Por fin después de tanta espera había llegado el día de mi marcha del hospital.
Lo había estado esperando con ansias. Realmente tenía muchas ganas de volver a casa y poner mis asuntos en orden. De hecho tenía que arreglar muchas cosas. Aunque claro, algunas iban a ser bastante más fáciles de solventar que otras.
Había sido una larga semana en la que, por desgracia, no había tenido más remedio que soportar a Ryu todo el tiempo. Era un maldito pesado. Si no me estaba haciendo rabiar de vez en cuando no se quedaba tranquilo. Y para colmo le había cogido gusto a eso de llamarme "babyface". Se le notaba a la legua que le encantaba meterse conmigo. Solo con ver esa sonrisilla que ponía y que tanto detestaba... dios... pero por qué me había tenido que tocar un tipo tan molesto.
Esa misma mañana había aparecido en la habitación con ropa nueva que quién sabe de donde habría sacado, con ropa para mí. No tenía ni idea de cómo se las ingeniaría para conseguir esas cosas. Solo esperaba que no me fuera a meter en más líos.
El caso es que había aparecido con ello y una bolsa de pasteles. Este tío comía dulce a casi todas horas alegando que "habrá que endulzar un poco la vida". Venía con una sonrisa en los labios y una buena noticia. Había estado espiando al doctor en su despacho y se había enterado de que hoy seguramente me darían el alta. Al principio no le creí pero no pasó mucho tiempo hasta que el doctor apareció por allí y las palabras de Ryu se confirmaron. Me dieron el alta, me puse aquella ropa que Ryu me había traído, ya que la mía estaba llena de sangre, comimos en la cafetería y nos marchamos al fin de allí.
Íbamos de camino a casa cuando vi una silueta a través del escaparate de una de las tiendas, una silueta que reconocí de inmediato.
Se trataba de una joven de bonitos cabellos rubios ondulados y ojos color avellana. No era especialmente alta pero aquella cara tan dulce y amable hacía que un sonrojo se subiera a mis mejillas solo de verla. Todo el mundo la conocía como Hazel pero para mí era Lyra, la dulce y encantadora Lyra.
Lyra era mi compañera de trabajo. Ambos trabajábamos en un pequeño restaurante, o al menos lo hacíamos hasta que a mí se me ocurrió la estúpida idea de unirme a una banda. Lyra para mí era alguien especial. Era una persona maravillosa y siempre estaba ahí cuando la necesitaba. Además de trabajar en el restaurante también estudiaba filología en la universidad. Sin embargo, lo que realmente la gustaba más que nada en el mundo era la música.
Hazel era su nombre artístico. No era excesivamente conocida todavía, pero cada vez estaba ganando más y más fans. Era una bailarina increíble y aún mejor cantante. Llevaba el don de la música en la sangre. Cuando actuaba se ponía el pelo rosa y llevaba ropa un tanto más llamativa y curiosa de la que acostumbraba a ponerse habitualmente. De hecho se trataba de llamar la atención asi que los volantes y el color nunca estaban de más en ese ámbito. Si no fuera porque la conocía de sobra, pensaría que realmente era una especie de idol extranjera.
Hazel y Lyra eran ciertamente dos personalidades diferentes. Cuando podía disfrutar de la calma de ser una chica normal era mucho más tranquila. Pero aquella mirada tan dulce y amable la tenía siempre.
Soñaba despierto cuando Ryu me pasó la mano por delante de los ojos para que volviera a la tierra.
-Eh Luca. Estás embobadito perdido mirando a esa chica. Regresa a la tierra... eh... ¿hola? Tierra llamando a Luca. Contesta bobo enamorado.
Noté que me daba algunos golpecitos en la cabeza asi que la agité un poco para volver en mí.
Creo que había pasado demasiado tiempo mirando a Lyra. ¿Me habría visto? Esperaba que no. De ser así no sabría qué decirle. Ya llevaba un tiempo sin hablar con ella, y más aun sin siquiera pasarme por el restaurante.
-Vaya vaya. –sonreía Ryu pícaro. Esa sonrisilla no auguraba nada bueno. –Asi que esa chica tan linda es tu punto débil. Me pregunto cómo será para tenerte tan atolondrado.
Ya solo me faltaba que pudiera meterse también entre mi relación con Lyra. No, ni hablar. Seguro que llegaría a estropearlo todo. No dejaría que eso pasara, no podía dejar que eso sucediera.
Iba a contestarle pero no me dio tiempo ya que volvió a hablar.
-Eh... yo que tú me daría media vuelta. Esa chica viene hacia aquí.
-¿Qué?
Sorprendido me giré y efectivamente era cierto. Lyra salía de la tienda justo en dirección hacia donde yo estaba.
Mierda, me había visto. Y no solo eso sino que venía hacia aquí. Y no solo eso sino que estaba Ryu también. ¿Cómo iba a explicar la presencia de Ryu? Dios... no hacían más que surgirme problemas. Menuda mala suerte. Esto era desesperante, Ryu era desesperante.
-Agh maldita sea. ¿Y ahora qué hago?
-Bueno... puedes hablar con ella o salir corriendo. Cualquiera de las opciones es viable. –y lo decía tan tranquilo.
-Pero estás TÚ aquí. –recalcaba el "tú" a ver si se daba por aludido de una buena vez y entendía la situación. -Te ha visto. Dios...
-Tranquilo. No me ha visto.
-uh? –ahora sí que no entendía nada.
-Recuerda que tengo la habilidad de aparecer y desaparecer a mi antojo de la vista de los humanos.
Cierto. No me acordaba de eso. Al menos esa habilidad molesta iba a servir para algo bueno en esta ocasión.
-Entonces largo, esfúmate. –le hacía el gesto con las manos para que se fuera, sonrojado y nervioso.
No quería que me escuchase hablar con Lyra. Si bien era cierto que ahora estábamos unidos por el contrato, pero eso no le daba para nada el derecho de inmiscuirse en mi vida privada. Además que no, no tenía por qué saber esas cosas. Eran MIS asuntos, no los suyos.
-Bueno bueno ya me voy. –al fin se daba por aludido, ya era hora. -Hay que ver... -resopló y se marchó de una vez.
Poco después se acercó Lyra.
Estaba hecho un manojo de nervios. Solo esperaba tener buen aspecto. No quería que me viera hecho un adefesio. Ella era tan linda y tan hermosa...
-Buenos días Luca. Tienes buen aspecto. Me alegra verte bien –su voz era tan dulce y melodiosa como la recordaba y sonreía con aquella aura cautivadora y aquellos dientes perlados...
Era hermosa, realmente bella. Demasiado perfecta para un don nadie como yo. Y es que sí, estaba colado por ella, pero nunca me atrevía a decírselo. Seguramente me consideraría tan solo un amigo y no tenía ganas de terminar siendo friendzoneado.
-B-buenos días Lyra. –las palabras brotaban algo titubeantes de mi boca debido a lo nervioso que estaba. –También me alegro de verte bien. Hace mucho que no nos encontrábamos.
-Bastante tiempo. Dejaste de ir al restaurante y como tampoco contestabas mis mensajes estaba preocupada.- ¿De verdad estaba tan preocupada por mí? Aquellas palabras no podían hacerme más feliz.
-Bueno... digamos que han surgido contratiempos, pero ya todo está bien. Pronto volveré al trabajo sin problema.
De nuevo sonreía. Dios cada vez que lo hacía era como si saliera el sol una y otra vez.
-Me alegra oír eso. Se lo comentaré a mi padre en cuanto llegue a casa.
Ok, pequeño detalle que olvidé mencionar. El restaurante era de su familia asi que su padre era mi jefe. Y la verdad es que ese hombre no era malo, pero como jefe era estricto y acojonaba bastante.
-S-sí. Me parece buena idea. –tampoco tenía opción de todas formas.
-Entonces te llamo cuando se lo diga. Perdona por dejarte tan de repente pero me tengo que ir. He quedado con unas amigas y ya voy a llegar tarde. –reía un poco. Tenía una risa tan preciosa.
Al escucharla tragué saliva, tratando de calmarme.
-C-claro. Esperaré tu llamada. Perdona por entretenerte.
-No te preocupes. Además me alegra haber hablado contigo. Bueno me marcho ya. Que tengas un buen día Luca.
Y salió corriendo mientras yo me quedaba despidiéndola como un pelele. Encima se la levantaba la faldita dejando ver aquellas bonitas piernas... Dios... era demasiado perfecta.
-Vaya... Sí que tiene buenos atributos la niña.
Escuché una voz a mi lado y al girar la cabeza me topé con Ryu, reaccionando con retraso.
-¡Agh Ryu! ¿Qué haces ahí? Te dije que te fueras idiota.
-Y lo hice. Pero acabo de volver. –se frotaba el mentón pensativo. –Es una chica muy linda... -entonces volvió aquella sonrisilla. Ay madre... -No tendría ningún problema en convertirla en mi novia.
Oh no. Eso sí que no. Ni en sueños. De ninguna manera. Lyra no podría estar con un tipo como él.
-Sigue soñando idiota. Nunca estaría con un tipejo como tú. Además ni siquiera estás vivo.
-¡Eh!–parecía que eso le había molestado. -Que no sea humano no quiere decir que no esté vivo. Además... a sus ojos sí que lo estoy~ -recalcó con retintín.
-HE DICHO QUE NO.
Y empezó a reírse. Otra vez había caído en sus provocaciones. Pero como podía ser tan ingenuo... si ya había tenido que aguantarle una semana debería haberme acostumbrado a cosas como esta, ¿no?
-Ryu, ya déjate de bromitas. No tiene ninguna gracia.
-Para mí sí.
Resoplé molesto y le solté una colleja para que se callara.
-Venga, sigamos nuestro camino y ya vale de tonterías. Dios en serio, eres peor que un niño.
Pero él se limitaba a frotarse el golpe con lágrimas de cocodrilo.
-Que poco me quieres Luca. Que mal me tratas. Encima de que estoy obligado a quedarme contigo.
-Pues no te quedes, pesado. Y a mí que me cuentas.
-Tengo que hacerlo. –dejó de hacer el tonto para estirarse un poco. –Forma parte del contrato. Estoy obligado a vigilarte.
A veces estaba hasta las narices del dichoso contrato. No había forma humana de quitármelo de encima. Pues si las cosas iban a ser así, al menos debería respetar algunos puntos.
-Pues vale. Vigilame cuanto quieras pero no te metas en mis asuntos, ¿entendido?
-Sí mi capitán. –decía haciendo el gesto. Estaba loco, pero loco de remate.
Me limité a suspirar sin hacerle mucho caso y comencé a caminar en dirección al apartamento, mientras él caminaba a mi lado.
El trayecto transcurrió más o menos tranquilo, o mejor dicho, todo lo tranquilo que se podía teniendo en cuenta que Ryu de vez en cuando hacía alguna tontería, pero sobretodo iba examinando a todas y cada una de las chicas que pasaban. Menudo mujeriego empedernido.
Como no paraba de hacerlo al final tuve que saltar. ¿Es que a los ángeles no les enseñaban educación o directamente me había tocado a mí la excepción de la regla?
-¿Quieres dejar de mirarles el culo a todas?
Se tomó su tiempo para contestarme, cosa que no hizo hasta que la chica a la que observaba desapareció por fin de su vista.
-¿Por? No hay ninguna ley que me lo prohíba.
-¿Y si una se gira y te pilla? –esperaba que algo así no pasara. Sería demasiado vergonzoso.
-Fácil. –pero él seguía con aquella tranquilidad que me escamaba. -Me volveré invisible.
Me costó un poco pillarlo. ¿Volverse invisible? ¿Para que me toque a mí arreglar su problema? Será capullo. Y no lo iba a hacer, bajo ningún concepto. Bastantes problemas me generaba ya.
-EH eso significaría que yo me comería el marrón, idiota.
-Lo sé. –reía observando a otra chica pasar por nuestro lado y adelantarse algunos pasos. El tío no se cortaba un pelo. No tenía vergüenza alguna, y mientras yo sí que me estaba muriendo de vergüenza con estas situaciones. –Sería divertido de ver. Quizás podamos probar...
Noté que iba a llamarla y le tapé la boca. Por desgracia era más alto que yo y tenía que ponerme un poco de puntillas. En cuestión de unos segundos ya me volvía a ver envuelto en otra situación incómoda, y en mitad de la calle. Este tipo era realmente insufrible. Me ponía en el disparador. Porque estábamos en medio de la calle que si no le soltaba un puñetazo.
-En serio. Ya vale de tonterías. Solo quiero ir a mi casa a estar tranquilo ya de una buena vez y comenzar a poner mis asuntos en regla. Asi que estas bromitas tuyas se van a acabar porque por tu culpa no hago más que pasar vergüenza y dar explicaciones.
Sin embargo Ryu apuntaba al otro lado de la calle con el dedo. Allí unas chicas de unos 15 años cuchicheaban viéndonos. Un momento... es que... acaso...?
-AGH DIOS NO. –lo solté de inmediato viendo como las chicas reían por lo bajo y los cuchicheos entre ellas se intensificaban.
Ryu rió al ver mi reacción y se acercó a susurrarme algo al oído.
-Creo que te acaban de tomar por gay. –decía tan tranquilo.
Entonces le agarré de la cazadora y comencé a zarandearlo, furioso.
-DIOS TE MATO. YO TE MATO.
Pero eso solo despertó más cuchicheos y risitas de las chicas. Ya lo que me faltaba, que me tomaran por gay. O peor, que me tomaran por la pareja de un tipo tan idiota, molesto y cargante como Ryu. Aunque hubiera sido gay jamás me habría fijado en alguien como él. Pero yo no era gay ni nunca lo sería. En mi corazón solo había sitio para una persona, y esa persona era Lyra. Punto.
-Vale vale. –me frenó en seco, agarrándome de las muñecas. Su expresión había vuelto a cambiar a una más seria. –Ya basta Luca. No es mi culpa que esas chicas piensen esas cosas. Simplemente ignóralas o sino seguirán echando más leña al fuego. –me miraba con aquellos brillantes ojos dorados.
Entonces suspiré tratando de calmarme y poco después noté como me soltaba.
-Está bien. Solo... quiero irme a casa. Estoy cansado de todo esto. –desviaba la mirada tratando de evitar el contacto visual y ponerme más nervioso. Tan solo quería llegar a casa y estar tranquilo de una buena vez. Aunque no estaba muy seguro de si eso sería posible con Ryu. Tan solo esperaba que se comportase.
Entonces vi que sonreía un poco y me agarraba la mano para tirar de mí.
-Ven anda.
Entonces comenzó a correr para arrastrarme hasta un callejón. ¿Qué demonios pretendía?
-Ahora nos teletransportaremos a tu casa. Solo necesito que pienses donde está.
-¿Eh? –me quedé pillado. ¿De un momento a otro me soltaba algo así?
-PODÍAS TELETRANSPORTARTE Y ME LO DICES AHORA.
Se metió el dedo en el oído tras mi grito, tan pancho como siempre. En serio, es que el tipo era imperturbable.
-No es mi culpa, es que no preguntaste.
-AGH. Dios eres insufrible.
Quería golpearlo pero me contenía como podía. No le soportaba, en serio era superior a mis fuerzas. Toda mi paciencia se esfumaba con él.
-Bueno bueno. –me agarró las manos y una especie de energía azulada comenzó a rodearnos. –Tú solo cierra los ojos y piensa en tu casa. Yo me encargaré del resto.
Respiré profundamente para calmarme y cerré los ojos, comenzando a pensar en mi apartamento, tal y como Ryu me había dicho. Apenas lo visualizaba cuando un agradable calor invadió mi cuerpo durante algunos segundos... para luego disiparse.

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