El viaje fue movido, pero como había previsto el piloto habían llegado a las once de la mañana, hora española. Era un lunes. A la salida del aeropuerto había una mujer con un cartel en el que ponía: “Niel”, él se acercó y al oído dijo: “No soy Niel, pero te traigo recuerdos de su parte”. Ella era su contacto para este trabajo. Era morena, de tez clara y con ojos marrones, boca pequeña y nariz respingona. Llevaba un elegante traje azul marino. Aparentaba ser una mujer de negocios. Su nombre en clave era Rose, el de Lorenzo según ella era Gun.
Entonces subieron a su coche y, mientras el chófer los conducía al hotel, Rose le enseñó fotos del objetivo y una serie de notas tomadas por un informador de la zona. Estaba bien informada del currículum de Lorenzo, Niel hacia un buen trabajo promocionándole.
En la entrada del hotel, había tres personas esperando. Lorenzo las reconoció. A la derecha estaba Gaspar Dupon, famoso por sus disfraces capaces de engañar a cualquiera. En el medio Izaskun Urrutia, más conocida como La Vasca, la mejor informadora de toda la península Ibérica y tal vez de toda Europa, todo cotilleo, rumor o secreto en las altas y las bajas esferas acaba pasando por sus oídos. Y finalmente Dimitri Troshctxenko, también conocido en el mundillo de Lorenzo como MadRossii, un excelente conductor capaz de escapar de grandes persecuciones como había demostrado una vez en Londres donde se zafó de treinta y dos coches de policía escondiéndose en diferentes callejones y finalmente conduciendo en dirección contraria y sin chocar alrededor de 20 kilómetros.
Rose los acompañó hasta la séptima planta, con una vieja llave abrió la puerta número 714 y les invitó a entrar. Era una habitación enorme, con unas perfectas vistas de Barcelona. Tenía una maciza mesa de madera en el centro con tallados marítimos, a su alrededor a juego había seis sillas y unas carpetas cerradas de color amarillo con el nombre Operación Vinilo estampado. Al lado de la entrada una puerta que conducía a un pasillo con tres habitaciones y un lavabo. Lorenzo se acercó a la ventana, a mano izquierda se podía ver la sagrada familia a lo lejos y a mano derecha el mar. A unos cien metros, había un edificio de oficinas separado por una transitada calle llena de bullicio, coches y un único paso de cebra.
Rose les invitó a sentarse en la mesa y acordaron todos hablar en el mismo idioma, español. Esa era una de las ventajas de viajar tanto, que aprendías más idiomas que encerrado en un aula, pensó Lorenzo. Abrieron sus sobres y en el interior encontraron fotos del objetivo y sus guardaespaldas más comunes además de las llaves de sus habitaciones. Entonces empezó Rose a explicar detalladamente el plan a los presentes.
Era sencillo, el lunes de la semana siguiente Josep Liñán, el objetivo al que llamarían en clave Vinilo, tenía una importante reunión en un edificio de su empresa bancaria que estaba situado ante el hotel. Durante la semana tenían que estudiar el edificio de arriba a abajo, ese era el trabajo de Gaspar, nombre en clave Axl, tenía que secuestrar o sacar de la escena a un empleado y suplantarlo. Izaskun, nombre en clave Dizzy, se encargaba de conocer todos los detalles posibles sobre la reunión, si Vinilo tendría escoltas etc… Dimitri, nombre en clave Slash, era el encargado de que si algo salía mal, pudiesen huir sin ser capturados. Finalmente Lorenzo o en este trabajo Gun, se tendría que infiltrar en el edificio sin ser visto por ninguna cámara, asesinar mediante el veneno a Vinilo y desaparecer. La señal para empezar el plan sería una llamada de Rose, cuyo nombre real era desconocido para los otros cuatro en la que sonaría Sweet child of mine si era una orden afirmativa o Knocking on heaven’s door si se suspendía el plan.
Todo estaba relacionado con el mítico grupo Guns N’ Roses. Eso le recordó a su infancia, con solo siete años su padre le enseñó uno de sus bienes más preciados, un viejo vinilo de este grupo, el álbum Appetite for Destructionde 1987 con la tapa firmada por el grupo original entero. Recordó aquellas interminables pero agradables tardes escuchando el disco sin cansarse y no pudo evitar soltar una lagrima que fue imperceptible para sus compañeros.
Para ser invisible a las cámaras, pediría a Niel que las desactivara o que borrara la parte en la que él aparece y la substituyera, como hacia normalmente, por una idéntica a antes de que él pasara. Para un genio como él no supondría ningún problema. Pero interiormente dudó que ese plan fuera el definitivo, su trabajo siempre está regido por muchas variables y el plan estaba elaborado de una manera muy compleja, aunque no se quejó, sabia adaptarse para sobrevivir. Por otro lado lo de la llamada ya sabía que no se utilizaría al final, todo parecía planeado por una persona inexperta, aun así Lorenzo callo.
En el trabajo de Lorenzo, era necesario parecer alguien mediocre, que no destaque y sea como una sombra en medio del bosque o como una gota de lluvia en medio del mar. Ser indetectable. La única manera que se podía contratar sus servicios era a través del boca a boca y contactando con Niel.
Otro asunto importante en el oficio era tener un código con unos límites definidos. Cada sicario se imponía el código propio. En el caso de Lorenzo, por ejemplo, no hacia trabajos a menores de edad ni adolescentes puesto que un joven de 20 o 21 años puede ser todo lo hijo de puta que quiera, pero aun no es una persona formada y no ha hecho el daño suficiente. Tampoco mataba a gente inocente, ni por encargo ni si eran un obstáculo. En sus muchos años solo un inocente probó una bala suya, era un policía que lo tenía contra las cuerdas, en un descuido del policía tratando de pedir refuerzos, le disparó en el pie y salió corriendo del lugar.
El trabajo consiste en un noventa por ciento de investigación y planear el homicidio, un cinco por ciento de acción y otro cinco por ciento de precaución. Pocos trabajos acababan mal, pero incluso en aquellos que el plan se torcía acababan solucionados, el sicario experto es capaz de esperar el tiempo que sea necesario hasta ver el momento de actuar. Da igual el clima, da igual la situación y da igual la persona.
Aunque parezca mentira los sicarios sí tienen remordimientos y sentimientos, no son psicópatas, no todos como mínimo. A su manera son racionales y actúan con un objetivo. Algo que molestaba a Lorenzo mucho era la confusión entre en asesino profesional y un idiota que mataba a alguien por despecho, odio o simple locura transitoria. Él era un artista en lo suyo, un profesional, siempre que siguiera sus dos normas estaba seguro de lo que hacía, era simple, solo matar a criminales y corruptos.
Tampoco son inmunes al miedo, puesto que aunque aprenden a controlarlo, este les impulsa a mejorar y a ser cada vez más invisibles. Además de mantenerles alerta en todo momento.
Con el plan en mente y pensando como mataría al objetivo, Lorenzo salió de la habitación. El pasillo largo tenía varias habitaciones numeradas. La suya, de Dimitri y de Gaspar era la 713, un curioso número que se tendía a omitir en hospitales y hoteles por su relación con la mala suerte. Izaskun y Rose estaban en la 714. Ambas habitaciones estaban comunicadas por una puerta interior que precisaba ser abierta por ambos lados y eran idénticas.
Una vez comunicados por esa puerta, echaron la llave a las que conducían al pasillo exterior y se comenzaron a asentar cada uno en una habitación.
Lorenzo tenía hasta el mediodía tiempo libre. Deshizo el poco equipaje que llevaba, guardó su “material” en un lugar seguro, se puso la hoja oculta en el brazo derecho y empezó a afilarla. Tras esto, recargó las armas y comprobó que el veneno estaba en perfectas condiciones en su recipiente. Se duchó y cambió el traje y finalmente decidió establecer un contacto con sus cuatro nuevos compañeros de faena.
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