Hacia las siete de la mañana, sonó el despertador de Izaskun, esta se despertó y se vistió. Lorenzo que al parecer tenía el sueño más profundo ni se inmutó. Ella se lo quedó mirando, estaba sereno como un mar en calma. ¿Cómo podía ser que alguien que arrebata tantas vidas durmiera así? No podía ser tan frio como para no sentir la culpa, tendría sus maneras de aceptarla o descargarla tal vez. Pensó en preguntárselo cuando tuviera un momento.
Sobre las siete y media lo despertó con un largo beso en la frente. Este sorprendido por ella se levantó bruscamente y casi cayó de la cama, haciendo reír a Izaskun un buen rato.
Se vistieron y salieron de la habitación, no había nadie en la zona masculina. Pasaron a la femenina y también estaba desierta, estaban solos y era el momento de investigar la habitación de Rose. Lorenzo fue a buscar la llave y a sus dos pistolas, Bianca y Susana, le dio una a Izaskun. Era por precaución. Llegaron a la puerta, metieron la llave, giraron hasta oír el último mecanismo abrirse, cogieron aire y entraron rápidamente y cerraron la puerta.
La habitación estaba completamente a oscuras, pero mientras Izaskun trataba de palpar el interruptor de la luz, Lorenzo logró volver a echar la llave a ciegas. Cuando encontró el interruptor, lo pulsó.
La luz inundó aquella sala, era muy similar a la de Gaspar, pero tenía un ordenador donde estaría la mesa de maquillajes de este y un biombo tapaba la cama.
- ¿María? ¿Eres tú? – dijo una voz tras el biombo.
Izaskun y Lorenzo se quedaron de piedra, no sabían qué hacer. Así que callaron y se quedaron alerta por si ese hombre que se escondía tras el biombo era peligroso.
- Pensaba que hoy no estarías por aquí – se había levantado y se estaba vistiendo, lanzó un pijama por encima de aquella barrera que impedía que los viera. Al cabo de unos segundos apareció un chico de unos 24 años, llevaba una barba mal cortada de tres días y tenía ojeras como platos. Al verlos se sorprendió e intentó coger su móvil.
- Yo de ti estaría quieto – le frenó Izaskun apuntándole con su arma.
- Tranquilos, estoy desarmado, no me hagáis daño.
- ¿Quién eres? – preguntó Lorenzo.
- Mi nombre es Julián, soy un hacker, María me paga por borrar sus huellas en la red.
- ¿María es nuestra Rose?
- Si, ese es su nombre en clave. ¿Quién sois?
- El sicario y la informadora del trabajo, no necesitas saber más.
- ¿Y porque querría María borrar sus huellas en secreto? – complementó Izaskun.
- Yo solo sé que me pagan por hacerlo. Por favor, por favor no me hagáis daño – suplicó a punto de llorar.
- Tranquilo, no tengo razones para ello – dijo bajando el arma.
- ¿Qué es lo que sabes de Rose? – dijo Izaskun bajando también su arma y dándosela a Lorenzo.
- Al parecer María quiere ser invisible para no mancharse con el asesinato de Liñán.
- Eso lo queremos todos, tiene que haber algo más…
El sonido de la llave girando los interrumpió. Era Rose. Estaba a punto de entrar. No había escapatoria, así que esperaron a que lo hiciera.
- Buenos días Julián, ha acabado antes de tiempo mi… - se calló al ver a los intrusos – ¿Que hacen aquí y como han entrado? ¿Qué les has dicho? –Preguntó alterada – Responde Julián.
- Nada malo María. Solo tu nombre. Y sobre cómo han entrado, no tengo ni idea.
- Rose, o debería decir María, nos debes unas cuantas respuestas.
- ¿Queréis respuestas? – preguntó muy alterada, cogió aire y se tranquilizó, cuando dejó de estar nerviosa volvió a hablar - Bueno, supongo que me habéis pillado, reunid esta tarde al equipo y responderé a todo lo necesario. Y ahora fuera, he de hablar con Julián de cosas que realmente no os incumben.
- Entendido – dijo Lorenzo.
- Y dame la copia de la llave que has usado, porque has entrado así, ¿no?
Se la sacó del bolsillo y se la entregó. Una vez estuvo en el poder de Rose esta cerró de un portazo y se oyó como echaba la llave.
- ¿Y ahora qué hacemos? – dijo Izaskun.
- Ir a pedir una hipoteca.
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