En el comedor reinaba una tranquilidad sosegadora, los únicos sonidos que había eran los camareros que educadamente tomaban nota en las mesas y el suave sonido de conversaciones ajenas.
Rose, Izaskun y Lorenzo se sentaron en una mesa alargada donde esperaban Gaspar y Dimitri. Estos estaban rememorando trabajos que habían compartido anteriormente. Al parecer se conocían y eran amigos desde hacia mucho tiempo, aunque a primera vista parecía que se llevaban mal, eran inseparables.
Mientras esperaban al camarero, cada uno decidió explicar algo sobre sí mismo. Dimitri fue el primero.
- Yo nací en la preciosa ciudad de San Petersburgo. A los catorce años ya sabía conducir, y llevaba a mi familia de un sitio para otro en el Aleko del 86 de mi padre. A los 20 años me hice conductor profesional, al principio hacía de taxista, pero con el tiempo mi eficacia me hizo famoso y gente de dudosa moralidad me dio trabajos muy jugosos. Era fácil, no hacía preguntas ni miraba el contenido de lo que transportaba. Solo tenía que evitar policías y llegar en el tiempo que me decían. Y así hasta el día de hoy, estoy buscado en toda Europa, por lo tanto uso diferentes personalidades y pasaportes.
El camarero se empezó a acercar justo cuando el relato de Dimitri acababa. Recitó de memoria los platos del día y tras apuntar todos los platos y la botella de vino que Rose pidió para la mesa, se marchó.
Entonces le tocó a Gaspar explicar algo. Se aclaró la garganta y empezó:
- Procedo de la frontera entre Francia y España, nací en un pequeño pueblo llamado Ariège. A los dieciocho años entré gracias al sudor y los esfuerzos de mis padres en la universidad, donde estudié artes escénicas. A los 24 años me gradué siendo el mejor de mi generación. Hice algunos trabajos en el teatro amateur y en el profesional. Pero aquello no me llenaba. Un día a un amigo lo condenaron a prisión por un delito que él no había cometido, él logró huir del juzgado y acudió a mí. No sabía qué hacer, confiaba en su palabra. Cuando estaba a punto de cogerlo la policía, se me ocurrió una idea, mediante unas prótesis que tenia de una obra de teatro, logré caracterizarlo hasta el punto que era irreconocible. Escapamos del país y huimos de Francia durante un año. Al parecer aquel amigo formaba parte de una banda de ladrones profesionales, era el más novato y aún no había actuado. Durante aquel año, me presentó a su equipo de ladrones y tras demostrar que era de confianza, me dejaron unirme junto a mi capacidad de caracterizar a cualquiera. Robamos lo suficiente para sobrevivir y nos retiramos. Pero hace un mes me llamó Rose y tras pedírmelo con tanta insistencia, acepté el trabajo. Si soy sincero, me moría del aburrimiento estando en la sombra.
- Yo... – empezó Izaskun.
Entonces llegaron tres camareros con los platos, una vez desaparecieron, continuó.
- Yo, nací en Donostia hija de un vasco y una catalana…
Un último camarero apareció con la botella de vino e intentó servirla pero Izaskun cansada de que la interrumpieran saltó.
- Hostia ya con los camareros, dame esa botella y vete – dijo robando la botella al camarero.
Este sin mediar palabra huyó disimuladamente de la mesa.
- Perdón, soy una persona poco paciente. Además me gusta que todo esté en su sitio y la puntualidad. ¿Por dónde iba?
- Decías que naciste en Donostia – recordó Rose.
- Exacto, gracias. Siempre fui una persona en la que todo el mundo confiaba secretos, así que me enteraba de todo antes que nadie. Esto me dio fama con los años y tanto policías como delincuentes venían a mí. A unos los ayudaba a cambio de inmunidad y protección, a los otros a cambio de dinero. Hasta que un policía me trató de encarcelar, entonces me revelé y dejé de ayudar a los policías. Hice de la información un negocio, la conseguía de cualquier método: tortura, sobornos, esconderme y escuchar… Además cree una especie de banda callejera en la que tengo informadores en las ciudades importantes que me dicen que se cuece allí diariamente. En la sociedad actual la información y el conocimiento son una arma muy poderosa, solo hay que saber utilizarla.
Empezaron a comer. Durante la comida hablaron de banalidades de la vida cotidiana: Lorenzo de sus rosas, Dimitri de un coche que arreglaba en sus ratos libres...
Al acabar y junto a un café, Izaskun se dirigió a Lorenzo.
- Hostia tú, que no sabemos nada de ti ni de Rose, podríais explicar algo, ¿No?
- Bueno, yo – empezó Lorenzo – me escapé a los 18 de casa, fui acogido en una mafia de Italia donde predominaban los sicarios que se dedicaban a proteger la zona de indeseables, en cierto modo éramos la policía más oscura de la zona. Con el tiempo llegue a un puesto alto de la banda, pero un fatídico día, alguien a esta nos vendió, mató al capo y desapareció. Entonces la banda se disoció, y llevo los últimos años buscando a ese desgraciado, y viviendo de este trabajo.
- Que raro – comentó Izaskun.
- ¿Raro?
- Si, escuché algo sobre ese tema, pero en la lista de los mayores de la banda, no aparecías tú.
- Fue la última orden del Don, que borrara todo mi rastro en la banda por seguridad. ¿Tú sabes algo sobre el asesino de mi capo?
- No, pero se alguien que puede, si salimos de este trabajo, te llevare con él.
- ¿Enserió? No sabes lo feliz que me haces, aquel hombre, mi Don, era un segundo padre.
- Te lo debo por acompañarme mañana.
- ¿Mañana? – dijo Rose.
- Si, me acompañara a por mí contacto en La Mina. Es por razones de seguridad.
- Entiendo, pero antes de planear algo, por favor, decídmelo. Eso va por todos.
- Y tu Rose, ¿Que te cuentas?
- Yo no voy a contar nada, mi intimidad y mi anonimato son mi mejor baza, así que no quiero que lo preguntéis más.
Todos afirmaron con la cabeza, en sus caras se podía ver la llama de la desconfianza y una expresión de decepción.
- Bueno, algo diré – dijo al ver las caras de sus compañeros – soy catalana y este es el primer trabajo que coordino.
Entonces todos la miraron con escepticismo.
- ¿Tu primer trabajo profesional? – rompió el silencio Gaspar.
- Y amateur, nunca he hecho esto.
- ¿Estás segura que podrás? – preguntó Dimitri.
- Si, ¿A caso no os fiais de mí?
- Mientras todo salga bien no tengo problema – respondió Izaskun.
- Tu plan es demasiado rebuscado – soltó Lorenzo.
- ¿Tienes uno mejor?
- No, pero si se me ocurre te lo diré ¿eso de confirmar con una llamada y una canción de que película lo has sacado?
- Decidido, mi plan es una chufa, Lorenzo nos dará uno mejor - dijo molesta - de todos modos mientras Vinilo caiga yo estaré conforme.
- Pues ya está, todo solucionado – sentenció Lorenzo, dio un largo sorbo a su café, se levantó y se fue.
Llegó a la habitación, eran las 4 de la tarde, las dos horas habían pasado volando. Era hora de empezar a trabajar. Envió un mensaje a Rose avisándole de que salía a investigar la zona y tras su confirmación, salió a la calle y empezó a caminar.
Cruzó el paso de cebra que separaba el hotel de las oficinas. De cerca imponía ese edificio, tras dar una vuelta y mirar por delante y por detrás, descubrió que solo podía entrar por la puerta principal o la trasera, ni ventanas ni escaleras de incendios. Tras esto, continuó su paseo.
Visitó tiendas de ropa y compró ropa suficiente para una semana. Para no dejar rastro la pagó en efectivo. Era manía suya comprar ropa nueva para cada trabajo y al acabar quemarla. Como recuerdo del trabajo, tendía a quedarse una sola pieza que guardaba en casa. En esta ocasión decidió que sería un pañuelo de palestina blanco con cuadrados negros y en las puntas unos bordados árabes. Además compró un ordenador portátil para poder buscar él por su cuenta información y poder leer mejor la información que le proporcionara Niel.
Cuando acabó, el reloj tocaba las ocho de la noche, como estaba cargado de bolsas, decidió coger un taxi de vuelta al hotel.
Una vez en su habitación, se dedicó a ordenar la ropa nueva, se volvió a duchar y estrenó la pieza que usaría el día siguiente.
Salió a la sala común del lado de los hombres, Izaskun y Rose estaban esperando. Al acercarse Lorenzo, Rose le comunicó que tras el “altercado” de Izaskun al mediodía con el camarero, no le permitían volver al comedor. Así que se cenaría en una de las dos salas comunes.
A las nueve y media, estaban todos reunidos ya, llamaron a recepción y pidieron los platos. Pasado un rato, subió un camarero con la comida y la bebida, le dieron propina y se marchó.
Una vez sentados en la mesa, cada uno estaba enfrascado en sus pensamientos, hasta que Izaskun rompió el hielo.
- Vale compañeros, mañana por la noche he quedado en La Mina con mi contacto, Lorenzo me protegerá, pero tal vez sería conveniente caracterizarnos. Gaspar, ¿Estarías dispuesto a echar una mano?
- Claro, para eso estoy aquí. ¿Alguna sugerencia?
- Pues sí, tenía en mente hacernos pasar a Lorenzo y a mí por una pareja joven, de unos 18 años o incluso menos. Mi contacto nos ha reservado una habitación en uno de los edificios. Los Hermanos García alquilan las habitaciones por horas en ese edificio, podríamos entrar fingiendo buscar un picadero y una vez dentro yo hablaría con mi infiltrado.
- Sera un trabajo fácil, Lorenzo aparenta por si solo unos 25 años y tu Izaskun unos 23, solo sería afeitar a Lorenzo y tal vez aniñaros la cara un poco. Similar al que utilice para engañarte a ti Lorenzo.
- Si lo haces igual, caerán como bobos – dijo Lorenzo entre risas.
Tras la cena, cada uno se fue a su habitación. Lo que hacían los demás era desconocido para Lorenzo, pero él lo tenía claro, estaba muerto de sueño y se durmió en un instante.
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