-Ey… oye… despierta…
Leithan entreabrió los ojos escuchando tenues voces que lo llamaban mientras una mano cálida lo zarandeaba suavemente, agarrándolo del hombro.
Los párpados le pesaban como piedras, la habitación le daba vueltas. Veía borroso y se sentía extraño, como si acabara de salir de un largo programa de centrifugado. Ya estaba a punto de volver a caer en la inconsciencia… cuando el chico lo incorporó y un quejido brotó de sus labios, dolorido y agotado.
-Lo siento pero necesito que me ayudes. Yo solo no puedo contigo. Mantén la consciencia solo un rato más por favor. Te prometo que después te dejaré dormir.
Leithan apenas podía distinguir los rasgos de su salvador. Había perdido demasiada sangre, sentía su cuerpo pesado, como si fuera de plomo. Sin embargo aunó fuerzas como pudo y se levantó con ayuda del moreno.
Alis simplemente lo sujetó bien, pasando el brazo del mayor por su hombro y agarrándolo de la cintura, pegándolo a su cuerpo para cargar un poco su peso. Sabía que lo que le estaba pidiendo era un gran esfuerzo pero parecía que al menos el pelirrojo lo estaba intentando.
-¿Puedes caminar?
Leithan asintió un poco y ambos prosiguieron su marcha.
En esos momentos Alis se alegraba de vivir a escasos minutos de la facultad. Pronto estarían en casa y el chico podría descansar, porque desde luego debía estar haciendo un esfuerzo titánico para mantenerse en pie a pesar de las heridas y la sangre perdida.
Marcharon poco a poco, mientras el moreno le echaba un ojo de vez en cuando.
El mayor se veía casi tan pálido como un cadáver y unas importantes ojeras marcaban sus ojos. Desde luego buena cara no tenía. Seguramente lo estaba pasando mal, seguramente le dolería pese a los analgésicos, pero no se quejaba ni decía nada sino que tan solo concentraba sus esfuerzos en tratar de aguantar hasta que llegaran al apartamento.
Y aunque fuese con paso lento, poco a poco, paso a paso, fueron avanzando. Por suerte a esas horas estarían todos cenando o acabando de cenar y nadie los vería llegar. En esos momentos Alis se alegraba de haberse quedado en el laboratorio hasta tan tarde.
…
Pasado un rato llegaron por fin a la puerta de casa. Habían tenido que usar el ascensor pese a que Alis siempre prefería subir y bajar por las escaleras para hacer ejercicio. Pero esta era sin lugar a dudas una emergencia. No iba a hacer a Leithan subir los 5 pisos a pie ni mucho menos.
Rebuscó en su bandolera para encontrar las llaves de casa y abrir la puerta con cuidado, notando como el peso de su compañero sobre su hombro era cada vez mayor al comenzar a sucumbir poco a poco. Estaba más que claro que el pelirrojo ya no podía más.
Al darse cuenta Alis entró rápidamente, cerró la puerta con una patada y marchó a la habitación, sujetando bien al mayor que a cada segundo parecía más un peso muerto.
Para cuando Leithan cayó sobre la cama ya estaba a punto de perder la consciencia, al borde del colapso. El moreno se encargó de acostarlo con cuidado y lo tapó bien, observando como al pelirrojo se le cerraban los ojos de puro agotamiento.
Quería haberle preguntado su nombre, de donde venía, cómo había acabado tan herido… pero esperaría a cuando se despertara. Después de todo se merecía un buen descanso. Por el momento lo mejor sería dejarlo dormir tranquilo y marchar a hacer algo de cena… Y a por más café ya que tendría que encargarse de vigilar sus heridas.
Solo de pensarlo un fuerte resoplido de desgana escapó de sus labios. Otra noche en vela le estaba esperando, y a ese paso iba a batir un record de consumo de cafeína con el que seguro que Mike se dedicaría a torturarlo durante mucho mucho tiempo.
Se hizo algo rápido de cena y tomó asiento junto a la cama en su silla de escritorio tratando de no darle demasiadas vueltas.
Aquella iba a ser una noche muy pero que muy larga…
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