Se despertó con un golpe en el costado. No tardó demasiado en darse cuenta que no estaba solo. Había alguien más en esa cama. Sin encender la luz, se levantó y sacó el móvil de su bolsillo. Alumbró la cara del intruso y ante sus ojos apareció la cara de Izaskun. No sabía porque estaba allí. Por lo que había calculado Lorenzo, no habían pasado más de un par de horas desde que se acostó.
Portátil en mano, salió de la habitación sin hacer demasiado ruido y se sentó frente a la ventana.
Niel había hecho un buen trabajo, había encontrado todo lo que Lorenzo necesitaba sobre bandas, pero lo relacionado con Rose y el cliente se le había escapado.
En aquel momento, operaban dos bandas en Barcelona, los ya conocidos Hermanos García y su banda rival llamada Kane, en honor a John Kane, jefe de esta. Mientras que los hermanos se dedicaban al tráfico de blancas y de drogas en Barcelona, Kane se dedica a intentar de evitar que estos lo consigan, en cierta manera, hacen como los Trecentos. Ganarse su favor podía depender de lo que pasara la noche siguiente en La Mina. De momento Lorenzo mantendría en silencio ese tema y si surgiera la oportunidad, la explotaría.
Apagó el ordenador, se lavó la cara y se refrescó en el lavabo. Cuando entró en su cuarto, Izaskun estaba despierta. Observaba las pistolas que había sobre la mesa con el 300 grabado.
- Así que realmente eras uno de los Trecentos.
- Si, ¿Qué haces en mi habitación?
- Vine hace un rato a preguntarte una cosa sobre el día de mañana, pero estabas dormido. Al parecer tenías una pesadilla, no parabas de moverte y de hablar en sueños, al verte así, me has recordado a mí de pequeña cuando las tenía y he decidido hacer lo que hacia mi madre.
- ¿Se dormía abrazada a ti?
- Exacto, además, me cantaba algo al oído.
- Al principio resultaba inútil, pero de golpe has parado. Y como yo tenía también sueño, me he quedado aquí dormida.
- Gracias, si quieres, te puedes ir ya. Quiero decir, no tienes porque, o sea, no te quiero echar de aquí después de la ayuda que me has dado. No sé si me entiendes.
- ¿Me puedo quedar un rato?
- Claro, todo lo que quieras. Pero yo ahora estoy un poco desvelado y no sé si dormiré en un buen rato.
- Yo estoy igual, ¿Te puedo preguntar en que soñabas?
- No lo recuerdo, pero imagino que es la misma pesadilla que me atormenta siempre.
Entonces explicó su pesadilla, pero no la que él había soñado, sino la recurrente relacionada con el asesinato de su don. Izaskun se tomó unos momentos para asimilar la información y entonces habló.
- Tienes que estar harto de soñar eso, tal vez si pillamos al asesino ese, cesen tus pesadillas.
- ¿Pillamos?
- Si, ya he dicho que te ayudaría. Lo decía muy enserio.
- Gracias.
- ¿Podría quedarme aquí a dormir? Si no se te hace raro claro.
- Quédate.
Se tumbaron mirándose el uno al otro, apagaron las luces y se quedaron en silencio.
Ella se durmió primera. Él se quedó unos minutos que se hicieron eternos mirando su cara de tranquilidad esta vez iluminada por las luces de la ciudad, finalmente la besó en la frente y se durmió.
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