[HAELY]
Luego de escaparme de mis aburridas clases y del montón de burlas por parte de mis compañeros sobre lo ocurrido que de por si me traían sin cuidado; me dirigí con prisa a la farmacia más cercana para conseguir antisépticos y montones de medicamentos que le ayudasen a sanar más pronto esas heridas en la cara a Haru Reed, el cual lo más probable es que se estuviese escondiendo en algún rincón del campus para que no lo suspendieran, o quizás para que la gente no le hiciera miles de cuestiones sobre el gran escándalo del mes.
Ande en total clama por los alrededores de la universidad mientras mecía en una de mis manos la bolsa con lo que había comprado, observaba en todas las direcciones en busca de ese personaje tan familiar, pero no importaba cuantos salones de la escuela de negocios revisara, o a cuantas personas les preguntara, la respuesta siempre era la misma, o no sabían absolutamente nada sobre su paradero, o se me quedaban viendo anonadadas por buscar tan impacientemente a mi reconocido agresor.
Cabizbajo me pasee por el espeso bosque repleto de caminos empedrados, por donde pasaban más de un grupo de personas a mi lado charlando a todo volumen, y justo cuando estaba por resignarme con la idea de encontrar a Haru, lo vislumbre a la distancia acostado en una de las tantas gradas de ese lugar de reunión a campo abierto donde de vez en cuando tanto el club de teatro como el de música hacia presentaciones improvisadas para divertir a los estudiantes. De inmediato con mi corazón acelerado en mi pecho, mis pies se movieron con más prisa, pasando entre las personas que obstruían mi camino, y casi con mis pulmones a punto de colapsar a falta de aire por la ajetreada carrera me detuve en lo alto de la gradería, apoyando mis manos en mis rodillas para tomar prolongadas respiraciones que me regresasen a la vida. El chico rubio varios escalones más abajo cubría su rostro de la espesa luz con uno de sus brazos, mientras intentaba dormir ajeno a mi presencia.
Baje lentamente escalón por escalón, hasta plantarme a su lado, lo detalle en silencio, debatiéndome si era buena idea despertarlo o no, porque de algún modo el maquiavélico Haru Reed se veía tan pulcramente celestial de esa manera, su cabello rubio brillaba en tonos dorados con la luz del sol, sus labios rosáceos entreabiertos me tentaban a tocarlos, y la claridad de su piel era casi perfecta, tanto que podía notar sus aun latentes heridas, y los rastros de sangre de la grave pelea, trate con todas mis fuerzas no hacer una estupidez como lanzarme a besarlo, así que lo único que se me ocurrió en ese momento fue tirarle encima la bolsa, y eso de sopetón lo trajo de regreso a la realidad.
— ¿Qué demonios? — gruño incorporándose con enojo, al verme allí con esa expresión de fastidio que me estaba forzando a poner, y sus manos al encontrarse con mi pequeño detalle quedo aún más desconcertado. — ¿Qué significa esto?
— Es para que te hagas curación, yo que sé…
— No lo necesito, puedes quedártelo, rarito. — escupió acompañado por esa cara de pocos amigos tan peculiar en él, mientras me tiraba el paquete con un profundo odio, tuve que hacer maromas para atrapar la bolsa y que esta no terminase cayendo hasta lo más alejado del suelo.
— ¿Te has dado cuenta de que te ves horrible? — refunfuñe tomando asiento junto a él sin pensármelo dos veces. — Déjame curarte, de lo contrario tu no harías nada por ti mismo, eres demasiado flojo, prefieres que las personas hagan todo por ti, además no quiero que se desperdicie el dinero que acabo de gastar.
— No es necesario que trates de ser mi enfermero, o algo así. — bufo poniendo sus ojos en blanco de inmediato, y con un disgusto demasiado notable en su semblante se apartó unos centímetros de mí. — Solo déjame en paz, vete por donde viniste, y ya está.
— Cállate de una buena vez, Haru. — farfulle con el ceño fruncido, dejándolo boqui abierto con mi brusca manera de cortarle sus quejas.
Con sus labios sellados me observo preparar el algodón con un poco de agua oxigenada para limpiar las heridas de cualquier clase de infección, inexpresivo se dejó hacer, por otro lado yo nervioso de pies a cabeza, fui aplicando en cada rincón de su rostro en donde Zaid había dejado tal lesión que se notaba tardaría varios días en sanar y era probable que si no se cuidaba adecuadamente más de una cicatriz le quedaría.
— Lamento lo que sucedió…
— Pues si no me golpeaba Zaid, era bastante probable que tú jamás lo harías, ¿no? — murmuro Haru sin siquiera molestarse en mirarme, sus ojos cafés vagaban por las copas de los árboles que se bamboleaban levemente con el gélido viento.
— Sabes que por muy enojado que este contigo, no puedo hacer algo así.
— Entonces, si sigues enamorado de mí. — concluyo en un largo suspiro cargado de pesadez, y al escucharlo mis manos detuvieron sus delicadas acciones. Con mi corazón acelerado en mi pecho intente hacer el algodón sucio a un lado, y rebuscar entre la bolsa lo siguiente que le aplicaría pero no lograba concentrarme en lo más mínimo.
— ¿Importa? — solté en un hilo de voz que creí por un instante que el más alto ignoraría.
— Es que no lo comprendo, Graves. — mascullo totalmente abatido, al sentir su exhausta mirada sobre mí, me quede hecho de piedra, era la primera vez que veía esa clase de expresión llena de congoja por parte de Haru, y a decir verdad no lo entendía en lo más mínimo, lo único que podía hacer era quedarme allí pasmado, sin si quiera un poco de aliento. — ¿Ya cuántos años has estado enamorado de mí? ¿Qué fue lo que hice para que me quisieras tanto? ¿Qué tan malo tengo que ser contigo para que me olvides?
— No te he afirmado que siga enamorado de ti o algo así, que me haya declarado cuando teníamos 14 años, y que me hicieras la vida cuadritos tras eso, no significa que aun te quiera, tal vez te aprecio por que a pesar de todo fuiste un gran amigo para mí, así que no espero que todavía sigas confundiendo las cosas entre nosotros; por ende, ya puedes detenerte. Fue suficiente con lo que paso en la preparatoria, no necesito que traigas el pasado a la universidad también, Haru. — dije sin un rastro de temblor en mi voz, sin embargo no había logrado mantenerle la mirada por mucho tiempo; dado que mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, que me esforzaba por no dejar derramar entre tanto las atropelladas palabras salían una a una. — Yo ya no te quiero, por lo tanto es mejor que te detengas, lamento demasiado haberte besado en esa ocasión, y lamento sinceramente haberme enamorado de ti.
— Estas mintiendo, cada vez que tratas de decir algo que en realidad no sientes, evitas mirar a las personas a los ojos. — cuchicheo tranquilamente, obligándome a levantar mi solida mirada de sopetón, esa que tenía clavada en mis manos, y al encontrarme con su vista tan penetrante sobre mi rostro fue inevitable que me ruborizara. — Tú sigues enamorado de mí.
— ¡Eso no es cierto!
— ¿Qué es lo que tanto te gusta de mí? — quiso saber con un latente interés que nunca antes había tenido en el tema, aquella pregunta al oírla escapar de sus labios me tomo por tanta sorpresa, que sentí mi cara enrojecerse en su máximo punto. Definitivamente, yo era un libro abierto, demasiado evidente en todos los aspectos.
— No lo sé. — admití encogiéndome de hombros un poco avergonzado. — Pero constantemente pensaba que era maravilloso que fueras la primera persona que se me acercara sin intenciones de hacerme daño, eras la primera persona que cuidaba tanto de mí, eras la primera persona que realmente sentía que me quería con sinceridad, pero al mismo tiempo eres quien más daño me ha hecho si te comparo con los que chicos que me molestaban en la primaria. — guarde silencio por unos eternos segundos, en los cuales Haru no apartaba sus ojos de mí, me detallaba de tal forma que me sentía realmente indefenso. Angustiado con esa forma tan extraña de comportarse del rubio, decidí ponerme en pie, dispuesto a escabullirme muy lejos de ese lugar. — Creo que debería irme…
No obstante, no había logrado ni siquiera dar un paso antes de que el firme agarre de Haru en mi brazo me hiciera detener con violencia. Su contacto me hizo estremecer cada rincón de mi cuerpo, y bastante vacilante me di la vuelta para encontrármelo cara a cara, este se había levantado de su puesto.
— Acepto tu disculpa, Graves. Sin embargo, no siento que yo deba disculparme, si tu tan solo te hubieras guardado tus sentimientos, si no te hubieras molestado en hacer esa estupidez cuando teníamos 14 años, yo no habría tenido que hacerte sufrir, y todos seguiríamos siendo amigos.
— No puedes echarme siempre la culpa solo a mí. Sé que me equivoque, pero Haru tú también tienes la culpa de que todo llegara hasta este punto, ¿Por qué simplemente no me rechazaste o ignoraste? ¿Por qué no simplemente te quedaste a mi lado como si nada hubiera sucedido? ¡Si me hubieras dado una maldita respuesta yo te habría entendido!
— ¡Porque no podía! — rugió echando chispas por los ojos, sentí su mano hacer más presión en donde aún me tenía sujeto, e intente con todas mis energías no concentrar toda mi atención en el dolor que me producía su contacto. — No podía seguir estando a tu lado, solo esperaba que haciendo todo esto, tú me superaras, pero solo siento que cada segundo te pegas más a mí, ¿Qué más tengo que hacer, Graves?
— ¡No lo sé, Haru! — grite enfurecido, con todas mis fuerzas me libere de sus garras, con las intenciones de marcharme, pero él fue mucho más rápido, me tomo de los hombros y me sacudió de tal manera que mis pensamientos terminaron revueltos en mi fuero interno.
— Haely Graves, tu no me gusta, jamás me vas a gustar, no importa que hagas para conquistarme, sabes que odio a los homosexuales, que no me van para nada los hombres, así que por favor, olvídate de mí, porque antes de enamorarme de ti prefiero comer insectos vivos, prefiero mil veces morirme, yo nunca te voy a querer del mismo modo en que tú lo haces, por lo tanto, ¿Por qué no te buscas a alguien más?
— ¡Ni siquiera te estoy pidiendo algo! ¡Ni te estoy diciendo absolutamente nada!
— No lo haces, pero la forma en que me miras, es perturbadora para mí, solo deseo que dejes de hacerlo, cada vez que te veo solo quiero golpearte hasta que apartes tú vista de mí.
— ¡Entonces, dejare de mirarte si eso es lo que tanto te preocupa! — chille forcejando con él para que me soltase, pero era imposible para mí, Haru siempre había sido mucho más fuerte que yo. El rubio al escucharme tan decidido, un aura de rabia incontrolable se apodero de él, sentí como me zarandeaba con más rudeza, al punto de percibir como mi blandengue cuerpo estaba a punto de caer por todo ese montón de escaleras que abajo me esperaban para brindarme más de una fractura en mis huesos, si en cualquier momento al más alto se le ocurría soltarme al vacío.
— ¡Quiero que dejes de estar enamorado de mí! ¡Quiero que buques a alguien más! ¡Quiero que tengas a tu lado alguien que no te haga daño! ¡Quiero que madures de una buena vez, Graves! ¡Quiero que te alejes de mí!
— ¡No estoy encima de ti! — brame propinándole un empujón que no lo movió ni un centímetro de su posición. — ¡Yo no soy el que anda fastidiando! ¡Yo no soy el que siempre esta haciendo bromas! ¡Yo no soy el que intento llamar tu atención con jugarretas de niños! ¡Yo tengo mi vida, y tú no eres parte de ella! ¡Y aun si quisieras volver a entrar, no te dejaría! ¡Yo ya no te quiero! ¡Nunca voy a volverte a querer! ¡Ni tampoco te volveré a hablar! ¡Ni a preocuparme por ti! ¡Ni a absolutamente a nada! ¡Yo voy a olvidarme de ti, Haru!
— ¿A si? — canturreo burlón, y estaba completamente seguro de que se contenía las ganas de romper a reír en mi presencia. — ¡Pues quiero ver como lo intentas tan arduamente!
Sus manos escurridizas se desplazaron hasta mi cintura dejándome de piedra, dejo escapar unas risitas llenas de mofa, y al verme así tan asombrado con sus acciones, aprovecho esa oportunidad para inclinar su rostro, dejando nuestros labios a una distancia tan corta que mis ojos ya comenzaban a salirse de sus orbitas. Me dedico una última mirada, de esas que solo contenían repulsión y asco de su parte, para acto seguido acortar la distancia que faltaba para darme un beso, sin embargo una voz demasiado familiar lo hico detenerse de inmediato, antes de que siquiera se hubiese acercado lo suficiente, pero no era necesario ya que había logrado con esas cosas tan sencillas dejarme totalmente perdido.
— Haru Reed Hawkins, necesitamos hablar. — sentencio una voz masculina a la distancia, ambos levantamos nuestra cabeza al tiempo, encontrándonos con aquel chico de la discoteca, el amigo del famosísimo Jhin estaba allí plantado fresco como una lechuga esperando a que el susodicho se dignase a aproximarse a él.
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