterradora mirada siniestra que llevaba siglos sin ver en su espléndido semblante, ese cambio repentino en sus facciones solo ocurría ocasionalmente, cuando Zaid realmente detestaba al ser que se mencionaba. Así que el susodicho que lo había traído a la universidad estaba en su lista de non gratos.
— El prometido de Eve. — contesto con irritación en su tono de voz, inconscientemente asentí, como si lo que acababa de confesarme no fuera la gran cosa, no obstante en el momento en que mi cerebro proceso sus palabras estaba tan estupefacto que las palabras no me salían de la garganta.
— ¡¿Que?!
Bastante desganado Zaid me informo sobre la "Maravillosa" noticia, me conto mientras caminábamos en dirección al edificio principal todo lo ocurrido en la cena familiar, y que antes no se había molestado en decirme. Andamos lentamente sin el más mínimo apuro, los estudiantes pasaban a nuestro lado con prisa, no obstante, algunos que nos conocían por los intensos partidos de baloncesto nos daban un inspirador saludo, que de inmediato correspondíamos. Por el camino repleto de escalones, esculturas estrambóticas, árboles y arbustos llenos de coloridas flores parloteamos sin cesar, incluso aun cuando nos detuvimos en la amplia recepción para hacer los trámites de las clases extra curriculares, -que de por si ayudaban un montón en el promedio final-, y así mismo reclamar nuestro respectivo horario de las materias de línea, seguimos de este modo pero en un hilo de voz dado que la larga fila de personas esperando a ser atendidos, era lo bastante extensa como para no tener precaución con nuestras palabras.
— Se casaran en unos meses, pero ese maldito idiota esta ahora viviendo con nosotros, y eso no es para nada lo peor... — cuchicheo en un hilo de voz antes de cruzarse de brazos realmente enojado con el rumbo de los acontecimientos.
— ¿Qué es lo peor?
— ¿Recuerdas el hombre con el que me acosté el fin de semana?
— Si, ¿qué sucede con él? — farfullé totalmente perdido con el vínculo que podría tener ese desconocido en la histona.
— Él es el prometido de Eve.
— ¡¿Qué?! — chille pasmado como nunca antes, eso sí que era algo inesperado. Debido al aumento en mi tono de voz la mayoría de los presentes se voltearon a vernos muy disgustados con el ruido, sin embargo, ninguno de los dos intento darle mucha importancia a las miradas asesinas que nos lanzaban.
— Lo sé, estaba tan sorprendido como tú. — suspiro bastante resignado con ese desastroso hecho, y de alguna forma en su modo de observar a la nada con cierto desánimo, pude darme cuenta que quizás estaba un poco molesto con ello, y a la misma vez arrepentido. Para ser sincero, conocía demasiado a Zaid como para no percatarme de que su extraño estado anímico de la última noche que estuvo en mi apartamento, era debido a ese hombre especialmente.
— ¿No le dirás a Eve?
— ¿Cómo esperas que se lo diga? — bufo cruzándose de brazos bastante estresado con ello, no debía ser tan sencillo para el guardar silencio con respecto a algo tan grave, pero muchas cosas estaban en juego como para arriesgarlas. — Oh, Eve me he acostado la noche pasada con tu prometido, sé que no lo sospechabas pero de por cierto también me van los chicos, espero puedas aceptar estas dos noticias impactantes sin morir en el intento, ¿Vale? ¿Acaso crees que estoy tan mal de la cabeza? Sabes que Eve detesta sobre todas las cosas a las personas no heterosexuales, sería un caos aun peor solo darle una explicación coherente. Ya murió mi padre, no necesito otro entierro más en mi familia, además no tengo la madurez suficiente para sobrellevar a Neel por mi cuenta.
— Tienes razón… — coincidí mordiéndome el labio inferior con intranquilidad, no tenía ni la menor idea de que era lo mejor para hacer, no obstante, estaba convencido de que ese hombre no era el indicado para casarse con Eve, y fingir ser el padre en ley de Zaid y Neel. — Sin embargo, no puedes permitir que se casen.
— ¿Tú piensas que me quedare de brazos cruzados? Hare que ese imbécil se vaya por su propia cuenta sin necesidad de decir absolutamente nada. — me aseguro con una siniestra sonrisa que me puso la piel de gallina.
— Eres malévolo.
A medida que íbamos charlando la fila fue acortándose al punto de que cuando le sonreí de regreso complacido con sus palabras, ya habíamos llegado al mostrador donde una mujer mayor nos recibió totalmente desanimada. Zaid le indico con amabilidad que era lo que necesitábamos, mientras yo me quedaba a su lado en silencio dejándolo hacer todo a su manera, a fin de cuentas no me interesaba en lo más mínimo a que clase extracurricular me inscribiera; con tal de no aburrirme hasta el cansancio podía aceptarlo. La mujer solicito nuestras identificaciones, código estudiantil y por ultimo firmar uno que otro papel, y finalmente pudimos salir de ese atestado recinto. Ya en el pasillo repleto de grupos paseándose de un lado a otro, Zaid me entrego mi horario con una brillante sonrisa que me hizo dudar por completo de sus acciones. Le eche una larga ojeada analizando cada pequeño detalle, tenía clases todos los días para mi desgracia, y había una específicamente que me llamaba la atención, “Psicología de la anormalidad”.
— ¡¿Qué demonios?! ¿Por qué tengo que ver esta clase? ¡Ni siquiera me va a ayudar con mi promedio!
— Porque el prometido de Eve es un profesor de Psicología de esta escuela, así que iremos a su clase solo para fastidiar, ¿vale?
— ¡Puedes ir tú solo! — masculle fastidiado con que me arrastrara también a sus planes macabros, ver esa clase probablemente sería un gran dolor de cabeza, así que me di media vuelta con intenciones de hacer de nuevo cola para cambiarla pero las manos de Zaid me agarraron de uno de mis brazos deteniéndome en el acto.
— No, definitivamente no puedo, así que vienes conmigo, será divertido.
— No suena para nada divertida su materia, ¿por qué no la cambiamos por otra más interesante que dicte ese hombre?
— Porque es la única clase extra curricular que ofrece, no tenemos más opción.
— Si, puedo regresar y cambiarme a otra.
— Pero no lo harás, ¿verdad? — farfullo con una expresión amenazante, sin embargo me limite a observarlo indiferente, no importaba que métodos usara Zaid no me producía terror alguno, dado que sabía muy bien que no se atrevería a ponerme un solo dedo encima con intenciones de lastimarme. — Vamos, a fin de cuentas sea la clase que sea dormirás como una maldita morsa, hazlo por mí, ¿sí?
— No…
— ¿Recuerdas esa vez que me obligaste a ir a un curso de cocina? — inquirió de la nada, trayendo a mi mente todos esos borrosos recuerdos, haciéndome sentir una intensa oleada de remordimiento de conciencia que no pude ocultar de mi avergonzado rostro. — ¿Y el de tejido? ¿y el de pintura? ¿lo olvidaste? ¿Me negué alguna vez a tus deseos?
— Eres cruel, tú ganas, iré contigo. — acepte soltando un largo respingo. Zaid extendió una de sus grandes manos para despelucar mi cabello con esa magnífica sonrisa llena de agradecimiento, que no dude ni un segundo en corresponderle antes de que una voz muy familiar nos interrumpiera.
— ¡Haely!
Tanto Zaid como yo cesamos nuestros movimientos para levantar nuestra mirada en dirección a la persona que se aproximaba con una gran sonrisa dibujada en su rostro, Wetzel Jiang, el capitán del equipo de baloncesto, el espléndido chico de tercer año de arquitectura, quien durante mucho tiempo había sido mi inalcanzable amor platónico, era una chico que si mal no recordaba tenia ascendencia china, por ello era tan probable confundirlo con uno, sus ojos eran rasgados y negros como la noche, su cabello negro azabache y liso tenía un espectacular corte que le acentuaba su rostro, era bastante alto y con una increíble figura que lo hacía digno de su posición en el equipo, todos los respetábamos y queríamos demasiado ya que era una persona sencillamente increíble, tanto que por unos meses en el pasado había logrado olvidarme por completo de Haru gracias a su personalidad arrolladora, cualquiera se podría enamorar de ese hombre a unos pasos de mí.
— ¡Capitán Jiang! — canturree como un niño pequeño saltando a abrazarlo emocionado, y este de inmediato me recibió con los brazos bien abiertos. — Me alegro tanto de verte, ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
— Ya sabes como es mi familia de aburrida, no hice nada interesante. — contesto entre risas, para luego de darme un leve giro, antes de dejarme con cuidado en el suelo para acto seguido pellizcar mis mejillas con ternura. — Realmente te extrañe. — confeso sin temor alguno a que todos los presentes malentendieran sus intenciones que eran solo de amistad, incluso Zaid bastante incomodo con nuestra cercanía tuvo que carraspear. — Los extrañe a los dos.
— Ya empezaron con sus cursilerías, que asco. — rugió mi viejo amigo fulminándonos con su congelada mirada. — Me voy, así podrán echarse mano tranquilamente, par de estúpidos.
Tras decir esto, Zaid pasó junto a Jiang y palmeo con aprecio su hombro para en cuestión de segundos desaparecer de mi vista, dejándome realmente confundido, parecía como si estuviese celoso, o quizás yo estaba haciéndome ideas erradas en la cabeza que era lo más probable. En parte sabía muy bien que aunque Wetzel Jiang le agradaba, no confiaba del todo en él, más cuando este último estaba tan coqueto conmigo gran parte del tiempo, pero yo no le daba gran relevancia dado que solo era una camaradería llena de bromas sin sentido, ¿verdad?
— Necesito hablarte de algo importante, Haely.
— ¿Qué sucede? — quise saber de inmediato, dado que su semblante había cambiado a uno lleno de preocupación y eso me alarmaba.
— Haely, yo… — mascullo no muy seguro si era el momento y el lugar idóneo para contarme lo que le pasaba, pero trago saliva ruidosamente, quizás con ello creía que podía calmar su nervios, y entonces abrió su boca para decirme con mucha seriedad lo que jamás pensé que escucharía salir de sus labios: — Yo llevo enamorado de ti desde que ingresaste a la universidad, realmente quisiera estar a tu lado. Tú, ¿estarías dispuesto a darme una pequeña oportunidad?
Comments (2)
See all