Aquel agradable calor invadió mi cuerpo y cuando abrí los ojos... no podía creer lo que veía.
Ante mí se alzaba un inmenso prado de hierba y flores con algunos árboles en su mayoría dispersos y un bosque cercano. Podía escuchar a los grillos cantar en la laguna de aguas claras que había al lado de donde habíamos aparecido... La luz de la luna lo bañaba todo con su tenue luz. Pero... lo más increíble de todo estaba encima de mí.
Un interminable cielo estrellado lo cubría todo como un manto de pequeños y titilantes diamantes. Incluso podía ver la Vía Láctea surcando el cielo. Era lo más hermoso que podría llegar a contemplar jamás.
Y todo aquello se lo debía a Ryu.
Lo vi a mi lado, aún con el telescopio en la mano, sonriente. Era un maldito idiota... pero tenía que admitirlo: aquello era lo más bonito que nadie jamás hubiera hecho por mí.
-G-gracias Ryu.
Casi me atraganto con las palabras de la vergüenza. Pero enseguida aquella sonrisilla tan característica suya afloró de nuevo.
-¿Que dijiste? No te escuché bien... -se acercaba como queriendo escucharlo mejor.
Me limité a apartarlo poniendo la mano en su cara y resoplando un poco.
-Sigue soñando fantasma. No pienso repetirlo.
Decidí guardarme para mí aquella sonrisa que me provocó ver que volvía a ser el mismo petardo de siempre. En la vida hubiera pensado que me alegraría de eso, pero es que Ryu sin ser Ryu no era lo mismo, aunque fuera un idiota.
Dejé el telescopio en el suelo y me tumbé en la hierba, invitándole a que hiciera lo mismo. El cielo era tan hermoso que no me apetecía usar el telescopio. Al menos esa noche quería disfrutarlo sin más.
Ryu me hizo caso y se tumbó en el suelo también.
Todo estaba sumido en una imperturbable calma. Entonces observé bien todas aquellas estrellas y comencé a señalar algunas de las constelaciones para explicarle. Él me escuchaba con atención en cada una de aquellas explicaciones que parecían no aburrirle ni lo más mínimo. Al menos ahora sabía que por lo menos a alguien le parecían interesantes todas esas fricadas mías.
-Y mira. ¿Ves esa mancha que surca el cielo? Es la Vía Láctea, la galaxia en la que vivimos.
Después de todas las aclaraciones se hizo el silencio. Ni siquiera sabía qué hora sería ya pero no me importaba. Llevaba demasiado tiempo sin encontrarme tan a gusto. Allí no había temores ni preocupaciones, tan solo una paz indescriptible...
Pasó un rato hasta que Ryu decidió hablar.
-Pero Luca... ¿no te sientes pequeño sabiendo todo eso?
-Sí. –contesté sincero. –me siento muy muy pequeño. De hecho somos como pequeñas motas de polvo en mitad de la infinidad del espacio. –me llevé la mano inconscientemente al pecho, justo al lugar donde se encontraba aquella marca. –Pero ya no me siento como antes. Desde... bueno... desde que morí creo que comienzo a entender muchas cosas que antes ni me paraba a tratar de comprender. Aunque sigo teniendo muchas dudas. Pero supongo que solo me queda creer, ¿no? Tú mismo lo dijiste.
-Que no lo veas no significa que no exista. –saltamos los dos al unísono, mirándonos y riendo después. Vaya par de idiotas.
Ryu se estiró un poco y volvió a su posición, con las manos bajo la nuca.
-Al final no hemos cenado. -Tenía razón. Al final se nos había olvidado hasta cenar. Pero es que allí se estaba tan a gusto... -¿Qué hora crees que es? –preguntó poco después de volver a acomodarse.
-Ni idea. ¿Tú qué hora crees?
-Pffff ni idea. Además mi percepción del tiempo y la tuya son muy diferentes.
-Cierto. –ya era hora de saltar con algo. -Sobretodo porque te pasas siglos en el baño arreglándote.
-¡Eh! –se incorporó para mirarme. -Que no sea humano no quiere decir que no me guste verme bien. Es una cuestión de autoestima.
-Fantasma.
-Serás...
Vi cómo se acercaba más, sonriendo con malicia y se disponía a... ¿a hacerme cosquillas? Dios no, tenía muchas cosquillas. No iba a lograr controlar mi risa.
-RY... -trataba de hablar pero solo podía reírme sin parar. –Para idiot... -y por más que lo intentaba solo reía y reía.
-Conque fantasma eh... te vas a enterar babyface.
Quería insultarle por llamarme así, pero no me salían las palabras No podía parar de reír. Ese maldito idiota... Se iba a enterar. Mira que hacerme cosquillas y encima a traición...
Pero de repente un sonido terminó con todo. Era mi móvil. Acababa de recibir un nuevo mensaje.
Ryu se detuvo y se apartó, observando confuso como me incorporaba para comprobar el contenido.
Al verlo quedé petrificado, y él pudo notarlo.
-Luca... ¿estás bien? ¿Pasa algo malo?
No sabía ni qué responder a eso. El mensaje era de mi jefe, pero no del padre de Lyra, sino de mi otro jefe, ese de cuyo yugo quería librarme.
No estaba seguro de si Ryu lo había llegado a leer pero ya sabía yo que no podían estar pasándome tantas cosas buenas sin haber alguna mala. Encima para colmo tenía que formalizar mi salida de la banda si quería continuar con mi vida.
No sabía qué iba a hacer ni cómo iba a hacerlo. Tampoco quería implicar a nadie en mis asuntos. Todo era demasiado complejo. Al final por mucho que tratara de escapar de los problemas siempre terminaban por encontrarme hiciera lo que hiciese. Estaba confuso, perdido, en mi cabeza se agolpaban multitud de pensamientos...
Lo único de lo que tenía certeza era que ahora sí que se podría complicar todo de verdad...
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