- Por la Madre Tierra, ¿dónde se ha metido esta chica?
Me digo en voz alta mientras veo el cielo nocturno por la ventana de la cocina. Hacía rato que había terminado todas mis tareas y desde entonces he estado todo el rato pensando en ella. No suele volver tan tarde y no había mencionado que fuese a hacer algo a estas horas. Empiezo a pasear por la casa para comprobar si me había dejado algo por hacer. Al cabo de unos minutos me paro delante de un espejo situado en el salón y contemplo mi reflejo. La imagen que veo es la de una musculosa orca de avanzada edad, poseedora de una altura muy superior a la usual en su especie, cubierta de tatuajes de guerra, con el pelo negro y blanco recogido en una trenza, unos cortos colmillos sobresaliendo de entre los labios, piel de un suave color verde y ojos de distintos colores, uno naranja y el otro azul. Mi mente inmediatamente viaja a los días de mi juventud, cuando participé en la guerra provocada por aquél hijo de puta demente que era el abuelo de Urenio, la Guerra de los Dragones. Los cruentos recuerdos del comienzo de mis días como luchadora por la libertad atacan mi cerebro. La sangre de mis compañeros, mezclada con la de mis enemigos, estaba por todo mi cuerpo mientras me abría paso a sus filas a base de descomunales mandobles y pura fuerza bruta. La destrucción causada por los macabros combates y toda la muerte. Después de la guerra no habían muchas opciones: o trabajabas como mano de obra o sirviente, o eras apresado o incluso ejecutado, así que el Imperio no es precisamente conocido por su benevolencia. Al menos gracias a trabajar aquí pude conocer a dos personas muy especiales. Tras terminar con mis reflexiones oigo como la puerta se abre y alguien entra.
- Llegas muy tarde, señorita.
Me dirijo a la entrada, donde está la mujer a la que consideraba una hija mía, Volmia Septrio. Se la ve tremendamente seria y con la mente ocupada. Tras haberla visto crecer sé que trama algo. Algo tremendamente peligroso.
- Volmia.
Intento captar su atención.
- Me tuve que quedar un rato más en el trabajo, Nalda.
Me dice tras espabilarse, con voz cansada.
- Te conozco como si hubiese sido yo la que te trajo a este mundo. ¿Qué es lo que planeas hacer?
- Nada.
- Vas a tener que hacerlo mejor.
Tras estas palabras, Volmia suelta un largo suspiro de frustración. Sabe que no voy a aceptar un no por respuesta.
- Está bien, está bien. Mira que eres cabezota.
Se resigna y empieza a contarme su plan para salvar a su hermano Tantalius, como su amiga del pelo raro, Rohea, le ayudó a conseguir todo lo que necesitaba, y de qué forma va a evitar que se produzca la ejecución. Tras terminar de escuchar su historia, me siento tremendamente orgullosa de ella, pero la preocupación me inunda y los huecos presentes en ese plan nublado por las emociones no me ayudan.
- ¿Y después de eso que piensas hacer?
- No había llegado a pensar en eso. Supongo que sobrevivir como podamos.
Responde con la mirada fija en el suelo.
- ¿Y qué demonios vas a hacer si os topáis con una patrulla? ¿Y si alguno de los dos acaba herido? Por no mencionar que no tienes ni idea de cómo sobrevivir en la naturaleza.
- ¡Joder Nalda, me importa todo una mierda! ¡Lo único que quiero es salvar a mi jodido hermano!
Empieza a llorar en desesperación mientras habla. Yo, por mi parte, respiro y me aclaro la mente.
- He oído que un grupo de rebeldes ha montado un campamento en el bosque de Orinia. Tal vez os ayuden al convertiros en fugitivos.
- Muchas gracias.
- Si de verdad me estás agradecida ten cuidado y sal de aquí con tu hermano. Los dos de una pieza.
Dicho esto, nos abrazamos durante un largo rato. El tiempo parece detenerse. Ambas sabemos que, a partir de mañana, todo va a cambiar, y puede que esta sea la última vez que nos veamos.
- Por favor, cuida de mis padres.
Sus palabras están acompañadas de ríos de agua que brota de sus ojos.
- No te preocupes de eso, tu tío y yo ya nos encargamos de ellos.
Tras esto, nos separamos, pero mantengo mis manos en sus hombros y la miro directamente a esos ojos forjados en una llama imperecedera, sabiendo que va a lograr aquello que se ha propuesto.
- Vete a descansar, que mañana vas a necesitar toda la energía que puedas conseguir.
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